Escapada de fin de semana en Ávila: qué ver en 48h en la ciudad de la muralla
Ávila es la ciudad perfecta para una escapada de fin de semana. Es cómodamente abarcable a pie y en 48 horas nos dará tiempo a conocer gran parte de sus principales atractivos que, como puedes imaginar, van mucho más allá de su espectacular muralla. A través de sus monumentos, vamos a distinguir dos periodos históricos bien diferenciados: el que corresponde a su Edad Media más pura, al que le debe la muralla y sus numerosos templos románicos, y el que nos lleva al siglo XVI, cuando Ávila vivió una época dorada y de gran poder nobiliario que llenó sus calles de palacios.
Lo mejor es que ahora, en pleno siglo XXI, todo esto sigue en pie. Ávila, con su ciudad vieja y sus iglesias extramuros, es Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO desde 1985, verás que no le faltan motivos para serlo.
Qué hacer y ver en Ávila en 48 horas
Si aprovechamos bien nuestro fin de semana, podremos ver muchas cosas en Ávila. Pero eso sí: no sin dejar otras tantas para nuestra próxima visita. En 48 horas podremos subir a su muralla y conocer todo sobre su historia, entraremos en alguno de sus múltiples palacios, visitaremos su catedral y algunas de sus iglesias románicas más importantes, seguiremos los pasos de Santa Teresa de Jesús, iremos hasta los Cuatro Postres para contemplar la ciudad en todo su esplendor y, siempre que podamos, nos daremos algún que otro homenaje gastronómico para no volver a casa sin haber probado algunas de las delicias abulenses de mayor renombre. Ya tenemos claro todo lo que debe incluir un fin de semana de escapada en esta ciudad.
Conocer su muralla
Podemos decir que Ávila le debe su fama a su muralla. Es un excelente ejemplo de arquitectura defensiva del románico español y, aunque la que vemos es del siglo XII, sus orígenes se remontan incluso al siglo I d.C. Mide 2,5 kilómetros de perímetro, cuenta con 87 torreones, nueve puertas, tres poternas y una extensión de 33 hectáreas.
La podemos visitar en diferentes tramos para caminar sobre ella y así contemplar su magnitud desde las alturas, accediendo a través de la Casa de las Carnicerías, la Puerta del Alcázar y la Puerta del Puente. Rodearla al completo nos llevará un buen rato por lo que si queremos elegir alguna de sus zonas más bonitas, no podemos dejar de contemplarla desde el Jardín de San Vicente o su lienzo norte desde la explanada frente al Centro de Exposiciones y Congresos.
Ver alguno de sus palacios
Ávila está plagada de casas fuertes y palacios, magníficos ejemplos de su arquitectura civil de mayor esplendor. La mayoría se edificaron entre los últimos años del siglo XV y durante el siglo XVI siguiendo el trazado interior de la muralla, formando así un segundo cinturón de defensa o configurando plazas en torno a las puertas de acceso a la ciudad.
Son muchos y en un fin de semana no te dará tiempo a verlos todos, pero si no quieres perderte algunos de los más importantes, no pases por alto el Palacio de los Verdugo, el Palacio de Polentinos, el Palacio de Superunda, el Palacio de los Velada, el Palacio de los Serrano, el Palacio de los Dávila o el Palacio de los Águila.
Visitar su catedral y alguna joya del románico
La catedral de Ávila está considerada la primera catedral gótica de España, en plena transición desde el románico, y tiene la peculiaridad de haber sido proyectada como templo y como fortaleza. Como verás, su ábside forma parte de la propia muralla, conocido como cimorro, y forma el cubo más robusto del lienzo oriental. En su interior su trascoro seguro que te llamará poderosamente la atención con sus bajorrelieves platerescos, así como el retablo del Altar Mayor y la girola con el sepulcro de “El Tostado”, obispo de la ciudad en el siglo XV. Verás que de las dos torres de la catedral solo una está terminada, y sobre la incompleta encontrarás una de esas curiosidades que te esperan en Ávila: la casa del campanero.
Además de la catedral, la ciudad tiene muchos otros templos de importancia y fuera de sus murallas encontramos varias iglesias románicas de gran valor patrimonial. La basílica de San Vicente es posiblemente el gran modelo del románico abulense, pero hay más. Por ejemplo, la iglesia de San Pedro, la ermita de San Segundo, la iglesia de San Andrés o la iglesia de San Nicolás.
Seguir las huellas de Teresa de Ávila
Teresa de Cepeda y Ahumada, más conocida como Teresa de Ávila o Santa Teresa de Jesús, nació en Ávila un 28 de marzo de 1515, por lo que su vida coincide con el 'Siglo de Oro de la ciudad'. Pasó aquí gran parte de su vida y Ávila fue punto de partida y de retorno de sus fundaciones. La ciudad está llena de rincones que recuerdan sus pasos y los más interesados podrían hacer toda una 'ruta teresiana' si quisieran. Podemos visitar el convento e iglesia de Santa Teresa, levantado por los Carmelitas Descalzos sobre las ruinas de la casa natal de la Santa, la iglesia de San Juan Bautista, donde fue bautizada, el Convento de la Encarnación, en el que pasó más de 27 años, o el Convento de San José, que abierto en 1562 fue su primera fundación de la santa. Pero en realidad te harían falta muchos fines de semana si realmente quieres seguir todas las huellas que Teresa de Ávila dejó en la ciudad.
Llegar al Humilladero de los Cuatro Postes
Si salimos de la ciudad antigua y cruzamos por el puente del Adaja, sobre el río que le da nombre, llegaremos al Humilladero de los Cuatro Postes. Cuenta la leyenda que Teresa de Jesús y su hermano Rodrigo, de niños, fueron interceptados aquí por su tío cuando partían hacia el sur a evangelizar infieles, sabiendo que morirían y que se convertirían en mártires. Pero sea cierto o no, la realidad es que desde aquí conseguiremos una de las panorámicas más bonitas de la ciudad.
Y disfrutar de su gastronomía
Desde el momento en que pongamos un pie en Ávila, uno de nuestros objetivos debería ser disfrutar de su gastronomía. Ni que decir tiene que uno de los grandes protagonistas de las cocinas es el famosísimo chuletón de Ávila, de ternera de raza Avileña-Negra. También las patatas revolconas son un básico indispensable, así como la sopa castellana y las judías del Barco de Ávila. Todos ellos platos contundentes. Y hay un dulce típico y tradicional que no deberíamos pasar por alto en nuestro viaje, porque pasar por Ávila y no probar unas auténticas Yemas de Santa Teresa, sería equivalente a irnos sin haber visitado la mismísima muralla.