Ni Colmar ni Estrasburgo: las otras dos ciudades de Alsacia que bien merecen una visita

Si alguna vez has visitado Alsacia seguro que sigue viva en tu memoria la imagen de sus pintorescas casas con entramados de madera y sus pueblos amurallados y llenos de encanto que sirvieron de inspiración, por ejemplo, para la película de Disney de La Bella y la Bestia. Riquewihr, uno de los rincones más bonitos de esta región francesa, sirvió a los ilustradores de Disney para recrear la ciudad de Bella, un pueblo de cuentos de hadas llevado a la gran pantalla.

Si, por el contrario, todavía no has tenido la oportunidad de viajar a la Alsacia francesa, tienes una oportunidad de oro en los próximos puentes de noviembre y diciembre, para Todos los Santos o la Constitución. Una de las mejores épocas para visitar esta región es, sin duda, a finales de año o recién estrenado enero cuando sus calles se impregnan de un ambiente muy navideño con los mejores mercadillos tradicionales que puedes encontrar en toda Europa. Pero también es muy agradable viajar a Alsacia en primavera u otoño, cuando las temperaturas son aún suaves y los paisajes están preciosos.

Sea en la época que sea, que sepas que moverse por Alsacia es bastante sencillo por sus pequeñas dimensiones y una red moderna y bien equipada de transporte público, como explican en la página oficial de turismo de la región. Su autopista A35 atraviesa toda la región y permite recorrer todo el territorio de norte a sur en algo menos de dos horas.

Es cierto que Colmar y Estrasburgo -la capital- son las ciudades más conocidas de Alsacia, pero no son las únicas que merece la pena visitar si te decides a lanzarte a la aventura por el noroeste galo y dispones de varios días para perderte por sus paisajes.

Estrasburgo, ciudad francesa con alma alemana

Históricamente, Alsacia estuvo en disputa durante siglos entre Francia y Alemania hasta la Primera Guerra Mundial, en 1919, cuando pasó a ser francesa con el Tratado de Versalles; esto la convirtió en un territorio rico con una cultura y unas tradiciones de ambas naciones.

Estrasburgo concentra la esencia de la región, por lo que si contamos con menos de cuatro o cinco días es una buena opción para conocer todas las características de Alsacia concentradas en una ciudad: sus casitas de madera, los canales sobre el río y la típica gastronomía francoalemana.

Además, esta ciudad tiene la sede oficial de algunas instituciones de la Unión Europea como el Parlamento Europeo. Algunos puntos que no podemos dejar de visitar son la Rue du Dome, la Place Broglie y el Barrio Imperial, la Catedral de Notre Dame, así como el Palacio Rohan en la Place du Château o el bonito barrio de la Petite France, con sus calles empedradas y sus puentes engalanados con flores. Su casco antiguo fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Si viajas en el Puente de la Constitución ya podrás disfrutar de su ambiente navideño, teniendo en cuenta que Estrasburgo es también la capital navideña por excelencia de la región. Su mercadillo de la plaza de la Broglie -con más de un centenar de puestos- es uno de los más conocidos.

Las casas y los canales de Colmar

A media hora de Estrasburgo se encuentra el punto más concurrido turísticamente de la región: Colmar, más incluso que Estrasburgo. La ciudad tiene una rica historia que se remonta al siglo IX y ha sido moldeada por diversas culturas, entre ellas la alemana y la francesa. Colmar ha conservado su patrimonio cultural a través de su bien conservada arquitectura y sus numerosos museos. A pesar de ser un destino popular entre los turistas, Colmar sigue teniendo muchas joyas ocultas que esperan ser descubiertas.

Desde las impresionantes vistas de la cordillera de los Vosgos en Lac Vert hasta la tranquila belleza del barrio de la Pequeña Venecia, y desde el histórico Museo Unterlinden hasta el encantador Mercado de Saint-Joseph, Colmar es una ciudad llena de sorpresas. La ciudad también presume de una próspera escena enogastronómica, con especialidades locales como la tarte flambée alsaciana y el vino Riesling.

La Pequeña Venecia es un pintoresco barrio de Colmar situado junto al río Lauch. Se caracteriza por las coloridas casas de entramado de madera que bordean el río, creando un ambiente encantador y romántico. La zona debe su nombre a su parecido con la ciudad italiana de Venecia, con pequeños canales y barcos que los atraviesan.

En Colmar también podrás hacer un viaje al gótico a través de la Colegiata de San Martín. Se trata de una hermosa iglesia situada en el corazón de la localidad, que data del siglo XIII y ha desempeñado un papel importante en la historia de Colmar. La iglesia se utilizó como lugar de culto para la burguesía de la ciudad y también fue un centro de vida artística y cultural. Este lugar de culto está abierto a los visitantes y se ofrecen visitas guiadas para poder conocer su historia y ver de cerca su bella arquitectura y obras de arte.

Obernai, un viaje al pasado

Obernai, ciudad con renombre internacional, se enorgullece de ser la segunda ciudad más visitada del Bajo Rin después de Estrasburgo, capital europea. Ubicada en la Ruta del Vino, enclavada entre las montañas de los Vosgos y el Monte de Saint Odile, Obernai cuenta con un encanto inigualable. Esta ciudad histórica, antigua ciudad imperial de la Decapole, ofrece a sus 11.000 habitantes y a sus visitantes un alto nivel de vida y un ambiente muy agradable. En Obernai encontrará el equilibrio perfecto entre el ambiente urbano, cerca de todas las facilidades, y el campo, una invitación a la tranquilidad y al descanso.

El encanto de esta ciudad alsaciana reside en sus murallas, en su centro histórico, en sus casas tradicionales alsacianas y en la torre de su iglesia. Obernai es además una ciudad cultural, deportiva, emprendedora, gastronómica e histórica que forma parte del selecto grupo de 'Los lugares mas bellos de Francia' (“Plus Beaux Détours de France”).

Riquewihr, un pueblo de cuento

Oculto entre un doble círculo de murallas se encuentra uno de los pueblos joya más encantadores de Alsacia, Riquewihr. El pueblo parece sacado de un libro de cuentos, y no es una forma de hablar. Si sus calles estrechas y empedradas, sus pintorescas y coloridas casas de entramado de madera, su torre y su fuente te recuerdan a algo, no es por casualidad. Riquewihr inspiró a los ilustradores de Disney para diseñar el pueblo de Bella, la protagonista del largometraje de animación La Bella y la Bestia.

Este pueblecito de apenas 1.200 habitantes es un tesoro de maravillas y belleza, enclavado en un encantador paisaje de colinas cubierto de viñedos. Contiene todas las características de los pueblos medievales alsacianos: fuentes burbujeantes, casitas con tejados inclinados y fachadas entramadas en infinitos tonos pastel, talleres de artesanos y muchas bodegas, donde se producen siete fantásticos vinos, entre ellos el Riesling.