“La izquierda ha claudicado”

DK

Maj Sjöwall (Estocolmo, 1935) junto a su compañero Per Wahöö (Gotemburgo, 1926 – Estocolmo, 1975) ha escrito una obra única que revolucionó el género negro europeo. Diez novelas en las que a través de un personaje, el inspector de policía Martin Beck, se puede asistir al derrumbe del sueño socialdemócrata, a la claudicación de una izquierda posible que aún despierta en muchos la sensación de paraíso perdido. Sjöwall ha estado en Barcelona para recibir el Premio Pepe Carvalho que otorga BCNegra y presentar la traducción al español de Los Terroristas, la novela que cierra el ciclo de Martin Beck.

Diario Kafka: El inspector Martin Beck es un hombre solitario al que no le gustan las armas, está en una actitud reflexiva permanente, le interesan más las calles que los despachos. Se parece más a un periodista que a un policía, ¿usted está de acuerdo con esto?

Maj Sjöwall: No. Él es un funcionario, no es un policía en realidad, no es un policía de vocación, pero de joven empezó a trabajar para la Policía porque todos los jóvenes tenían que hacer el servicio militar, y él no quería usar armas ni ir a la guerra, porque era joven durante la Segunda Guerra Mundial. Si trabajabas como policía evitabas ir al Ejército. Pero hay tres comisarías de policía de Estocolmo que pensaban que eran el modelo en el que nos inspiramos para Martin Beck. Así que desde mi punto de vista, era muy realista como modelo.

DK: El género negro descansa en la trilogía de Chandler, Hammett y Macdonald. Una de las diferencias entre ellos puede ser que en el caso de Chandler, Philip Marlowe está delante, y el paisaje detrás. En Hammett es lo contraio, como en Poisonville, Poisonvilleporque puedes ver la ciudad y el detective se mueve en ella. Tal vez Macdonald los mezcla a ambos. Yo creo que usted y Per Wahlöö trabajaron en esta línea. ¿Está de acuerdo? Porque no vemos a Beck, vemos a Suecia e incluso, al mundo, todo junto.

MS: Sí, me parece que es así y además se hizo a propósito. Nosotros queríamos mirar a la sociedad a través de los ojos de Martin Beck y de sus compañeros. Los tres que ha mencionado, Chandler, Hammett y Macdonald, son mis favoritos, desde luego.

DK: Aquí y ahora, en España, cuando se habla del socialismo sueco es como un sueño, como la era dorada. Pero cuando leemos sus libros estamos en el umbral del infierno.

MS: No es el infierno, pero desde luego no es el país socialista idílico tampoco. Era otra época cuando Suecia era un estado socialdemócrata, en los años treinta, en los años cuarenta; es pasado.

DK: He leído en algunas declaraciones suyas que lo que sus libros denuncian de algún modo es la traición de la socialdemocracia a la clase trabajadora.

MS: Efectivamente. Nos dimos cuenta de que eso es lo que estaba ocurriendo durante los años sesenta. Cada vez se derechizaba más la socialdemocracia hasta el día de hoy. Ahora tenemos un régimen burgués y los socialdemócratas intentan recuperar el poder pero los dos partidos, el de derechas y el de izquierdas, son casi idénticos, son como si fueran uno, prácticamente.

DK: ¿La izquierda ha claudicado?

MS: Sí.

DK: En casi todos los países...

MS: Sí.

DK: Me gustaría leer un breve fragmento de la novela El asesino de policías: El asesino de policías: “Estado de derecho. La expresión estaba desde hacía tiempo tan corrompida que muchos suecos no osaban pronunciarla, y otros se echaban a reír cuando la mencionaba en serio. Ciertamente existió una ley, pero la evolución de los últimos años había demostrado que esa ley podía subvertirse a conveniencia por las autoridades y el régimen. Los que estaban en el medio eran, como de costumbre, los ciudadanos.” Esto fue escrito hace treinta años pero es como leer en estos textos lo que está pasando ahora. ¿Es consciente de la actualidad de estos libros?“Estado de derecho

MS: No, no realmente, porque ya no los leo... (risas).

DK: Cuando usted y Wahlöö escribieron estos libros, en esa época, los lectores podían ver cierta en luz en los claroscuros del backstage backstage político y social. Pero ahora, en este momento, da la sensación de que la gente tiene más consciencia. Todos sabemos todo. Entonces, ¿quién está escribiendo algo que no vemos?

MS: Creo que nosotros vimos mucho a través de nuestro trabajo como periodistas. Per a veces había trabajado como reportero en temas de sucesos, de crímenes, y ambos íbamos a los tribunales como miembros de jurado en nombre de nuestro partido, el Partido Comunista. En el Partido Comunista no teníamos policías, sino que teníamos abogados y médicos, así que lo que nosotros veíamos y oíamos eran los temas sobre los que luego escribíamos. Escribíamos sobre lo que veíamos. Las fuerzas de policía eran una organización muy cerrada, resultaba muy difícil a los periodistas escribir sobre su trabajo, así que cuando queríamos escribir sobre cómo trabajaban los policías, sus métodos, resultaba muy complejo. Pero teníamos un amigo policía que nos ayudó, nos ayudó mucho, porque en la época en que nosotros estábamos escribiendo nuestros libros, la policía estaba organizándose de un modo distinto a como lo hacía hasta entonces. Cerraron todas las comisarías pequeñas y en todas las ciudades había un edificio horroroso que era la Central de la Policía. Se produjo una centralización en el cuerpo policial y esto empezó cuando nosotros habíamos escrito el primer o segundo libro. Luego la cosa aún resultó más difícil, conseguir información. Así que muchas de las cosas las adivinábamos.

DK: Menciona el Partido Comunista, luego lo abandonó, ¿es cierto?

MS: Sí. Yo no soy una persona del partido, y el líder de nuestro Partido Comunista era una persona bastante nueva, un intelectual, y quería más sangre fresca en el partido. Empezamos nosotros, y junto con otros comenzamos a publicar una revista semanal, que era mucho más moderna que los periódicos cotidianos. En esa época entré en el Partido, pero cuando se produjo la Primavera de Praga salí del Partido Comunista.

DK: ¿Qué es hoy el comunismo en Suecia?

MS: No existe. Tenemos un partido de izquierdas, que es al que yo voto, pero no es muy socialista que digamos.

DK: ¿Cree que también han claudicado?

MS: Sí.

DK: O sea, que el Partido Comunista desapareció y la izquierda claudicó.

MS: No desapareció, pero con el tiempo fue cambiado de nombre: pasó de ser Comunista a ser el Partido de Izquierdas, luego el Partido Socialista y ahora se llama La Izquierda.

DK: Un proceso similar al de Italia, porque en España y Francia aún existe el Partido Comunista.

MS: Sí, exacto.

DK: El gran hecho que conmueve en su día a Europa es el magnicidio, el asesinato de Olof Palme. ¿Este podría haber sido el libro que no escribieron, el libro once?

MS: Sí, desde luego, pero nosotros en el décimo libro ya habíamos matado al Primer Ministro, de otra manera (risas). El nuestro no fue un asesinato político, pero en realidad yo creo que sí lo fue.

DK: Este caso, el de Palme, habría sido ideal para Martin Beck.

MS: Lo hubiera resuelto, sí.

DK: Hay muchas sombras detrás de esto.

MS: Sí, y creo que la policía o hizo un trabajo muy mediocre o es que no querían resolverlo. Siguen investigando y la última noticia, justo antes de que yo me fuera de Suecia, fue que se publicó en los periódicos que hay un testigo que le dijo a la policía que vio al asesino hablando con Palme antes de que le disparara, y este testigo ha estado desaparecido durante todos estos años y ahora ha aparecido de repente. Ya existía en las investigaciones y los interrogatorios del momento, sin embargo lo quitaron de en medio. Es muy interesante…

DK: ¿Cómo trabajaba con su compañero, cuál era el método? Porque no es muy usual un trabajo literario a cuatro manos, ¿no?

MS: Sí, desde luego, es poco habitual. Escribir, en general, es un trabajo solitario. Sin embargo, desde el principio nosotros decidimos que queríamos hacer este proyecto juntos, así que, hablando, desarrollábamos juntos los argumentos, la trama. Hacíamos la investigación y escribíamos un esbozo de los treinta capítulos, unas cuantas líneas para cada uno de ellos para organizar un poco el esqueleto del libro. Luego nos sentábamos en la misma mesa y empezábamos a escribir a mano. Yo cogía un capítulo, él cogía otro y luego por la mañana yo pasaba a máquina lo que había escrito él y él pasaba a máquina lo que había escrito yo.

DK: Ninguno conocía lo que había escritor el otro.

MS: Exacto. Era una manera de trabajar muy agradable porque cuando te sentabas con tu capítulo, solo tenías unas cuantas líneas que decían, no sé, por ejemplo “Martin Beck está en casa, va a la comisaría de policía y le comunican que ha habido un asesinato”. Y luego tenías que ponerle toda la chicha al esqueleto. Era divertido porque no hablábamos mientras escribíamos, así que a la mañana siguiente, cuando yo recibía su texto, era nuevo para mí. Era una manera muy interesante de trabajar, la verdad.

DK: Y cuando estaban escribiendo, ¿solamente hacían esa actividad o la compatibilizaban con otros trabajos?

MS: Dejamos de trabajar cuando nació nuestro primer hijo. Per continuó trabajando como freelance y yo era traductora. También escribimos unos cuantos guiones para películas, bastante malillos (risas). Pero creo que por último, cuando se tradujo al alemán el primer libro, conseguimos ya empezar a mantenernos con el trabajo como freelance y además Per también iba escribiendo sus propios libros, separados de todo esto.

DK: ¿Qué libros escribió Per fuera de esta serie?

MS: Hay dos de ellos, interesantes, que han sido traducidos al inglés. Uno se titula The Wind and the Rain, es muy breve y ocurre en Mallorca o en Menorca. Es sobre un antiguo nazi que conoce a una chica judía en España y se enamoran. Y luego escribió una novela titulada The Lorry, también ocurría en España y trataba sobre guerrillas, sobre la resistencia contra Franco. Per había vivido más o menos un año en España, y cuando fue a la Guardia Civil a renovar el permiso de residencia le mandaron para casa, no se lo dieron.