Escapada a Oporto: explorando la ciudad portuguesa del vino en todas sus facetas
La bulliciosa Ribeira, el corazón histórico de Oporto, es el mejor punto de partida para comenzar a enamorarse de la ciudad del vino. Pasear por sus callejones adoquinados, flanqueados por casas de colores pastel que se aferran a las colinas es como retroceder en el tiempo; esa sensación que en toda Portugal han querido y sabido conservar a las mil maravillas.
Sobre los pequeños (y muy turísticos) restaurantes que animan las orillas del río, destaca la panorámica del puente Luis I, una obra maestra arquitectónica que conecta el centro de Oporto con Vila Nova de Gaia, la pequeña ciudad situada al otro lado del Duero en la que se encuentran la mayoría de bodegas de Oporto.
Si te resulta familiar el estilo del puente Luis I puede ser porque su arquitecto, Théophile Seyrig, fue primero discípulo y después socio de Gustave Eiffel, el autor de la que, probablemente, sea la torre más famosa del mundo.
Desde las orillas del Duero, una sucesión de calles empinadas, flanqueadas por fachadas vestidas con brillantes azulejos, te llevarán hasta la Torre dos Clérigos, el segundo monumento más visitado de Oporto, después del puente. Subir sus estrechas escaleras puede parecer desafiante, pero la recompensa es una vista impresionante de los rojos tejados de terracota de la ciudad de Oporto que bien merece el esfuerzo.
Muy cerca de la Torre dos Clérigos se encuentra otra de las atracciones más visitadas de la ciudad, la Librería Lello e Irmao, de la que —dicen—, es una de las más bonitas del mundo. Visitada por cientos de turistas cada día, el auge de su popularidad se debe a que, hace unos años, comenzó a correr el rumor de que esta centenaria librería había sido el plató de rodaje de algunas escenas de la saga cinematográfica de Harry Potter y, aunque el hecho fue desmentido, es probable que la autora, J.K. Rowling, se inspirara en ella para retratar el universo del Callejón Diagon mientras vivió en la ciudad portuguesa. Sea como fuere, la librería, con su impresionante escalinata central, es una maravilla que, si estás dispuesto a aguantar las colas que se forman en la entrada, merece mucho la pena.
Nada mejor que un mercado local para acercarse un poco más a la esencia de cualquier ciudad del mundo. En Oporto, el Mercado do Bolhão es un rincón imperdible. Aunque recientemente se ha recuperado su estructura principal, los puestos rebosantes de flores, pescados y productos frescos siguen conservando el aspecto de antaño, lo que convierte a esta visita en una mezcla perfecta entre tradición local y placer visitante.
Y, aunque los irás encontrando por todas partes, el centro de Oporto no puede abandonarse sin visitar algunos de los azulejos más famosos de la ciudad que, seguramente, ya habrás visto en más de una foto. La primera cita con el azulejo portugués más tradicional es la fachada de la coqueta Capilla de las Almas, vestida con 15.987 azulejos azules que cuentan la vida (y muerte) de San Francisco de Asís y Santa Catalina.
El segundo destino imperdible para admirar esta identitaria artesanía portuguesa es la estación de trenes de Sao Bento, cuyo recibidor está decorado con más de 20.000 azulejos que narran los episodios históricos más importantes del país luso.
Explorando el Oporto desconocido
Pero más allá de las atracciones más conocidas, Oporto guarda tesoros menos explorados que esperan (y merecen) ser apreciados.
Uno de ellos es el Palacio de la Bolsa, Patrimonio Mundial de la UNESCO y, a la vez, Monumento Nacional. Este edificio neoclásico, construido en el siglo XIX, transporta a otras épocas con su variedad de espacios como, por ejemplo, su famosa Sala Árabe, inspirada en la Alhambra.
Para alejarte un poco de lo clásico, la Casa da Música es un ejemplo fascinante de arquitectura contemporánea. Diseñada por Rem Koolhaas, esta sala de conciertos se alza como un espacio futurista que rompe con la arquitectura tradicional de la ciudad. Si no hay espectáculos en marcha, la Casa da Música puede conocerse en una de las tres visitas guiadas que se programan diariamente y que ayudan a comprender todos los detalles de esta fascinante propuesta arquitectónica.
Por último, injustamente excluido de la mayoría de las guías turísticas y situado a unos 7 kilómetros del centro de Oporto se encuentra el distrito de Foz do Douro donde, a finales del s.XVIII, la aristocracia portuense comenzara a construir sus opulentas villas vacacionales que todavía siguen en pie. Coger el tranvía número 1 en el centro de Oporto y llegar hasta Foz do Douro puede ser el mejor plan para pasar una segunda o tercera tarde en la ciudad. Unas coloridas casetas de pescadores le dan el toque marinero a este lujoso barrio en el que merece la pena pasear por La Promenade de Foz, relajarse unas horas en sus pequeñas calas de arena y degustar rico pescado fresco en cualquiera de sus restaurantes. Como colofón a este plan, nada mejor que regresar al centro de Oporto remontando el Duero en un barco.
Vila Nova de Gaia
Para llegar a Vila Nova de Gaia desde el centro de Oporto, lo más lógico, típico y bonito es hacerlo cruzando el puente Luis I. Esta mole de hierro puede cruzarse en coche, en metro o caminando, pero te recomendamos esta última opción y que, además, lo hagas por el piso superior para obtener una vista increíble de la desembocadura del Duero.
La primera parada de Vila Nova de Gaia debería ser Cais de Gaia, la animada calle que discurre paralela al río en la que, además de bares y tabernas de todo tipo, encontrarás una de las mejores vistas del puente Luis I, con los rabelos (antiguos barcos para el transporte de vino, hoy reconvertidos en embarcaciones turísticas) flotando a sus pies.
Oporto es, sin duda, conocida por su vino homónimo, por lo que no se debería dar por finalizada la visita a la ciudad sin ver, al menos, una de las bodegas que se extienden a lo largo de la ribera del río Duero, en Vila Nova de Gaia. Algunas de ellas ofrecen recorridos que te llevarán a descubrir los intrincados procesos de producción del vino de Oporto. Además, al final, podrás disfrutar de una degustación mientras contemplas el atardecer sobre el río. Una experiencia para grabar en la memoria.
Otro lugar imperdible en la que es la segunda ciudad más grande de Portugal es el Monasterio Serra do Pilar, también Patrimonio Mundial de la UNESCO. Su mirador es uno de los mejores lugares para admirar las coloridas fachadas de la Ribeira de Oporto, que quedan justo enfrente. Una buena idea para llegar hasta el monasterio es hacerlo en el teleférico de Gaia; así te ahorrarás unas cuantas cuestas y vivirás otra bonita experiencia entre una visita y otra. Intenta que tu paseo por el Monasterio coincida con el momento en que el sol empieza a caer y Oporto comienza a iluminarse. Aguanta hasta que se haga de noche y, simplemente, guarda para siempre esta vista de Oporto en tu retina. Te aseguramos que no te resultará complicado.
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