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“El ADN que te parió”: historias de “los hijos ilegítimos de los señoritos” y su lucha por que la Justicia los reconozca

El ensayo, publicado por Editorial Pábilo, tiene ya en marcha la segunda edición

Sara Rojas

Sevilla —

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“Hombre con poder, chica humilde, embarazo y si te he visto no me acuerdo. Mujer que ya en el lecho de muerte, o siendo muy mayor, le comenta a su hijo o hija que su padre fue tal hombre y entonces esa persona empieza a investigar y decide ir a un abogado”. Esa es la trama que subyace en buena parte de las historias que el periodista Fermín Cabanillas recoge en El ADN que te parió (Editorial Pábilo), un libro que recopila más de una veintena de casos judiciales de personas que, como Javier Santos, lucharon en los tribunales por ser reconocidas como descendencia oficial de alguien, a menudo una personalidad influyente, como Julio Iglesias, en su caso.

A modo de ensayo, aunque repleto de ingredientes propios de la novela negra –detectives, poder, tumbas, clasismo–, el autor se adentra en el archivo del bufete que más casos de reclamaciones de paternidad ha ganado en España en los últimos 20 años. “El bufete de Fernando Osuna en Sevilla ha gestionado unos 900 casos de paternidad en unos 15 años, de los cuales la mitad ha ido a juicio y un alto porcentaje los ha ganado”, explica Fermín Cabanillas en conversación con elDiario.es Andalucía, medio con el que colabora regularmente.

“Hay casos que son muy mediáticos y otros no tanto, pero merecían igualmente que se supieran”, añade el autor de El ADN que te parió, aludiendo a historias como la de Sofía la Cuberita, “una mujer que ahora tiene 72 años y está reconocida legalmente como hija de un terrateniente, pero todavía no ha podido cobrar su herencia”. El capítulo dedicado a Sofía Benítez Cubero narra uno de las escenas más llamativas del libro: el juez, a instancias del letrado sevillano, decretó una orden de alejamiento sobre la tumba del presunto padre en aras de evitar que los parientes incineraran el cadáver y eliminasen el rastro genético durante el proceso judicial.

El nuevo libro de Fermín Cabanillas se vertebra en una doble hélice como la del ADN: “Por un lado, habla del machismo que ha dominado y que sigue dominando todavía en la sociedad española y, por otro, es una reflexión sobre la lentitud desesperante de la justicia que en España tiene casos que claman al cielo”. Javier Santos lleva tres décadas batallando en los juzgados para ser reconocido oficialmente como hijo biológico de Julio Iglesias, a pesar de tener una prueba genética que certifica una coincidencia del 99,9% entre su ADN y el del cantante multimillonario.

Historia de una botella

Precisamente, El ADN que te parió desvela la intrahistoria de esa famosa prueba que saltó a los medios hace siete años, después de que un equipo de detectives de Dos Hermanas viajara a Miami con la misión de regresar con algún objeto susceptible de extraer el ADN de algún miembro de la familia Iglesias. Una vez descartado el progenitor debido a las fuertes medidas de seguridad que lo rodean, el foco se centró en Julio José, el segundo hijo del cantante e Isabel Preysler, por ser el que contaba con una rutina más previsible y con menos seguridad personal.

Los detectives lo siguieron durante más de 240 horas en Miami y consiguieron hacerse con una botella de agua (en realidad, un bidón) que Julio José siempre sostuvo que le habían robado, pero que el libro documenta que “se le cayó” cuando abandonó apresuradamente la zona en la que hacía surf con un amigo porque empezó a llover de repente. Ese matiz resulta crucial para el proceso judicial, ya que “si el juez tiene la más mínima duda de que las pruebas se han obtenido de forma ilegal, puede tumbarlas de forma inmediata”, como remarca el autor del libro.

Además de la botella, reunieron otros 16 objetos susceptibles de los que extraer el ADN, como un chicle, una cañita o una lata de cerveza. Recabadas las pruebas genéticas, el siguiente reto era regresar a España con las pruebas intactas y, para ello, los detectives idearon un plan minuciosamente pensado: “Si lo metían todo en la maleta y esta se perdía, se perderían 20 días de trabajo –y miles de euros invertidos en el viaje–, de modo que decidieron meter las pruebas biológicas entre la ropa y fue un verdadero suplicio para ellos pasar los controles de seguridad en el aeropuerto de Miami sin levantar sospechas y y bajarse en Madrid ya con las pruebas a salvo”, rememora Fermi Cabanillas.

A pesar de contar con una prueba tan evidente, el caso de Javier Santos sigue estancado en los tribunales. “Si la ley hubiese sido como hoy hace 40 años, Santos sería ya hijo legal de Julio Iglesias”, afirma el periodista, en alusión al cambio que se produjo en España a partir de 1999, según el cual “si un hombre es llamado por un juez para hacerse una prueba de paternidad y no se presenta, equivale a aceptar que es culpable”. Sin embargo, cuando Javier Santos inició su periplo judicial junto a su madre en 1991, el cantante “estaba amparado por la Justicia” si se negaba a hacerse la prueba y “ahora el juez se agarra a que su caso ya está juzgado”.

Con todo, Cabanillas está convencido de que “la historia de Javier Santos va a caer por su peso”. Primero porque “las reclamaciones de paternidad en España no prescriben mientras vive la persona que las reclama”. Y, en segundo lugar, porque “creo que en este momento están en proceso negociador de las partes”, según avanza. “Yo creo que se va a llegar a un acuerdo porque no hay intención de Julio Iglesias de declararlo hijo legítimo, no hay intención de los hermanos de acogerlo como uno más y aunque seguramente no nos enteremos de la cifra, creo que antes de dos o tres años se va a llegar a un acuerdo entre las partes”, sugiere el autor.

Muerta en vida, o al revés

Junto a numerosas historias que replican el patrón de “los hijos ilegítimos del señorito”, el ensayo recoge también casos extremos en los que el “DNI genético” ha sido determinante para salvar la vida de personas como Juana Escudero. “Una señora de Alcalá de Guadaíra que tardó más de cinco años en demostrarle al Estado que estaba viva”, aunque oficialmente estuviera muerta y figurara su nombre en una tumba enterrada en un cementerio de Málaga.

Para aclarar este embrollo fruto de un error al gestionar la inhumación de su hermana, fue imprescindible cotejar el ADN de la afectada con el de su sobrino. Un proceso que se demoró cinco largos años, durante los cuales Juana “no podía renovar el carnet de conducir ni su DNI, pero los pagos le llegaban puntualmente al banco todos los meses”.

Más allá de la anécdota, Cabanillas reivindica con todos estos casos “que la justicia en España necesita una inversión por parte del Estado y de las comunidades autónomas para que los funcionarios y los jueces tengan métodos para agilizar el papeleo que tienen encima”. Los plazos se dilatan todavía más en los procesos de reclamación de paternidad porque “no existe un protocolo claro que siente jurisprudencia de lo que dice Fernando Osuna: que la ciencia vaya por delante de la justicia, es decir, que si yo soy hijo legítimo de tu padre, tengo derecho a la herencia igual que tú y eso debería ser automático en el mismo proceso, pero no lo es”.

Derecho al reconocimiento (y a la herencia)

Por todo ello, el autor defiende que estas historias “hay que contarlas” porque sus protagonistas “tienen derecho a que se les reconozca su filiación paternal”. Lo dice pensando en personas como Dee Dee, la madre de la hija del exfutbolista del Real Madrid Samuel Eto'o. “Esta joven se encontró con que no solo su hija no tenía amparo de su padre, sino que había jugadores del Real Madrid que hicieron barrera en torno a Eto'o para impedir que ella se acercase a él y esto fue hace 20 años, no en la España en blanco y negro de la posguerra fascista”.

Tras relatar su historia, Cabanillas defiende que su intención es que más allá del reconocimiento que se merecen, “se pierda el miedo a reconocer que se tiene derecho a una herencia económica”. “Lo reprobable es que alguien deje embarazada a una chica y y se olvide de ella, como le pasó a la que era pareja de Samuel Eto'o, no que su hija reivindique la herencia que le corresponde”. “Es él quien tiene que dar explicaciones a su hija y a un juez, ella tiene todo el derecho de sentarlo en un banquillo”, continúa el escritor y periodista.

Aun así, reconoce que el libro transmite también otro mensaje: “Hay cosas mucho más importante que el dinero”. De hecho, “el libro cuenta cómo una señora que vive en Australia se pagó todos los gastos para demostrar que es hija de un señor en un juicio celebrado en Jerez de la Frontera y cuando la herencia era testimonial”. Con independencia del dinero, Cabanillas considera que “si se tiene derecho, se tiene y ya está, y si para tenerla hay que sentar en un banquillo de un juzgado a tu padre o a un hermano, es un trámite que hay que seguir”. Pero, eso sí, recomienda a quienes han vivido “sin el primer apellido” toda la vida “que se armen de paciencia porque va para largo”.

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