El cambio climático hace tiempo que amenaza la integridad del ecosistema mundial. En España, provincias como Almería son testigos del avance inexorable de sus consecuencias, debido a que cada vez llueve menos y a que el desierto más meridional de Europa, el de Tabernas, avanza comiéndole terreno a la capa vegetal. Un ejemplo de esto se encuentra en el único río de esta provincia andaluza que jamás se ha secado: el río Aguas. El manantial es tan importante por lo que implica para la zona y por la biodiversidad que alberga, que ya fue utilizado por los romanos hace más de 2.000 años. Sin embargo, la sobreexplotación de los recursos hídricos y la sequía, están amenazando su integridad, mientras las administraciones no acaban de aclarar el panorama.
Pasear por Sorbas, Lucainena o incluso Tabernas, los tres términos municipales que están más próximos a este arroyo, evidencia que la aridez está ganando la batalla contra la naturaleza. El polvo en suspensión es una realidad y la lluvia es un recuerdo que muy de vez en cuando reaparece. Pese a esa estampa, que además suele ir acompañada de calor, llama la atención que el entorno está copado de vastas extensiones de olivares de intensivo. Es decir, olivos que se riegan por goteo y que se sitúan a escasos centímetros entre ellos para aprovechar al máximo la fertilidad de la tierra y producir aceite.
Según los ecologistas de Acuíferos Vivos, hay alrededor de 10 millones de olivos en toda la extensión que afecta al acuífero sobre el que se asienta el río Aguas. Una enorme cantidad de árboles que, en su mayoría, pertenecen a la empresa Castillo de Tabernas que, según ha podido confirmar este medio, en 2017 fue sancionada por la Junta de Andalucía por la sobreexplotación de la masa hídrica de esta cuenca. El Ejecutivo andaluz, entonces gobernado por el PSOE, impuso una multa de casi 1,5 millones de euros, pero no llevó a cabo ninguna medida cautelar, por lo que la empresa ha podido seguir utilizando el agua y tampoco ha pagado porque, según Acuíferos Vivos, continúa litigando para alargar el proceso judicial. Por ello, los ecologistas piden que cautelarmente se le cierren algunos de los pozos de los que extraen el agua para evitar que el daño hídrico aumente.
Desde la almazara, que promociona el que ellos definen como un aceite de oliva virgen extra hecho en el “corazón del desierto” porque, en efecto, se elabora en pleno desierto de Tabernas, no quieren hacer declaraciones. Este medio ha contactado en varias ocasiones con la entidad y el argumento es que el gerente, autorizado para hablar, se encuentra de viaje. No obstante, esta empresa y todos los regantes y ayuntamientos de la zona, sí están representados en la Comunidad de Usuarios de Masa de Aguas Subterráneas (CUMA) Río Aguas, constituida hace un año para intentar buscar una solución al río. Su presidenta, Mariola Hidalgo, afirma que todos están trabajando por la misma idea: “Recuperar el agua”.
“Esto no es una historia de grandes terratenientes contra pequeños agricultores porque aquí todos queremos lo mismo”, señala. Se refiere al plan que han elaborado y que, con la ayuda de ayuntamientos como el de Sorbas, pide a la Junta de Andalucía que lleve el agua de la desaladora de Carboneras hasta la cuenca del río Aguas. “Tenemos que asegurar el abastecimiento humano y después que los regantes puedan hacer uso de ese recurso para que la masa subterránea se vuelva a recargar”. Ese es el proyecto en el que más fe ponen para evitar que el milenario arroyo quede seco.
Una cuestión de tiempo
El problema, cuentan los ecologistas y admiten desde la CUMA, es que no sería un proyecto que se podría ejecutar en un plazo de tiempo corto, sino que conlleva una elevada inversión que no es sencilla de abordar. De hecho, la Junta está estudiando ahora ampliar la desaladora para dar más agua a Almería capital y simplemente la redacción del plan, que se prolongará durante 18 meses, contempla una inversión aproximada de 800.000 euros. La ampliación requerirá una inversión aún superior. “No podemos seguir perdiendo más tiempo”, cuenta Manuel Pérez Sola, presidente de Acuíferos Vivos.
Con él viajamos hasta el manantial del río Aguas que hace no mucho tiempo era el único oasis en el que la gente podía bañarse en el interior de la provincia de Almería. “La agricultura intensiva lo está secando porque el agua que lleva depende de la nieve que cae en la Sierra de los Filabres y que se filtra muy lentamente en un proceso que puede tardar 30 años”. Es decir, la nieve de ahora, que ha sido muy escasa y sólo cayó durante unos días en marzo, no estará en la desembocadura del manantial hasta el año 2054. Y como cada vez llueve menos y por lo tanto la nieve escasea, la falta de agua en el acuífero sobre el que asienta la zona pone en peligro el manantial y toda la biodiversidad que lo rodea.
De ella sabe bien David Hene, un activista inglés de 76 años que lleva tres décadas habitando una ecoaldea junto al arroyo. Integrado en el programa Harmony With Nature de las Naciones Unidas (ONU), Hene lamenta el olvido al que se está sometiendo todo el entorno. “Los políticos que gestionan esto no tienen ni idea de lo que está pasando. Están destrozando un oasis que es único en el mundo y que es esencial para Almería”. No en vano, el río Aguas se asienta sobre un terreno de yeso que ha permitido que proliferen plantas endémicas como el Teucrium turredanum o la Helianthemum alypoides.
Tal es la situación que el propio activista ha presentado una demanda contra la Consejería de Agricultura de Carmen Crespo por lo que considera un “ecocidio”. Afirma que la sobreexplotación y la mala gestión se lleva permitiendo desde hace 20 años y que el problema está en un punto cercano al no retorno. Según los datos que aporta en la demanda, a la que ha tenido acceso este medio, en 2012, en 2016 y 2023 se extrajo mucha más agua de la que podía recuperar la propia masa subterránea. Un 230% en 2012, un 200% y un 176% en 2023.
Tanto David Hene como los ecologistas piden a las administraciones que se lleven a cabo políticas de control y recuperación del acuífero que no sean, irónicamente, “papel mojado”. “El futuro de este espacio, de sus ecosistemas y su disfrute para las próximas generaciones está en grave riesgo”, apuntan. Porque mientras la agricultura intensiva continúa operando en la zona, existe otro factor que altera la situación, a juicio de los activistas: la proliferación de plantas fotovoltaicas.
“Están destrozando grandes zonas de terreno para situar unas placas a las que no nos oponemos, porque estamos a favor de las energías renovables, pero sí reclamamos que se haga con respeto al medio ambiente”, apunta Manuel Pérez Sola. “En los campos de olivar intensivo en cuanto una zona de olivos ya no es productiva, se están alquilando parte de los terrenos para empresas que ponen estas placas o en entornos naturales como el de Lucainena han ubicado decenas de estos aparatos”. Aparatos que también requieren del agua porque al estar en una zona desértica se ven afectados por el polvo en suspensión “y hay que lavarlos para que sigan funcionando”.
Sobre ello, desde Comunidad de Usuarios de Masa de Aguas Subterráneas (CUMA) Río Aguas, su presidenta Mariola Hidalgo dice que es positivo para el entorno que estas plantas se instalen en el territorio pero que hay que luchar por encontrar “un equilibrio” entre la “sostenibilidad ambiental y económica”. Consideran en la CUMA que esta energía renovable es una “alternativa perfecta” para que los pequeños agricultores puedan tener una alternativa para su supervivencia si el terreno se seca por la escasez de lluvias y la falta de agua en el acuífero. Y añade que, en todo caso, no puede ser “todo placas o todo desierto”.
Cruce de responsabilidades
Dada la situación, las administraciones están en el foco para los ecologistas y los agricultores que piden que el agua no se pierda. La Junta de Andalucía achaca la situación a la “sequía pertinaz” que atraviesa la comunidad autónoma. “La Junta de Andalucía ha llevado a cabo un proyecto de Restauración geomorfológica y naturalización del Río Aguas que ha conllevado una inversión de 6.718.765 euros, posiblemente el proyecto de mayor envergadura que se ha realizado nunca a nivel de las cuencas intracomunitarias andaluzas”.
“La restauración y adecuación de cauces es uno de los pilares de la nueva política de aguas de la Junta de Andalucía. Los ríos tienen que estar en las mejores condiciones ambientales posibles para que puedan ser disfrutados por la población de forma segura”, dicen desde el Gobierno andaluz, al tiempo que evitan pronunciarse sobre si se van a tomar medidas cautelares contra la empresa multada por sobreexplotar el acuífero del río Aguas con su almazara, como piden los ecologistas.
Niegan que se esté aumentando la masa de olivar intensivo, sino todo lo contrario: “Hablamos de una disminución del 4,4% de la superficie de Olivar en esta Comarca durante el último año, lo que ha supuesto, volver aproximadamente a los valores de 2015, con una superficie de 7.954 hectáreas”. Un argumento que los ecologistas matizan recordando que esa disminución es precisamente la que se utiliza para ubicar las plantas fotovoltaicas que, a su juicio, tampoco mejoran la situación porque consumen agua y destrozan la cubierta vegetal.
Sobre ese asunto, el Ejecutivo regional apunta al Gobierno central: “Las comunidades autónomas somos competentes en la tramitación de proyectos de generación de energía eléctrica de potencia inferior a 50 MW. Los de potencia igual o superior a 50 MW son competencia, tanto su aprobación como su evaluación ambiental, de la Administración General del Estado. Por tanto, los proyectos de más potencia (que son los que ocupan mayor superficie de terreno y pueden generar mayor impacto) los tramita y evalúa el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico”.
En ese sentido, desde el Ministerio apuntan que la tramitación de estos proyectos es “larga” y que, pese a que la Junta desliza que se han aprobado plantas sobre las que hay dudas por afectar a fauna del entorno, el Gobierno central indica que “no han recibido aprobación”, sino que “han recibido autorización administrativa previa y Declaración de Impacto Ambiental acondicionadas, y la fase actual está a la espera de la Autorización Administrativa de Construcción y la Autorización administrativa previa al estar la inicial condicionada”.