¡Es sólo humor!
Las mujeres menstruamos. Es una obviedad y, sin embargo, no lo es tanto. Es normal y, sin embargo, es una anomalía. Es natural y, sin embargo, es vergonzoso.
Ya no nos echan de la tribu cuando esto sucede (al menos en nuestra sociedad) pero es preferible no dar señales o dejar rastros ni en la basura cuando nos pasa. Ya nadie piensa que podamos echar a perder una cosecha si estamos con la regla pero aún es motivo de mofa. Ya no se nos considera inútiles durante estos días, pero seguimos dando asco.
La infrarrepresentación femenina en todos los ámbitos, incluida la tele, no sólo es lamentable por sí sola ya que se nos niega el acceso a sitios donde debemos que estar, sino también -y sobre todo- porque tiene efectos negativos más allá de la invisibilización. Un ejemplo es el de este vídeo.
En El Hormiguero, uno de los programas más visto desde hace años, conducido por un hombre y con más hombres como colaboradores, se hablaba así de la regla y de la copa vaginal. Cinco hombres gritando “la mujer, ese gran desconocido” que dan paso a un tema del que no saben absolutamente nada y del que hacen chistes machistas de la –ya estigmatizada– menstruación para regocijo de su audiencia.
(Antes de seguir y para aclarar: la copa vaginal es la alternativa más saludable y ecológica que existe a las compresas y tampones. No contiene blanqueantes ni productos que nos irriten: está hecha de silicona hipoalergénica. No tiene poros donde se pueda acumular la suciedad. No absorbe flujos, sólo los recoge, y como recipiente dura más horas que una compresa o tampón. Una sola copa (20-30€) dura hasta diez años. No contamina ni deja residuos. El mal olor que provoca la sangre al contacto con productos químicos de compresas y tampones, desaparece con la copa. Pueden leer más en este enlace Ecologistas en Acción, que es justo donde encontré el vídeo).
Cada vez más mujeres empiezan a tener presencia en espacios más variados, es cierto, pero notamos que, en su mayoría, son usadas de floreros, de objetos, de mujeres con físicos heteronormativos y discursos que jamás se salen de lo establecido. Sólo ellos tienen permitido desbarrar, hacer el ridículo sin que llegue a más que una anécdota graciosa, hacer “humor” basado en estereotipos que refuerzan la desigualdad y un largo etcétera.
¿Se imaginan a una mujer presentando un programa que dirige otra mujer, acompañada a su vez de otras cuatro mujeres, que se dedican en prime time a ridiculizar, estigmatizar y desinformar sobre algo referente al hombre? Es un ejercicio de imaginación casi imposible por varios motivos: no hay nada relacionado con su naturaleza que sea considerado como algo vergonzoso.
Tampoco es fácil imaginar un programa así, la verdad pero, sobre todo, ¿qué respuesta tendría si algo así pasara? Si un montón de mujeres decidieran reírse en esos términos de, por ejemplo y salvando las distancias, la eyaculación o la polución nocturna. Ante una audiencia millonaria que incluye, por supuesto, a niños, niñas y adolescentes. Haciendo chascarrillos sobre lo “degenerado” del asunto que supone mancharlo todo y tener luego que limpiarlo, con cara de asco, dando además información falsa con risas enlatadas de fondo. ¿Cuántos hombres aplaudirían en el público enfervorecidos como pasa cuando somos nosotras las afectadas? ¿Cuántos hombres comentarían con grandes “jajaja” en los comentarios de un vídeo así?
Pero si es un ejercicio de imaginación casi imposible es, precisamente, porque no tenemos la necesidad de hacerlo. No nos parece risible ni a nosotras ni a ellos. Es más, a ellos les parece muy varonil, y cuanto más lejos lleguen con su eyaculación más campeones son, y si pueden correrse encima de ti, son aún más machos.
Pero sí, lo lejos que estamos de que algo así pase en un programa de máxima audiencia es directamente proporcional a la gracia que hace que lo hagan ellos. “Es sólo humor”, se escudan muchos siempre. Y sí, es humor (para quien se ría lo es), pero no es “sólo” humor. No afear jamás cosas como ésta, callarse, no denunciar en nuestros muros y en nuestras conversaciones este tipo de actuaciones, programas y espectáculos, es hacerle el juego a lo de siempre. Y sobre todo porque mientras callamos ante situaciones así, escondemos nuestras compresas y copas vaginales en el último bolsillo de nuestro bolso, seguimos teniendo pánico a que un día nos baje la regla y manchemos el pantalón, continuamos pidiendo un tampón a una compañera de curro en secreto, como Mata Haris pidiendo información clasificada y hacemos el trayecto de nuestra mesa al baño escondiendo una compresa como quien esconde una confesión vergonzosa.
Y es que la invisibilización de nuestra vagina y nuestro período es tal que muchos aún creen que menstruamos, lubricamos y orinamos por el mismo sitio. Que nuestros genitales son un portal dimensional por donde lo mismo sale un bebé que la orina, que flujo que regla. Nuestra anatomía no importa hasta el punto de que la medicina sigue siendo androcentrista. Y eso conlleva también a encarnizamientos médicos.
Justo así se llama el libro de la doctora Mercedes Pérez-Fernández y el doctor Juan Gervás: El encarnizamiento médico con las mujeres en el que se describen 50 intervenciones sanitarias excesivas sobre mujeres en nuestro país, que no son más que ejemplos de prácticas comunes.
“El riesgo de padecer apendicitis es mayor en los varones (9%) que en las mujeres (7%), pero, sin embargo, las operaciones para extirpar el apéndice infectado, las apendicectomías, han sido casi siempre el doble en las mujeres (24%) que en los varones (12%). ¿Por qué ha ocurrido esto? Entre otras razones, por la distinta anatomía abdominal femenina, que incluye los ovarios, el útero y las trompas de Falopio. También por la falta de adecuación de la respuesta profesional a las vivencias femeninas del cuerpo y sus cambios, que en este caso significa la mayor frecuencia de dolor funcional en niñas y adolescentes”.
Para ilustrarlo, la autora y el autor de libro ponen de ejemplo el caso de Mariola, una niña de diez años que lleva tres días sufriendo dolores abdominales que le van y le vienen. En urgencias la ingresan de inmediato y la operan de apendicitis. Cuando los padres de Mariola hablan con el cirujano, éste le informa de que el apéndice era normal. Ese mismo día Mariola tiene su primera regla.
Así que no, no es sólo humor, señores.
Quizás debamos nosotras empezar a sacar nuestra copa vaginal del bolso delante de otros como quien saca un bolígrafo, hablar de cómo cada una lava su copa en conversaciones donde ellos también estén, decir abiertamente que hoy estamos especialmente incómodas porque nuestro flujo está siendo abundante, no callar cuando los riñones nos duelan tanto que tenemos que doblarnos sobre nosotras mismas, animar a otras mujeres a que lo hagan con nosotras.
Porque sangramos, menstruamos, nos duele, es incómodo, molesto, a veces manchamos las bragas porque la compresa se movió, otras veces también nos llenamos la ropa, es engorroso y molesto, no dormimos del todo tranquilas por si manchamos el colchón, sufrimos calambres, pinchazos y un largo etcétera. Y todo esto es una vez al mes durante gran parte de nuestra vida. No lo hagan más tedioso de lo que ya es, señores, y dejen este “humor” para nosotras, que lo hacemos sin estigmatizarnos y mucho mejor que ustedes... quizás porque sabemos de qué estamos hablando.