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“Humanizar” la llegada de los inmigrantes a puerto, objetivo de los estudiantes de Arquitectura en Málaga

Imagen de la llegada de migrantes al Puerto de Málaga el pasado 26 de febrero | N.C.

Néstor Cenizo

El Puerto de Málaga no cuenta con instalaciones para la recepción y primera acogida de los migrantes rescatados en el mar. Cruz Roja y el colegio de abogados, encargados de prestar la primera asistencia sanitaria y jurídica, han denunciado la situación en varias ocasiones. Ahora, alumnos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Málaga están presentando proyectos con posibles soluciones a las ONG. Con este paso, las ONG pretenden demostrar que la falta de unas instalaciones mínimas obedece a la falta de voluntad política.

La cifra de migrantes rescatados en el Mar de Alborán y trasladados a los puertos de Málaga, Motril (Granada) y Almería ha crecido en el último año, con un repunte entre los meses de diciembre y marzo. En 2015 Cruz Roja atendió en el Puerto de Málaga a 182 personas, que aumentaron a 787 en 2016. En lo que llevamos de 2017, han llegado 436 migrantes a Málaga por vía marítima, según las cifras de Cruz Roja.

Mientras que en Almería y Motril existe un espacio para la atención sanitaria e iniciar los primeros trámites, en Málaga se les asiste de urgencia en tiendas desmontables y en una sala de espera. No hay duchas para personas que llevan horas y a veces días en el mar, en condiciones de frío y humedad, como demuestran las fotografías que acompañan a este reportaje, tomadas el pasado 26 de febrero. Aquel día algunos temblaban de frío y muchos andaban descalzos por la dársena.

También los abogados han denunciado las condiciones en las que prestan la primera asistencia a los migrantes, muchos de los cuales son potenciales demandantes de asilo. Las entrevistas se realizan a la vista de todos y sin privacidad, en unas mesas dispuestas en la sala de espera de la estación marítima. “La entrevista personal es muy importante [para la solicitud de asilo], y una sala abierta llena de policías no tiene ninguna intimidad. Y si viene alguna víctima de trata, no puede hablar porque puede haber alguien vigilándola”, asegura Guillermo Jiménez, miembro de la junta directiva del Colegio de Abogados de Málaga: “Trabajamos de pie, no tenemos ni una mesa para apoyarnos. Es muy difícil trabajar así”.

El presidente de la Autoridad Portuaria, Paulino Plata, prometió el 1 de febrero que cedería un local de 450 metros cuadrados ubicado en la lonja, pero ese espacio estaría destinado para instalaciones policiales y no a la asistencia sanitaria. La Policía y la Guardia Civil están estudiando su acondicionamiento, según explica una portavoz de Subdelegación del Gobierno. Aunque es el Ministerio del Interior quien debe determinar su uso y ubicación definitivos, el Puerto es titular de los terrenos, y de momento no encuentra mejores lugares que esa nave que las ONG ven insuficiente. “Hemos enseñado el espacio que tiene a la Subdelegación, que es quien lo solicitó”, explican desde el Puerto.  

La Universidad aporta un “catálogo de soluciones” para “humanizar el tránsito”

Contra esta parálisis se propone actuar la Escuela de Arquitectura. “Lo que queríamos es plantear que es viable hacer propuestas”, explica Alejandro Cortina, director de Málaga Acoge, que planteó esta colaboración. Cruz Roja, Málaga Acoge, CEAR y Accem examinaron una decena de proyectos elaborados por alumnos de tercer curso este lunes. “Se ha demostrado que se pueden hacer las cosas de otra manera, que se pueden hacer planteamientos razonables y ajustados económicamente y que la falta de espacios a la atención a las personas es por falta de voluntad”, opina Cortina.

Según Antonio Álvarez, profesor de arquitectura y responsable de la actividad, la Escuela recibió el encargo de aportar un “catálogo de soluciones”. Para el trabajo, trasladó a los estudiantes cuáles eran las necesidades (comedor, pequeños despachos que garanticen intimidad, baños, una pequeña zona residencial para los migrantes que esperan la admisión de su solicitud de asilo) y les puso dos condiciones básicas: que la instalación fuese desmontable y móvil. Se trata, dice el profesor, de “humanizar el tránsito” de los recién llegados. La instalación ocuparía unos 600 metros cuadrados y los alumnos han presentado una veintena de proyectos con un coste de entre 250 y 300.000 euros a partir de materiales reciclados y desmontables.

La intención de la Escuela es seleccionar los mejores y seguir hasta donde sea posible. Para ello tendrán que sumar el apoyo político de los responsables del Puerto, Interior y el ayuntamiento. En otros países no es extraño que los alumnos participen en este tipo de proyectos, explica Álvarez. El Centro Comunitario para Refugiados de Mannheim, en Alemania, fue construido a partir del diseño de 18 estudiantes de arquitectura y 25 refugiados, supervisados por tres profesores de la Universidad. “En cuatro semanas hemos sido capaces demostrar que se puede hacer, y hablamos de estudiantes”.

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