- Xavier Casals expone la tesis de su ensayo El pueblo contra el parlamento. El nuevo populismo en España, 1989-2013. Según Casals, las formaciones que emergen en España, y que antes lo hicieron en Cataluña, indican que se acerca un auge de discursos que combinan protesta anti-establishment y afirmación de identidad, sea esta última española, regionalista, “nacionalista periférica” (catalana, vasca, gallega) o incluso de defensa de derechos de los “autóctonos” ante los inmigrantes.
Todos los sondeos publicados en España coinciden en vaticinar una caída del bipartidismo PP-PSOE. Por esta razón, la cartografía política surgida de la Transición puede experimentar un cambio profundo en varias direcciones, como expongo en el ensayo El pueblo contra el parlamento. El nuevo populismo en España, 1989-2013. Esta obra analiza cómo las tendencias de cambio en los partidos ya se advierten en Cataluña desde hace una década y desde aquí se expanden por el Estado, de modo que esta comunidad es el laboratorio político de España. A continuación, exponemos sus elementos de novedad.
La hora de los nuevos partidos
En Cataluña, se ha producido una erosión continuada en las urnas de sus cinco grandes partidos (CiU, ERC, PSC, el PP e ICV) y un aumento de voto de otras opciones, especialmente en el ámbito local y en el autonómico. De este modo, entre el 2003 y el 2013 el apoyo a otros partidos ha pasado del 2.6% al 18.4% (Tabla 1).
Así, en los comicios locales de 2003 consiguieron presencia institucional dos nuevos partidos: la ultraderechista Plataforma per Catalunya [PxC] y la Candidatura d'Unitat Popular [CUP], una formación asamblearia anticapitalista e independentista. En las elecciones autonómicas del 2006 lo logró un tercer partido, Ciutadans, y en las del 2010 lo hizo otro, Solidaritat Catalana per la Independència [SI].
Pese a sus diferencias ideológicas, estas formaciones nuevas presentan tres grandes rasgos compartidos que también se advierten en partidos que emergen en otras comunidades. ¿Cuáles son?
1. Asocian la defensa de la identidad con la denuncia de la política tradicional. Estas formaciones pretenden acortar distancias entre representantes y representados, de ahí su mención constante a la regeneración democrática, sus alusiones peyorativas a la clase política tradicional (“partitocracia” y “casta”) o su recurso a lemas como “Rebélate!” (C’s) o “La voz del pueblo” (CUP).
Esta tendencia también se observa en nuevos partidos que emergen en el resto de España. De este modo, Unión, Progreso y Democracia [UPyD], afirma haber “obligado a incorporar al debate político propuestas y alternativas que estaban vetadas por el establishment político, económico y mediático”. Y el Foro Asturias Ciudadano [FAC se define como “un movimiento de ciudadanos libres [...] que se rebela contra la condición de súbditos en la que han estabulado a los asturianos los omnipotentes aparatos de los partidos”. También la coalición Compromís, en Valencia, en su Manifiesto “hace un llamamiento a la sociedad civil valenciana a participar de la necesaria rebelión democrática [...], con una degradación política que nos avergüenza y con una crisis económica de gran magnitud que genera paro, empobrecimiento y degradación ambiental. [...] Otra manera de hacer política es posible”.
2. Pretenden erigir partidos-movimiento en apariencia o realidad. Ante el desprestigio de los partidos tradicionales y los problemas de representatividad del sistema político, las formaciones emergentes se autodefinen como emanaciones de la sociedad y pretenden establecer una democracia “real”. Por ello rechazan autodenominarse partidos y emplean nombres que designan apiñamientos cívicos transversales (“ciudadanos”, “plataforma”, “solidaridad” o “candidatura de unidad popular”) y recurren más a valores que a ideologías. Esta tendencia es visible igualmente en sus liderazgos, que detentan personajes outsiders o alejados de la política profesional (Josep Anglada en la PxC, Albert Rivera en C's o Joan Laporta en SI) o colectivos (la CUP).
En el resto de España este fenómeno también se observa en las nuevas denominaciones de los partidos emergentes: Foro, Compromís o Unión, Progreso y Democracia. A ellas pueden añadirse otras extraparlamentarias como Equo. En suma, no sólo desaparece la palabra partido de las denominaciones de los nuevos actores políticos, sino que las definiciones ideológicas ortodoxas (como socialdemócrata o demócrata-cristiano) tienden a dar paso a idearios determinados por valores que pueden ser ampliamente compartidos.
En este sentido, C's ha optado por asumir el explícito rótulo de Movimiento Ciudadano para realizar su ambicioso salto a la política estatal, que indica su voluntad de anular fronteras entre la esfera política y la civil. También el exbanquero Mario Conde denominó a su partido Sociedad Civil y Democracia [SCD] en los comicios autonómicos gallegos del 2012. Asimismo, nuevas propuestas políticas como el Partido X asocian liderazgo asambleario y sociedad civil. De este modo, el nombre completo de esta formación extraparlamentaria es “Red Ciudadana. Partido X” y se autodefine como “El partido de democracia y punto”.
3. Protagonismo de Internet en términos ideológicos y organizativos. La red permite construir organizaciones de forma rápida y con un coste económico mínimo. Pero en algunos casos Internet es importante porque transmite de modo implícito el mensaje de las nuevas formaciones, ya que plasma la democracia participativa que éstas afirman desear. Lo afirmamos en la medida que la red crea una “plaza electrónica” que permite a los seguidores del partido intervenir en foros o decisiones de forma horizontal. En Cataluña, por ejemplo, la CUP emplea internet en este sentido y SI habilita plebiscitos electrónicos entre sus adheridos.
En el conjunto de España el impacto político de la red se ha plasmado en la convocatoria de grandes movilizaciones, pero no ha alumbrado aún partidos de cierta consistencia. No obstante, en las nuevas formaciones el papel de las redes sociales es trascendente. Lo ilustra, por ejemplo, la llamada Equomunidad de Equo o el propio mecanismo de funcionamiento y organización del mencionado Partido X.
Algunas claves del nuevo mapa político español
El marco descrito plantea la posibilidad de que asistamos al fin de la era iniciada por la monarquía juancarlista en 1975. Hoy gran parte de la sociedad española cuestiona todas las instituciones: desde la Corona hasta los grandes partidos, pasando por las Cortes (notablemente el Senado) y la clase política. La crisis económica, además, estimula la expansión de los discursos antielitistas que asocian a las élites políticas tradicionales con la defensa de los intereses de las entidades financieras. A su vez, la demanda de un plebiscito catalán sobre la independencia pone en entredicho la viabilidad del Estado de la autonomías establecido en la Constitución de 1978.
Todo lo expuesto indica que asistimos a una implosión del sistema político estatal que tiene su epicentro en Cataluña y al eventual inicio de una gran ola populista. Así las cosas, los próximos comicios legislativos españoles pueden definir un mapa político distinto al actual en dos aspectos. Por una parte, en el declive electoral del PP y del PSOE, que sería paralelo al ascenso de nuevas formaciones, notablemente UPyD. Por otra parte, es posible que la irrupción de posiciones críticas hacia las medidas de austeridad del gobierno no se limiten al crecimiento de la izquierda del PSOE (con el anunciado ascenso de Izquierda Unida), ya que también pueden alumbrar una derecha crítica con la política económica del PP, especialmente su presión fiscal sobre clases medias. El resultado de estos eventuales cambios sería un mapa político en el que al tradicional eje derecha-izquierda se sumarían otros dos. Uno que separaría “derecha e izquierda defensoras de la política de austeridad” y “derecha e izquierda anti-austeridad” y otro que diferenciaría entre partidos nuevos y tradicionales.
En cualquier caso, las formaciones que emergen en España indican que se acerca un auge de discursos que combinen protesta anti-establishment y afirmación de identidad, sea esta última española, regionalista, “nacionalista periférica” (catalana, vasca, gallega) o incluso de defensa de derechos de los “autóctonos” ante los inmigrantes. En suma, la tan debatida segunda Transición española ya ha empezado en Cataluña, aunque pocos analistas y políticos parecen querer darse cuenta.
Puede accederse libremente en PDF por gentileza del editor de El pueblo contra el parlamento a:
La introducción, el prólogo y el sumario en este archivo clicando aquí.aquí
El primer capítulo sobre la “berlusconización política” de España clicando aquí.aquí
Puede hallarse una recapitulación de sus principales tesis aquí.aquí