De 50 años, Ana Hermoso lleva media vida en el PP, donde ingresó en 1990. Con el PP ha sido dos mandatos la primera y única concejal de la formación en Bormujos (1999-2007); ha apoyado una moción de censura bajo sospecha (2005); se ha convertido en alcaldesa un par de años sin ganar, gracias a un pacto de rotación con los independientes (2007-2011); lo ha conseguido luego tras arrasar en las urnas pasando de tres a ocho concejales (2011); ha integrado las listas para el Congreso de los Diputados (2011); y se ha sentido tan fuerte que ha aspirado incluso a ser la presidenta del partido en Sevilla plantando cara a Juan Bueno (2012). Pero el PP abordará las elecciones municipales de 2015 sin ella: después de meses de una postura ambigua en el asunto, este lunes ha confirmado que no repite, si bien lo atribuye a “razones personales” de la afectada.
Una década después de la mencionada moción de censura está imputada por supuestamente haber vendido su voto para echar al PSOE de la alcaldía de Bormujos a cambio de un bolso de Loewe. De los caros: valorado en unos 1.000 euros, dicen. Ella sostiene que fue un regalo “amoroso” del empresario Jesús Calvo Soria, uno de los imputados del caso Gürtel donde se investiga la supuesta financiación ilegal del PP. Pero en una grabación en poder del Juzgado de Instrucción número 2 de Sevilla se reconoce que sería una dádiva. La mayor trama de corrupción en el PP irrumpiría moviendo los hilos en una moción de censura en un pueblo de Sevilla de apenas 20.000 habitantes.
El glamour siempre ha rodeado a Ana Hermoso, adicta como muchos políticos a las fotografías con sus líderes, como la que ilustra esta artículo, con Mariano Rajoy, o la que se hizo con el presidente del PP-A, Juan Manuel Moreno, poco después de su elección y que no dejó indiferente por la audacia que tuvo de colgarla en su perfil de Twitter cuando ya estaba imputada. Pero ella siempre ha presumido de su partido, como cuentan en su entorno. Un partido que le enseñó pronto que podía ponerle fáciles muchas cosas. Como cuando, en esos primeros años, consiguió, junto al hermano del chófer del Javier Arenas y dos aparejadores recomendados por Jaime Raynaud, un trabajo fácil -teniendo en cuenta que había poco que hacer cuando el programa expiraba en seis meses- como agente de desarrollo local (ADL) en la Subdelegación del Gobierno de Sevilla. Pero también le ha servido para aprender que en la política el frenazo en seco es mortal.
Licenciada en Derecho y Filología Inglesa, bilingüe (hasta los 14 años vivió en New Port Rhode Island, EEUU, donde su padre trabajaba de ginecólogo), procuradora y profesora puntualmente en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, ha puesto altas sus aspiraciones en la política. Se ha sentido merecedora de reconocimiento en su partido, después de haber logrado “sola” que el PP se hiciera con el control de Bormujos, uno de esos pueblos símbolo del urbanismo salvaje del Aljarafe que en una década triplicó sus habitantes.
En su carrera en la política municipal se ha aliado cuando ha hecho falta con los independientes de Bormujos, liderados con diversas siglas por Baldomero Gaviño, alcalde desde 1991 hasta que en 2003 le arrebató el PSOE el bastón de mando. Pero lo recuperó por la moción de censura de 2005 urdida con el PP y varios tránsfugas y donde intervendría supuestamente Jesús Calvo Soria, un perfecto desconocido hasta entonces en Sevilla y que desembarcó en el Aljarafe para negociar en Bormujos una recalificación para un gran proyecto urbanístico. Ese mismo empresario pagaría el hotel en el que la noche previa a moción de censura se alojaron los ediles que la promovían. Decían que Jesús Calvo Soria había llegado a través de Ana Hermoso. “Me estáis poniendo como una matahari”, llegó a espetar a un periodista de un conocido diario de la provincia cuando le preguntó de qué conocía a Jesús Calvo Soria y por qué viajaba a Bormujos.
Una causa reabierta
El archivo entonces de la denuncia que dos de los tránsfugas presentaron en los juzgados por los presuntos sobornos que rodearon a esta moción de censura, le permitió salir ilesa y ganar poder: el PP que la incluyó en la lista para el Congreso de los Diputados y ella cerró un pacto con los independientes para evitar que el PSOE -la lista más votada en 2007- lograra la alcaldía. El pacto era simple: dos años de alcaldía para el eterno Baldomero Gaviño y otros tantos para Ana Hermoso, que se convertiría en regidora en 2010 sin haber sido elegida en las urnas. Sus relaciones con los independientes nunca han sido buenas, pese a compartir gobierno, de manera que la apoyaron para la investidura en cumplimiento del pacto pero manifestando abiertamente su “descontento” con ella. Esta tensión se plasmaría con la ruptura del pacto por parte de los independientes en vísperas de las elecciones municipales de 2011.
Pero Ana Hermoso ya no necesitaba a los independientes. Ese año se convertiría en la más votada: el PP pasó de tres a ocho concejales. Mayoría simple, pero sin duda el subidón más notable de unas siglas en la provincia esos comicios. Se sentía poderosa. En 2012 dio un paso más en sus intenciones de crecer dentro del PP y presentó su candidatura para medirse con Juan Bueno, portavoz del PP en el Ayuntamiento de Sevilla y candidato oficialista. “Somos una manchita roja en el mapa”, alegaba convencida de que las cosas tenían que cambiar para que los populares se hicieran con el poder en la provincia. Pronto retrocedería en su intención de medirse con Juan Bueno, más experimentado en estas batallas, y optaría por no presentarse. Entonces todavía no vislumbraba que el caso por el supuesto soborno se reabriría, lo que ha ocurrido este año. Ha pasado a ser ella la manchita negra en el PP.