Amar es para siempre llegó a su fin en la noche del miércoles 6 de marzo de 2024 en Antena 3, poniendo el broche de oro a una andadura de 2.800 episodios y una vez asegurado su lugar en los anales de la historia televisiva, aunque sin récords en las audiencias de sus dos últimas entregas. Tras la reboda de Manolita (Itziar Miranda) y Marcelino (Manu Baqueiro) en su emisión vespertina, el episodio definitivo estuvo protagonizado casi en exclusiva por el matrimonio de El Asturiano y su familia al completo que ha sido el pilar de la serie desde sus inicios. Un desenlace que ha desatado una serie de comparaciones con el de Cuéntame cómo pasó ante las que ha respondido su responsable de guion.
Fue un final ciertamente emotivo, como se evidenciaba en el desempeño de todos y cada uno de los intérpretes. Especialmente en el caso de Miranda, Baqueiro y José Antonio Sayagués, el eterno Pelayo, que han estado vinculados a la marca y a sus personajes incluso antes de llegar a Atresmedia, cuando era Amar en tiempos revueltos en La 1. Se ha notado especialmente en los parlamentos que han tenido a lo largo de la serie, que servían tanto poner en valor los lazos que habían establecido en la Plaza de los Frutos durante todos estos años (22 son los que comprenden desde la primera a esta duodécima temporada, entre 1960 y 1982) como lo que ha significado para la audiencia el serial, que ahora deja el camino liberado a Sueños de libertad.
“Hemos pasado lo que todas las familias españolas”
Siguiendo la cronología, Amar iniciaba el último episodio directamente donde quedó en la sobremesa: con la pena de los recién “recasados” al saber no ya de los problemas y desilusiones de todos sus hijos, desperdigados por el mundo, como por una noticia de impacto. Tras toda la vida dedicado al bar, el abuelo Pelayo anunciaba que abandonaba Madrid para iniciar una nueva vida con Marisa (María Garralón) en Salamanca. La noticia dejaba, si cabe, más consternado a Marcelino, que había de lidiar con la idea de ser el nuevo capitán del barco.
“No es fácil encontrar el camino fuera de casa”, advertía Manolita, que pronto lo comprobaban con la temprana marcha de un apocado Manolín (Álvaro de Juana) de vuelta a Bélgica y sin apenas despedirse de nadie.
Pelayo y Marcelino eran los primeros en resolver su situación. El hostelero se declaraba “frustrado, cabreado y con un amasijo de emociones” por el adiós de su padre. “El Asturiano es Pelayo Gómez”, decía con lágrimas en los ojos, mientras su patriarca le consolaba, recalcando lo cerca que seguirían estando. Por su parte, Manolita charlaba en su casa con Marisa, preocupada por lo que el hijo de su amado podría pensar de él. La conversación con Manolita sirvió para tranquilizarla, así como para hacer balance de todo lo vivido en Amar.
Con la idea de que se habían plasmado en sus vivencias “todos los cambios que ha habido en España”, Manolita destacaba: “En la Plaza de los Frutos hemos seguido la historia de nuestro país durante décadas, con momentos duros, momentos emocionantes, momentos divertidos... También hemos pasado penurias económicas, enfermedades, muertes, como la de mi Marisol, que todavía la tenemos aquí... Hemos pasado lo que han vivido todas las familias españolas, ni más ni menos”.
Un montage con imágenes de todas las temporadas reflejaba todas esas peripecias vistas en Amar, por donde también pasaron personajes “de todo tipo”: algunos villanos como Elena, la interpretada por Miriam Díaz Aroca en la última temporada, y también otros más queridos, que tuvieron su momento en otras temporadas, “personas que hace tiempo que no vemos, pero que siguen en nuestro corazón, personas con las que hemos aprendido tanto y hemos sido tan felices”.
El sentido adiós de Pelayo a la Plaza de los Frutos
Tras ello, llegaba la despedida escalonada de toda la familia. Manolita y Marcelino aguardaban en el bar para despedirse de Pelayo y de todos sus hijos. Leonor (Natalia Rodríguez), con la novela a medio terminar pero con un final pensado, debía volver a México junto a Miguel (Alejandro Albarracín); María (Lucía Martín) e Ignacio (Jonás Beramí) tendrían que regresar a Arizona, donde ella trabaja como actriz y él ayuda a inmigrantes; Ciriaco (Daniel Cabrera), de vuelta a Manchester. Catalina (Sofía Milán), Lola (Clara Garrido) y su hija Malena (Paula Gallego) seguirán en Madrid. Todo parecía dar pie a la separación más o menos definitiva del clan, al menos en el relato, pero había aún varias sorpresas.
En su escena de despedida, Justo (Iñaki Miramón) celebraba el nacimiento de Benigna, la hija que ha tenido con Silvia (Cristina Alcázar). Lo hacía precisamente junto a Ignacio y a María. Antes de marcharse de vuelta al hospital, el abogado se mostraba muy emocionado por la inminente partida de su sobrino, a quien no dudó en considerar como su hijo. Por eso, con la firme intención de que pudiera volver a estar cerca de él, le hacía entrega de un valioso documento: uno que le permitiría volver a ejercer la abogacía en España y, así, limpiar su nombre. No solo eso, le extendía una oferta para convertirse en socios del bufete. Tras hablarlo con María, ambos tomaban la decisión de regresar a España tan pronto como fuera posible.
De camino al aeropuerto, Ciriaco decidía también quedarse en Madrid y no volver a Manchester. “No quiero un futuro mejor, quiero un buen presente”, explicaba a Leonor y a Miguel, quienes también ponderaban la idea para ellos mismos. En su caso, la vida en familia, con sus hijas en México, complicaba la situación, pero sí prometían acabar volviendo.
La última reflexión de Luisita y Amelia con el futuro
Por su lado, Luisita y Amelia deciden visitar el King's, donde pasaron tantos momentos, y donde abren la cápsula del tiempo. De esta caja sacan una bandera LGTBI que la hija de Marcelino y Manolita no duda en desplegar, pero también la carta que ella escribió sobre la historia de ambas. “El amor, si es de verdad, puede con todo aunque se salte lo establecido”.
Aquí surge el conflicto entre ambas: Luisita quiere volver a España, pero Amelia no lo tiene claro, por más que los tiempos estén cambiando. Eso sí, le hace una promesa a su pareja que sirve para hacer otro guiño a Luimelia, la ficción que sus personajes, convenientemente adaptadas al presente, protagonizaron en Atresplayer: “Te prometo que algún día vamos a volver, pero solo cuando este país cambie”.
Marisol reapareció desde el más allá
La reaparición de Luimelia era la gran sorpresa que tenían preparadas las guionistas de Amar es para siempre para este desenlace, pero no la única. También había una aparición especial, incluso sobrenatural, en este adiós. Era la de Marisol, que fue asesinada en la temporada 9. Ángela Arellano hacía acto de presencia también en el adiós, durante la visita de Manolín a la tumba de su hermana y confidente en el cementerio.
“Desde que te has ido no veo las cosas igual, ni siquiera a nuestra familia”, decía sollozando el chico, a quien su hermana, desde el más allá, le animaba a seguir adelante con su vida: “No quiero que te conviertas en un huraño por mi culpa”. Marisol lo exhortaba a reconectar con todo el clan y a lanzarse a la paternidad, superando sus miedos.
Tras resolverse los destinos, al menos los más inmediatos, la sorpresa era mayúscula para Manolita y Marcelino: de pronto, Ciriaco volvía al bar para anunciar su intención de convertirse en el nuevo ayudante de su padre, ahora como nuevo capitán de El Asturiano. Justo detrás llegaban Ignacio y María, que anunciaban su decisión de quedarse en Madrid y reemprender sus vidas aquí. Por último, Manolín desandaba sus pasos y, tras pedir disculpas por su actitud de los días previos, también comunicaba su decisión de regresar de Bélgica. Así, pese a la marcha de Pelayo, la familia volvía a reagruparse en buena medida.
'Amar' termina con el inicio de su propia serie
En el episodio definitivo de Amar es para siempre hubo espacio para que, al igual que Justo, Benigna (Anabel Alonso) y Visi (Ángeles Martín) tuvieron un final satisfactorio a sus tramas. La segunda decidía quedarse de nuevo en España para vivir junto a su amiga, que acababa de quedarse sola. “Se me está poniendo un dolor de huesos con el dichoso Támesis...”, decía Visitación.
Con esta secuencia, se clausuraba la serie para el personaje de Anabel Alonso, que se incorporó en 2014 y se ha convertido en una parte más de la familia de Amar, fija desde entonces.
Tras esta breve secuencia, Amar daba un salto en el tiempo de un año. En 1983, la familia central del serial se reencontraba en buena medida en El Asturiano, para celebrar un “gran estreno”. Se trataba de la adaptación televisiva de la novela de Leonor, protagonizada por María. Una adaptación de la que se habían encargado “tres autores teatrales de bastante fama: Sirera, Onetti y Benet”, decía.
Los nombres aludían a los tres creadores de la serie, Rodolfo Sirera, Antonio Onetti y Josep Maria Benet i Jornet, este último fallecido en 2020. A este se le hacía un homenaje especial de boca de Marcelino, pues lo convertía en un personaje “invisible” dentro de la historia de la serie. “¡Benet! Ya sé quién es: ese estuvo por el barrio mucho tiempo y contó que iba a escribir sobre la gente de aquí”, dijo el ahora jefe.
Con todos sentados en el salón del bar, una música que remitía a la primera sintonía de Amar es para siempre en Antena 3, cantada por Diana Navarro, que salía del pequeño televisor que miraban. Así, empezaron los guiños: “Si esto es una serie... Pues igual dura muchos capítulos, ¿no?”, decía Manolita. Pelayo, de vuelta para la ocasión, le auguraba “mucho éxito” a este proyecto. “Es que si no, no nos va a caber lo que nos ha pasado”.
“Solo espero que hagan buena nuestra historia, que es la de muchas familias”, tomaba la palabra Manolita de nuevo, quien se quedaba con las últimas líneas de diálogo: “Solo espero que refleje el amor que nos tenemos. Un amor que es para siempre”. En la pantalla del televisor, aparecía entonces el título del proyecto, Amar es para siempre, culminando el giro metatelevisivo con el que culminan más de 11 años, los transcurridos en Antena 3, y un total de 19 contando los de la anterior encarnación en TVE. Amar es para siempre ya es, pues, historia.