Seis destinos nacionales a los que viajar fuera de temporada
Se acaba el verano y hay destinos que cambian radicalmente. Lugares que tienen un gran valor cultural o natural pero que en verano, cuando se concentra el turismo, sus atractivos pueden disolverse entre la multitud.
Si tenemos suerte con el tiempo, los viajes fuera de temporada pueden estar llenos de ventajas. La menor aglomeración de gente lo hace todo más fácil. Primero, el transporte puede ser más barato, así como también los alojamientos. No hay que esperar colas en las visitas o largas listas de espera en los restaurantes, y la población local nos ve con otros ojos.
De octubre a marzo, si nos lo podemos permitir, resulta una excelente época para conocer esos lugares que en verano pueden llegar a resultar hasta agobiantes. Incluso los destinos de playa, aunque los vayamos a disfrutar de una forma que no tenga que implicar meterse necesariamente en el agua, claro.
Cabo de Gata
Cabo de Gata, en Almería, es uno de esos destinos que en verano se pone de bote en bote. Por lo que si podemos visitarlo fuera de temporada conseguiremos una imagen muy diferente. Sus playas, entre el mar y el desierto, son perfectas para encontrar la desconexión. Monsul es la más famosa, entre otras cosas porque fue escenario en Indiana Jones y la última cruzada, pero sobre todo por su belleza. La cala de Enmedio es otro de sus puntos imprescindibles, como también lo son la playa de los Muertos, la de los Genoveses o las salinas del Cabo de Gata.
Para disfrutar de estos parajes no es necesario que haga calor para así darnos un baño, porque sus paisajes son tan espectaculares que con eso tendremos suficiente. Podemos dar un paseo hasta el mirador del Arrecife de las Sirenas, o el de la Amatista. Y por supuesto, nuestro paso no estaría completo si no llegásemos hasta el mismísimo faro de Cabo de Gata. Pueblos como Carboneras, Agua Amarga, Las Negras, Rodalquilar o La Isleta del Moro serán los encargados de poner el encanto rural y marinero, además de darnos a probar el arroz caldúo, con su pescado y todas sus cosas.
Tarifa
Aunque para muchos Tarifa sea un destino cien por cien playero, lo cierto es que también tiene mucho que ofrecer si vamos fuera de temporada para disfrutarla con mayor tranquilidad.
Lo primero es conocer su historia, la de la Tarifa defendida por los árabes en el siglo XIII, la de la Puerta de Jerez, la de la muralla y, como no, la del castillo de Guzmán el Bueno. En él, dice la leyenda, Alonso Pérez de Guzmán lanzó una daga para que mataran con ella a su propio hijo antes de rendirse.
El laberíntico trazado de su casco histórico es heredado de su época medieval, y ya en el centro la que merece toda nuestra atención es la iglesia de San Mateo. Sus callejuelas, sus plazas y sus fuentes serán mucho más agradables de pasear fuera de temporada que en pleno verano. No hay que olvidar subir al Mirador de África para, si hay buena visibilidad, sentir que el continente vecino está prácticamente al alcance de nuestras manos.
Rías Baixas
Las Rías Baixas componen uno de los lugares más turísticos de Galicia. Sin duda. Y es un destino altamente demandado en verano, por lo que puede ser interesante conocerlo fuera de temporada.
Las Rías Baixas son seis: la de Corcubión, la de Muros y Noia, la de Arousa, la de Pontevedra, la de Aldán y la de Vigo. Y todas ellas están salpicadas por pueblos llenos de encanto. Además de las dos capitales, Vigo con el monte de O Castro y Pontevedra con su precioso casco histórico, hay pueblos que se merecen una visita lejos del estrés veraniego.
Combarro con sus hórreos junto al mar, Cambados como capital del Albariño, Muros con su ambiente marinero, A Guarda con el castro de Santa Trega o Baiona con el castillo de Monterreal, agradecerán hacerles una visita en otoño o primavera. Además, si queremos conocer la isla de A Toxa, será mucho más cómodo si lo hacemos fuera de temporada. Y si te gusta el pescado y el marisco, estarás en el lugar indicado.
Menorca
Menorca conviene conocerla con buen tiempo porque sus playas son su mayor seña de identidad. Sin embargo, eso no tiene que significar ir en plena temporada alta, cuando es necesario controlar el aforo de las calas y restringir el tráfico por el bien de la propia isla.
Pero incluso si no hace temperatura para bañarse, calas como Turqueta, Pregonda, Mitjana, Macarella y Macarelleta se merecen una visita. Contemplar sus aguas turquesas y cristalinas desde una arena libre de aglomeraciones reconforta a cualquiera y hace olvidar todo tipo de estrés.
Además, Menorca también tiene una importante oferta cultural digna de conocer. Por un lado está Ciutadella, con su precioso casco antiguo y su ajetreado puerto, y por otro Maó, con su gran puerto natural y la Fortaleza de la Mola. El pueblecito de Binibeca llama la atención, aunque sea una construcción relativamente actual, y también puede ser interesante conocer la historia talayótica de la isla visitando algunos de sus restos. Si te gusta comer y quieres probar algo rico, las calderetas de langostas de Fornells son para recordarlas hasta el fin de tus días.
Lanzarote
Lanzarte siempre nos recibe con los brazos abiertos. Es un destino con playas, sí, pero tiene tantas cosas que ver y que hacer que podemos obviarlas y ni las echaríamos de menos. Para empezar, porque es un paraje único, salpicado de volcanes y unos paisajes que bien podrían pertenecer a Marte. El Parque Nacional Timanfaya requiere una visita sí o sí, es una verdadera joya geológica, y si además podemos completarlo con una caminata guiada por Tremesana, mejor que mejor.
Luego, por otro lado, está la obra de César Manrique, tan integrada en el paisaje como los propios volcanes. No debemos pasar por alto los Jameos del Agua, el Jardín de Cactus, la Fundación César Manrique, la Casa-Museo del Campesino y el Mirador del Río. Además, entre quesos, vinos y pescado, ya tenemos montado el plan perfecto.
La Costa Brava
Seguro que no hace falta ni que te digamos cómo se pone la Costa Brava en verano. Por eso es altamente recomendable visitarla fuera de temporada, cuando las aglomeraciones han pasado y podemos disfrutar de sus increíbles encantos naturales. No pienses que aquí solo hay playas, porque te sorprenderá el valor cultural que puede llegar a ofrecer. Puedes empezar por Cadaqués, que además de sus casas blancas te ofrece también la Casa Museo de Salvador Dalí en Portlligat. Puedes hacer parada en Calella de Palafrugell para disfrutar de su precioso centro histórico de ambiente marinero. O en Tossa del Mar, cuyo casco antiguo no decepciona.
Si te llama el senderismo los Caminos de Ronda te permitirán ir bordeando el mar a través de calas, playas y acantilados, y si te saben a poco, el Parque Natural de Cap de Creus también es lugar para estirar las piernas. La guinda cultural la pueden poner las ruinas de Empúries, donde conviven los restos de una ciudad griega, Emporion, con las de una ciudad romana, Emporiae. Por supuesto, algo que no puedes pasar por alto es la gastronomía de la Costa Brava, donde no deben faltar el suquet de peix, las gambas de Palamós o las anxoves de l’Escala .