Las ciudades de José Luis Sampedro
El 1 de febrero se cumplieron 100 años del nacimiento del pensador, escritor y economista José Luis Sampedro. Él apostaba por una “economía más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos”. Era un acérrimo defensor de la libertad de pensamiento y una persona socialmente muy comprometida, crítica con el neoliberalismo, el capitalismo y la decadencia de los valores en Occidente, que “han sido sustituidos por el interés económico”. Para él, su referente era la vida, la naturaleza. Expresó que “poner al dinero como bien supremo nos conduce a catástrofes”
Sampedro tuvo una vida muy completa y diversa a lo largo de sus 96 años. Vivió en diferentes ciudades, que le inspiraron en sus escritos, en sus reflexiones y que contribuyeron inevitablemente a la formación de su persona. Vamos a darnos un paseo por las ciudades de Sampedro, esas que marcaron su existencia de alguna manera.
Tánger
Aunque nació en Barcelona, su familia se mudó a Tánger cuando él era todavía un bebé, ciudad en la que vivió hasta los 13 años. La infancia de Sampedro se desarrolló, pues, en la “zona internacional de Tánger”, un protectorado ejercido por varios países. Él mismo afirmó en su libro El río que nos lleva que “el haber pasado mi infancia en Tánger ha sido para mí un inmenso regalo del destino, perenne en mis raíces y marcándome definitivamente”. Destacaba el carácter internacional de la ciudad con una gran diversidad de personas, culturas y religiones, lo que le enseñó a respetar y comprender “lo diferente”, a educarse en la tolerancia.
Tánger hoy sigue siendo una ciudad fascinante en la que perderse y en continua transformación; en las calles de la antigua medina morisca y los barrios de la época colonial están surgiendo tiendas de diseño y restaurantes euro-marroquíes. La urbe sigue conservando un carácter internacional y la mayoría de sus habitantes pueden comunicarse en varios idiomas. Tánger puede considerarse una ciudad caótica, pero precisamente en eso reside su encanto: auténtica, colorida y llena de vida.
Santander
En los años 30 Sampedro vivió y trabajó en la capital cántabra tras obtener una plaza de funcionario de aduanas. Él dijo de Santander que era un “remanso de paz y libertad”. La ciudad le inspiró tanto que emplazó algunas novelas y capítulos en esta localidad: La sombra de los días, Octubre, octubre y Real sitio. Además, en 2010 recibió el premio Menéndez Pelayo auspiciado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, por “sus múltiples aportaciones al pensamiento humano”.
Santander es una de las ciudades más elegantes y bellas del norte de España: edificios majestuosos, paseos al lado del mar, playas sensacionales, cultura de pinchos y mucho surf. Resulta indispensable disfrutar de la Playa El Sardinero, pasear por los Jardines de Pereda, visitar el Palacio de la Magdalena y la Biblioteca Menéndez Pelayo.
Alhama de Aragón (Zaragoza)
Aunque Sampedro vivió muchos años en Madrid, fue en Alhama de Aragón donde se casó por segunda y última vez con la poeta y traductora Olga Lucas. El pensador pasaba largas temporadas hospedado en el balneario de baños termales que le sentaban bien por los beneficios de sus aguas medicinales. Allí escribió uno de sus libros más personales: El río que nos lleva. La localidad le ofreció la medalla de “Hijo adoptivo” en 2003 e inauguró en 2014 una exposición permanente dedicada enteramente a su figura.
En Alhama existen ocho manantiales cuyas aguas brotan a 34 grados y cuatro balnearios. El Balenario Termas Pallares cuenta con el lago termal más grande de Europa, con 2 hectáreas de superficie y dos islas. Entre sus atractivos también destaca el Castillo de Alhama (del siglo XII) y la iglesia de la Natividad de la Virgen (s. XVII).
Tenerife
Los meses de inviernos los pasaba Sampedro en Tenerife, tierra que le inspiró para su novela La senda del drago, una reflexión sobre la crisis de Occidente. Santa Cruz de Tenerife también lo nombró “Hijo adoptivo” en 2005.
Siempre es una buena ocasión para visitar una de las islas afortunadas. Su excelente clima acoge a los visitantes durante todo el año que recorren la isla para sentir la fuerza de esta tierra volcánica. Además de sus playas, destacan su apabullante diversidad con bosques tropicales, la ciudad de La Laguna, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y las vistas de y desde el Teide cubierto de nieve, el pico más alto de España.