La carta desesperada de la mujer del marinero atrapado en Yemen al ministro: “Mi marido tiene derecho a ayuda”
La mujer del marinero gallego que lleva diez meses retenido en el puerto de Al Mukalla, en Yemen, ha remitido una carta al Ministerio de Asuntos Exteriores en la que denuncia la pasividad de las autoridades diplomáticas españolas y solicita ayuda legal y seguridad para su traslado. “Señor ministro, mi marido Pablo [Costas Villar] no es un delincuente, y aún si lo fuera la obligación de ayuda y auxilio como ciudadano no variaría”, escribe al nuevo responsable de la cartera, José Manuel Albores.
La misiva relata la situación de Costas Villar, capitán del buque Cobija, acusado por Australia de pesca ilegal y apresado en Yemen -país en guerra civil desde 2014- el pasado septiembre. Fue sometido a juicio y condenado a tres meses de arresto, que ya ha cumplido junto al resto de la tripulación, 32 hombres indonesios, peruanos, senegaleses y namibios. “Yemen es un país donde la seguridad jurídica no existe”, señala su esposa, residente en el domicilio familiar de Bueu (Pontevedra), “prueba de ello es que ha estado sometido a un procedimiento judicial sin contar con las mínimas garantías procesales”.
El documento ofrece algunos detalles del juicio que, asegura, “vulneran claramente el derecho a un proceso justo y a la tutela judicial efectiva”. Por ejemplo, que el abogado que en teoría representa al marinero también representa a la empresa armadora y a la agencia marítima, con intereses contrapuestos a los de los tripulantes. Y ni siquiera la comunicación es posible, al no haber idioma común ni traductor. “Las decisiones dictadas por la corte judicial nunca fueron comunicadas a Pablo por quien dice representarlo judicialmente”, añade la carta.
Costas Villar supo que existía una apelación de la Fiscalía de Al Mukalla -territorio bajo dominio del Consejo de Transición del Sur- que paralizó su repatriación -solicitada a España hace casi dos meses- a través de una comunicación del consulado peruano a un marinero de esa nacionalidad. “Los consulados de España en Riad (Arabia Saudí) y Mascate (Omán) tienen pleno conocimiento de la situación que está padeciendo Pablo Costas Villar y de su solicitiud de repatriación, siendo el resultado hasta ahora totalmente infructuoso”, dice.
La empresa propietaria del buque “ha abandonado a su suerte” al capitán y el resto de la tripulación. En origen esta era panameña, pero en el medio de la marea fue vendida a un armador somalí. Desde hace diez meses ni Costas Villar ni los demás marineros reciben salario alguno y están “expuestos a una situación insostenible a nivel alminetario, de habitabilidadm salubridad y seguridad”. “Todo lo saben las autoridades diplomáticas desde hace mes y medio pero no han hecho nada”, indica.
La mujer de Costas habla de “tremendos meses de desasosiego, desesperación y zozobra”, en los que sobre todo ha recibido la ayuda del sindicato gallego Central Unitaria de Traballadoras (CUT). “Nuestra apreciación puede sonar a desesperación por mi parte o por parte de nuestra familia, pero es la diagnosis real, más que una apreciación subjetiva”, considera, “Pablo es un profesional con 35 años de oficio en la mar, ese es su delito”. “De su trabajo comemos yo y nuestro hijo, aunque el infortunio de su última marea hizo que tengamos que sobrevivir a costa de otros miembros de la familia”, concluye.
Las ratas suben a bordo del barco
El propio Costas Villar, en comunicación con elDiario.es vía archivos de voz de Whatsapp, explica que la situación en el Cobija empeora. Atracado un en rincón del puerto de Al Mukalla desde que, la semana pasada, una tormenta le rompió la cadena de fondeo, las ratas han comenzado a subir a bordo. El capitán calcula que los víveres del buque se acabarán en una semana y el agua potable en un día. A partir de entonces, deberán bajar del buque a un bebedero. Mientras, en plena fiesta del cordero y con la ciudad paralizada por los festivos, los tripulantes esperan noticias de las diplomacias de sus respectivos países.
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