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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Emprendiendo a contraluz

María José Osuna fue hasta el pasado invierno azafata de una compañía área. Mientras recorría aeropuertos de todo el mundo estudió Diseño de Interiores. “Siempre me ha gustado la decoración”, asegura. Y por casualidades del destino, hace un par de años en un viaje a Londres mientras reformaba su vivienda, y buscando lámparas para la escalera, se fijó en la silueta que había en un escaparate. Fue su inspiración para la lámpara que necesitaba, y para su idea de negocio que hasta ese momento ni se planteaba.

Desde ese viaje al Reino Unido ha estado trabajando en desarrollar el concepto que sirviera de base para su nueva propuesta: lo que denomina lámparas-cuadro. Pero el camino hasta definir y producir los modelos que hoy se venden en casi un centenar tiendas de toda España no ha sido fácil. El producto era tan nuevo que lo ha tenido que ir creando perfeccionando desde cero, apoyándose en tapiceros, carpinteros y electricistas hasta dar con el formato final. El primero fue para ella, su escalera tuvo la lámpara que necesitaba y sus allegados vieron en ese modelo un elemento decorativo muy original y novedoso (práctico), por lo que los encargos comenzaron a llegar por el boca a boca.

Los pedidos siguieron creciendo y María José Osuna decidió comercializar estas lámparas. Creo su propia marca, Acontraluz Collection, y su vida ha dado un giro de 180º. Define sus lámparas, las cuales ha patentado, como “un nuevo concepto en decoración en el que una lámpara no sólo debe servir para iluminar y un cuadro sólo para decorar y que ofrece un ambiente acogedor y diferente al espacio”. Sin embargo no todo es fácil de expresar, ya que debido a las características del producto, “es difícil de apreciarlo en foto ya que no es posible captar el duende que ofrecen”.

El diseño de cada una de las lámparas lo realiza la propia María José. “Yo desarrollo la idea, y cuando la concreto, se la envío al carpintero”, afirma esta ex azafata de vuelo a la que la vida le ha cambiado entrando de lleno en el mundo empresarial junto a su marido, quien se encarga del área de marketing de Acontraluz Collection.

Pero María José tiene los pies en el suelo y reconoce que su andadura es, y va a ser, complicada. Parte de la idea de que la situación de crisis es un freno para este tipo de negocios porque estas lámparas decorativas y ambientales “no son un artículo de primera necesidad” pese a que su coste, teniendo en cuenta la elaboración artesanal del producto, no es excesivo.

La idea de Acontraluz Collection está teniendo una gran acogida, lo que impulsa a María José a seguir firme en su concepto empresarial y, de momento, los trabajos los realiza a demanda, mirando a un futuro en el que quiere crecer poco a poco y con la vista puesta en la exportación, donde ya ha dado los primeros pasos.

Sin embargo, para cruzar las fronteras hace falta una mayor inversión que, a corto plazo, no se puede producir. María José trata de conseguir ayudas de las instituciones oficiales, “que creo que son las que ahora deben apoyar a los nuevos proyectos”, sentencia.

María José Osuna fue hasta el pasado invierno azafata de una compañía área. Mientras recorría aeropuertos de todo el mundo estudió Diseño de Interiores. “Siempre me ha gustado la decoración”, asegura. Y por casualidades del destino, hace un par de años en un viaje a Londres mientras reformaba su vivienda, y buscando lámparas para la escalera, se fijó en la silueta que había en un escaparate. Fue su inspiración para la lámpara que necesitaba, y para su idea de negocio que hasta ese momento ni se planteaba.