TVE se enfunda el delantal para recibir el regreso de MasterChef Celebrity. El talent show culinario producido por Shine Iberia inicia las emisiones de su tercera edición con su elenco de concursantes famosos más amplio hasta la fecha. Entre otras personalidades, una de las que más destaca es Ona Carbonell.
La nadadora y capitana del equipo español de natación sincronizada tenía un año más relajado a nivel de competición, lo que ha permitido enfrentarse a este reto: “Surgió esta oportunidad y me dije que, o lo que cogía ahora o nunca más podría”, explica a VERTELE. “Me daba mucho respeto porque no tenía ni idea de hacer un huevo frito”, reconoce, algo a lo que puso remedio “poniéndose en serio” a aprender junto a un amigo cocinero y con los consejos de Saúl Craviotto, ganador de la segunda edición.
La experiencia en la alta competición deportiva ha sido imprescindible, cuenta, para encarar una competición como la televisiva, por diferente que parezca: “Los valores que te da el deporte son básicos para cualquier competición, y aquí la competición es dura. Hay momentos de impotencia en MasterChef. Muchas cosas no las sabemos hacer. El sacrificio y la disciplina, que es con lo que he crecido, me ha ido muy bien”.
Y eso pese a las dificultades inherentes al cambio de hábitat. “He sufrido un poco por el cuerpo. Nosotras [las profesionales de natación sincronizada] estamos acostumbradas a estar en ingravidez. Tenemos que saltar a la comba por las mañanas para crear impacto en las articulaciones”, desgrana. Aquí, tantas horas de pie le pasaron factura. “Me dolían la espalda, las rodillas, tenía que llevar plantillas... He sufrido porque el terrestre es un medio que no es el mío”.
Reconoce que se sintió “cohibida” al principio, siendo la menos experimentada ante las cámaras, y teniendo a su alrededor a “ídolos” a quienes profesaba “mucho respeto”. “Pero luego me han acogido muy bien y poco a poco te vas mostrando tal y como eres. Ha sido una experiencia muy bonita”, afirma.