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Por qué sigues tirando toallitas al váter

'Toallitas', una película de terror para el medio ambiente y para el bolsillo

José Luis Gallego

Seguramente muchos lectores se sentirán incómodos ante una interpelación tan directa desde esta columna de opinión. La segunda persona del singular es lo que tiene: que te coge por las solapas para mirarte directamente a los ojos.

Pero es que eso es lo que pretendo con este desesperado titular. Un titular que va sin interrogantes, porque no es una pregunta sino un lamento, y con el que interpelo directamente a la gente para intentar hallar una respuesta lógica a tan ilógico comportamiento.

Por qué a pesar de informar repetidamente que los fabricantes de toallitas húmedas nos engañan, que es mentira que se deshagan al echarlas al váter y tirar de la cadena. Por qué a pesar de todo lo que hemos publicado sobre el grave impacto ambiental que genera ese gesto, todavía siguen haciéndolo.

Es increíble.

Muchos pensarán que lo verdaderamente increíble es que las administraciones sigan permitiendo a esta banda de mercaderes, a los que el medio ambiente se la trae al pairo, sigan mintiendo en sus envases para facilitarnos la acción y seguir vendiendo más. Pero no nos engañemos.

Después de saber todo lo que sabemos, de ver imágenes tan desastrosas como las que hemos visto y ser conscientes del pastizal que nos está costando, lo inaceptable es que todavía haya tantos que se amparen en esa mentira impresa en el envase de las toallitas para seguir cometiendo la grave irresponsabilidad de tirarlas por el váter.

El último intento (también desesperado) de atraer la atención ciudadana para pedir la colaboración de todos y detener el avance de este gravísimo problema ha tenido lugar esta misma semana en Valencia, una de las ciudades más afectadas. Allí se ha presentado el documental Usar, tirar, atascar.

“Es una brutalidad –dice uno de los desatascadores que aparecen en las imágenes- hay kilómetros de toallitas ahí abajo”. Ahí abajo es el sistema de alcantarillado de Valencia: las tripas de la ciudad.

El atasco estaba provocando el vertido de aguas fecales al cauce del Turia, además de dar lugar a espectáculos tan surrealistas como el del gigantesco gusano de toallitas emergiendo al exterior, en plena calle, tras levantar la tapa de las alcantarillas.

Para evitarlo, en los últimos dos años los técnicos que trabajan para el Ayuntamiento de Valencia se han visto obligados a realizar un esfuerzo titánico, recurriendo a maquinaria pesada fabricada exprofeso y con un equipo de profesionales trabajando 24 horas al día en condiciones de alto riesgo, para retirar las 5.000 toneladas de toallitas que taponaban el colector norte de la ciudad de Valencia. El coste para las arcas municipales, es decir para los bolsillos de los valencianos, de todo ese esfuerzo asciende a 10 millones de euros. Efectivamente: brutal. Pueden ver el tráiler del documental aquí.

Cabe poco que añadir. Los fabricantes no están dispuestos a dar su brazo a torcer. Según ellos, sus toallitas son totalmente biodegradables y se deshacen en el agua, incluso no dudan en poner en el envase “papel higiénico húmedo”. Aunque las redes sociales vayan cargadas de vídeos que demuestran lo contrario, ellos siguen a su bola y se quedan tan anchos.

Por eso, mientras la ley no les para los pies de una vez por todas prohibiéndoles que sigan mintiendo y les obliga a cubrir el coste de los daños que están causando, la única solución posible está en nuestras manos. Así que, querido lector, por enésima vez (y las que haga falta), vuelvo a apelar a tu colaboración rogándote que NO TIRES LAS MALDITAS TOALLITAS POR EL VÁTER.

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