El proyecto de parque eólico frente al Cabo de Gata contra el que se han puesto de acuerdo ecologistas y pescadores

Néstor Cenizo

23 de enero de 2022 10:22 h

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El Parque Natural de Cabo de Gata se extiende sobre 37.500 hectáreas terrestres y 12.012 hectáreas marinas. En tierra es una extensión esteparia, casi desértica, que desemboca en el mar a través de acantilados, calas sinuosas y algunas de las playas mejor conservadas del litoral mediterráneo. En el mar, alberga un fondo con una gran diversidad, en el que destacan las praderas de Posidonia oceánica. También es zona de paso de aves y cetáceos.

Junto a este parque marítimo-terrestre, el primero de tal naturaleza en Andalucía, una empresa quiere colocar un parque eólico de 70 kilómetros cuadrados, con una capacidad para generar 300 MW y una inversión prevista de mil millones de euros, según sus promotores, que defienden que la ubicación elegida, fuera de los límites del parque natural pero a 6,5 kilómetros en línea recta desde la punta de Los Muertos, es la mejor desde el punto de vista técnico y ambiental.

El proyecto, que se puede consultar en la web mardeagata.es, supondría la instalación de veinte aerogeneradores flotantes de 261 metros de altura sobre el nivel del mar (algo menos que la Torre Eiffel) y un diámetro de rotor de 236 metros, dispuestos en cinco líneas de cuatro aerogeneradores cada una, con una separación de 2,4 kilómetros entre líneas y 1,2 kilómetros entre aerogeneradores. Los promotores aseguran que, al ser más grandes y tener mayor capacidad, cada molino podría generar 15 MW, el equivalente a 60 hectáreas de paneles solares. La energía generada se trasladaría a la antigua central térmica de Carboneras, recientemente clausurada, a través de unos cables dispuestos sobre el lecho marino.

Ecologistas y pescadores, contra el proyecto

La idea ha puesto en guardia a decenas de asociaciones y entidades muy heterogéneas, que alertan del potencial impacto que tendría sobre el paisaje, las aves, el medio marino, la actividad pesquera o el turismo. Amigos del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, la Asociación de Vecinos de Las Negras, Associació Cetàcea, Grupo Ecologista Mediterráneo o la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores, entre otras muchas, han suscrito un manifiesto de oposición al parque, y una petición abierta en Change.org acumula más de 10.000 firmas en apenas 24 horas.

“Esta es una zona que hay que proteger”, reclama Pilar González, portavoz de la plataforma que agrupa a las asociaciones contrarias al proyecto. Aunque el parque eólico no invadiría los terrenos del parque natural, estaría tan cerca que bordearía varios espacios protegidos: el propio parque, una Zona de Especial Protección para las Aves, una Zona Especial de Conservación (ZEC) de la Red Natura 2000, la Reserva de la Biosfera Cabo de Gata-Níjar, una Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo (ZEPIM) y una Reserva Marina.

“Es evidente que la fauna no entiende de límites administrativos”, dicen. “Esos límites legales, que se trazan sobre un papel, no les van a proteger de un parque eólico situado a menos de cinco kilómetros del límite de un Parque Natural con todas las figuras de protección mencionadas”. Los ecologistas piden que se aplique el principio de precaución, teniendo en cuenta que nunca se han instalado parques eólicos en esta zona del Mediterráneo.

Posibles efectos sobre el paisaje y la fauna

Advierten de los posibles efectos sobre las aves, expuestas al impacto directo y a la modificación de las corrientes generada por las enormes aspas. Además, esta es una zona designada Hábitat Crítico para los Cetáceos. La plataforma flotante sobre la que se sitúan los aerogeneradores está fabricada en acero y consta de cuatro columnas tubulares, a modo de flotadores, con 13,5 metros de diámetro y un puntal de unos 32,7 metros, que se disponen formando los vértices de un cuadrado de unos 68,5 metros de lado.

“Los aerogeneradores no son un patito de goma que flota. Van anclados con un entramado de cables, que para cualquier animal marino que no sea un pececito de un centímetro son una trampa mortal”, advierte Eva María Morón, que lleva veinte años rescatando tortugas en esta zona del Mediterráneo al frente de Equinac. No sabe cuántas pasan por aquí en sus largos periplos, pero cada año recuperan unas 40 tortugas muertas, el 90% de ellas en esta zona, la de mayor mortandad, y cree que una nueva trampa aumentaría la mortalidad. Le preocupan también los delfines o los rorcuales, que pueden alcanzar los 27 metros de longitud y están muy protegidos.

Además, quienes se oponen alertan de la afectación irreversible al paisaje. El parque se situaría frente al tramo litoral que va desde La Isleta del Moro hasta Agua Amarga, a menos de cinco kilómetros del límite de Parque Natural. Desde la Punta de Los Muertos son 6,5 kilómetros en línea recta; desde Agua Amarga, diez; desde Las Negras, doce. Desde todos esos puntos se divisarían los molinos. González recuerda que el Decreto que protege Cabo de Gata como Parque Natural lo hace para garantizar “la conservación de sus ecosistemas naturales y valores paisajísticos”, que son también determinantes para el atractivo turístico de la zona. El impacto paisajístico no es subjetivo: existe, dicen los opositores.

Zona con potencial para parques eólicos

Los promotores se defienden. Dicen que el emplazamiento es óptimo para aprovechar las corrientes eólicas, que ha sido elegido después de estudiar muchos factores y que en el Plan de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM) para el Levante Almeriense se califica como “área de alto potencial para la energía eólica marina (ZAPER) LEBA-1”. Sin embargo, el POEM es aún provisional y podría cambiar. Los promotores confían en que el cambio no les afecte.  

Explican también que un parque eólico marino es la mejor forma de aprovechar la antigua central térmica de Carboneras, con una capacidad de 1000 MW ahora mismo ociosa. “Somos la única solución renovable que puede evacuar la electricidad sin cables terrestres”, argumenta Javier Monfort, country manager de BlueFloat Energy, impulsora del proyecto junto a Sener Renewable Investments. Están respaldados por Quantum Energy Partners, una empresa estadounidense que gestiona 17.000 millones de dólares en activos renovables, según indican.

A ello añaden las expectativas de empleo, asegurando que ya han suscrito un acuerdo con Caldererías Indálicas, una empresa nijareña, para que participe en el desarrollo de las estructuras.

Sobre el impacto paisajístico, acaban de presentar un estudio visual que muestra cómo se vería el horizonte desde diez puntos representativos de la costa. Los molinos se perciben desde todos los puntos, especialmente desde Playa de los Muertos, Las Negras, Faro de la Mesa Roldán o la Isleta del Moro. Según Monfort, para hacerse una idea de cómo se vería desde Los Muertos (el punto más cercano), basta extender el brazo, levantar el pulgar y fijarse en la primera falange. “La percepción de cada uno de cómo se ve ya es subjetiva. Nuestra opinión es que es claramente compatible”.

En cuanto a las medidas concretas para mitigar su previsible impacto, alega que es pronto. “Quien va a evaluar que el parque es compatible con las afecciones ambientales es el MITECO, con un proceso muy serio y riguroso. Las medidas se fijan a medida que se avanza en el proceso de evaluación de impacto ambiental”. Y ese proceso aún está lejos de comenzar.

Previsiones para 2026-2028

Por ahora, Mar de Ágata es un proyecto abierto a consulta pública, que eventualmente tendría que aprobar el Ministerio para la Transición Ecológica. Pero mientras no se apruebe el POEM, la nueva Estrategia Española para el Desarrollo de la eólica Marina y el decreto que regule cómo pedir los permisos, rige una moratoria que impide mayores avances. “Ahora mismo no podemos ni presentar los papeles en ventanilla”, asegura Monfort, a quien no le pilla de sorpresa el fuerte rechazo. “Nuestro trabajo ahora es explicarlo, escuchar y adaptarlo dentro de unos límites que nos marca la lógica de rentabilidad económica”.

Si las cosas van como quiere su empresa, el parque eólico podría estar operativo entre 2026 y 2028, tras superar una evaluación de impacto ambiental y una fase de obras que estima en dos o tres años. Si las cosas van como quieren pescadores, ecologistas y otras asociaciones, el proyecto de levantar un parque eólico enfrente del Cabo de Gata, una de las zonas de mayor riqueza ecológica y paisajística del Mediterráneo español, no se materializará nunca.  

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