Si se observan los procesos electorales ocurridos en Europa en los últimos años, se perciben unas tendencias comunes: cambio de la mayoría gobernante, debilitamiento de los partidos centrales de todos los sistemas y aumento del apoyo a opciones que se sitúan en los márgenes, cuando no directamente fuera, de dichos sistemas. El último ejemplo lo encontramos en las recientes elecciones locales en Inglaterra y País de Gales. Los conservadores en el poder perdieron frente a los laboristas, pero los auténticos ganadores de la contienda fueron los xenófobos del UKIP. Se puede hacer un cuadro similar de los últimos procesos electorales en Italia, Grecia, Portugal, incluso Francia. Y en España se presiente en cada nueva encuesta. La intención de voto a PP y PSOE, recogida por el CIS, ha pasado del 55% en Junio de 2011 a sólo el 26% en Abril de 2013, y el debilitamiento de los dos “grandes” es una realidad allí dónde se han celebrado elecciones (Andalucía, Galicia, Euskadi o Catalunya).
Frente a esta tendencia común se dan dos explicaciones. La conservadora, que defiende que todo es culpa de la crisis económica y postula que cuando ésta se acabe (?) todo volverá a la “normalidad”, y la hipótesis alternativa, que sugiere que nos encontramos inmersos en un final de régimen y que la caída de las fuerzas del “establishment” dará paso a la regeneración democrática.
Algo de razón tienen ambas hipótesis, pero fallan en lo esencial. Esto no es un cambio pasajero que nace de la crisis y se irá con ella, como defienden los conservadores (de derecha y de izquierda), viene de más lejos, de antes de la crisis financiera. Esta no ha hecho más que ahondar en el problema, pero no lo ha creado (y no lo va a solucionar). Por otro lado, no es cierto que la caída de los partidos del “establishment” vaya a comportar una nueva primavera democrática. ¿El Movimento 5 Stelle es un paradigma de formación democrática? ¿Las propuestas de los griegos de Aurora Dorada representan la regeneración del actual sistema esclerótico?
La raíz de la crisis política actual es más profunda y afecta el fondo de los elementos esenciales de lo que entendemos por política: propuesta, poder y representación.
La política se basa en conceptos morales, traza fronteras entre lo bueno y lo malo, lo aceptable y lo inaceptable, lo justo y lo injusto. La política es, ante todo, una opción de carácter moral, pero en las últimas décadas se nos ha vendido como una elección en base a criterios técnicos de gestión, cuando no en base a aptitudes individuales de candidatos. Y eso nada tiene que ver con la crisis, es anterior a la crisis.
La crisis ha profundizado en esta desmoralización de la política y de la sociedad. Las “salidas” a la situación propuestas por el “establishment” han dejado manifiestamente de lado conceptos como justicia y ecuanimidad para centrarse en criterios aparentemente “técnicos”. Así, se ha salvado a los causantes del desaguisado por cuenta de las víctimas, con el argumento de que no había alternativa posible, y si la hubiera, nos llevaría al desastre. La teoría del “too big to fail” es el nuevo catecismo: no hace falta ser bueno para salvarse, sólo hay que ser parte de la élite. ¿Qué tipo de sociedad genera este tipo de mensaje? Cínica, descreída, acérrimamente individualista… una sociedad antipolítica.
Y esto ha sido posible por la impotencia de la política. Desde el triunfo de las tesis neoliberales, con su idea central de dejar la economía en manos de los “expertos” (“el gobierno no es la solución, el gobierno es el problema”, dijo Reagan), los distintos gobiernos, de derecha o de izquierda, han ido despojándose de la mayoría de los instrumentos de actuación en la esfera económica. El paradigma neoliberal i las tesis postmaterialistas limitaron el campo de actuación de la política a las cuestiones morales (gran paradoja) y de hecho en las últimas décadas los “hitos” de los gobiernos socialdemócratas se han ceñido a cuestiones “de valores”: aborto, matrimonio gay, inmigración, educación, dependencia. La economía quedaba reservada a los “expertos”, conocedores de los mercados y sus arcanos. La mayor crisis económica en casi un siglo ha pillado a la política sin armas, incapaz de reaccionar, impotente.
Sin propuesta y sin poder la política es un elemento periférico para la mayoría de los ciudadanos a los que supuestamente debe representar. Ciudadanos que han crecido en una sociedad definida por las fuerzas desatadas de un mercado supuestamente libre. Una sociedad dónde el espacio del entendimiento está siendo sustituido por el de la competencia, dónde la esfera de lo común desaparece, llevándose consigo la idea de pacto entre diferentes, es decir, la idea misma de la política.
Ya no es que la política haya dejado de ser útil a una gran mayoría de ciudadanos y que sólo reporte beneficios palpables a los que dependen de ella, a la casta, es que la política hace tiempo ha dejado de intentar definir un tipo de sociedad. Ha ido adaptándose al espacio cada vez más reducido que le dejaba el paradigma dominante, enclaustrada en las instituciones y las sedes de los partidos. Y ahora se encuentra con una sociedad que no espera nada de ella más allá de usarla como canal para expresar el hartazgo y la ira. ¿O acaso no es eso lo que manifiesta el voto a Beppe Grillo? ¿O es que sus votantes esperan que forme gobierno y tire adelante sus propuestas? No, saben perfectamente que el gobierno, cualquier gobierno, tiene el programa definido de antemano. Lo han experimentado los italianos, al igual que los portugueses, los franceses o los españoles.
Nos deslizamos hacia una sociedad de individuos-burbuja con acceso restringido por afinidad. Una sociedad de individuos que no aceptan límites a su capacidad inmediata de elección (de consumo) de bienes, individuos, experiencias, etc. Una sociedad en la que lo común tiende a desaparecer porque no hay nadie que se ocupe ya de ello, y de eso iba lo que llamábamos política.
Este post es un resumen de 'Restoring the sense of politics. The three faces of politics: morality, power and society', intervención de Oriol Bartomeus en Next Left: Framing a New Narrative, un seminario sobre el futuro de la izquierda organizado por la Fundació Rafael Campalans.'Restoring the sense of politics. The three faces of politics: morality, power and society'Next Left: Framing a New NarrativeFundació Rafael Campalans