Susana Díaz ha cerrado la campaña electoral con un enorme despliegue de fuerza orgánica, aupada en el motor del partido (el PSOE de Sevilla), que ha movilizado más de 20 autobuses cargados con militantes y simpatizantes para abarrotar el Polideportivo de Pino Montano. Aquí seis de cada diez vecinos vota a la izquierda y cuatro de cada diez vota a los socialistas. “Vengo de un barrio obrero y de una familia de trabajadores y no hay clasismo ni insulto que me haga bajar la cabeza”, ha dicho la candidata socialista.
Faltan 48 horas para que 6,5 millones de andaluces sean llamados a las urnas y Susana Díaz parece asombrosamente tranquila en su último discurso, como si ya conociera un resultado favorable de antemano, como si la campaña empezase ahora y no hace 15 días. De su alegato final se desprende que se ve victoriosa, confiada de que el PSOE se revalide como el partido más votado de Andalucía, y con legitimidad para exigir a sus rivales que no obstruyan la formación de Gobierno, como en 2015, y que no bloqueen la investidura. “Que me voten los andaluces el domingo, no que me voten en los despachos el día 3 de diciembre”, dijo.
Pino Montano es un barrio obrero del distrito Norte, el más izquierdista de la capital andaluza: En las elecciones de 2015 la participación superó aquí la de Andalucía por seis puntos -68,6%-, el PSOE obtuvo el 41,5% de los votos (seis puntos por encima del resultado autonómico) y Podemos rebasó al PP como segunda fuerza con el 24% de apoyos. Alrededor de 3.000 personas han abarrotado el cierre de campaña. “Sevilla es la que más votos va a dar a Susana Díaz. Andalucía es una gran tierra que va a ser socialista otros 36 años más”, dijo un eufórico Juan Espadas, alcalde de la capital hispalense.
Espadas ha avanzado hoy su primer mitin de campaña para las municipales del próximo mayo, aunque su último mensaje, sin quererlo, ha venido a subrayar el vértigo de Susana Díaz ante los 40 años de gobiernos socialistas. “Otros 36 años más”, ha dicho el alcalde, ante la mirada congelada de la candidata. PP, Ciudadanos y la coalición Podemos-IU (Adelante Andalucía) se ha pasado toda la campaña machacando con los “40 años del PSOE” para defender “la necesidad de cambio y alternancia en el poder”.
El mitin de Pino Montano ha reunido a todo el Gobierno andaluz en pleno, en primera fila, y a varios ministros andaluces de Pedro Sánchez, como la titular de Hacienda, María Jesús Montero, y el de Agricultura, Luis Planas, que en su día fueron consejeros de la Junta.
La presidenta de la Junta y candidata socialista a la reelección ha recorrido más de 5.000 kilómetros en estos 15 días de campaña, ha estado en todas las provincias, ha visitado más de 30 municipios, ha intervenido en un mitin diario (a veces dos), ha mantenido encuentros con 25 asociaciones y colectivos, ha concedido una veintena de entrevistas a periódicos, radios y televisiones, ha participado en dos debates televisados y ha llegado al final con un hilillo de voz en la garganta. Esta mañana apenas se la escuchaba en las entrevistas por televisión, pero en el mitin final ha recuperado toda la fuerza.
Susana Díaz se ha mantenido “por debajo de su timbre de voz”, masticando jengibre, durante la primera mitad de la carrera electoral. En esos días pilotaba una campaña “en positivo”, con un discurso optimista y un mensaje pletórico. “Estoy feliz, estoy contenta”, decía allí donde iba. En el ecuador de la campaña -a partir del segundo debate en TVE- Díaz viró la estrategia y se entregó a la campaña “del miedo”. Levantó el tono y empezó a gritar en los mítines alertando de la llegada de la ultraderecha y del “tridente” entre PP, Ciudadanos y Vox (formación de extrema derecha sin representación parlamentaria).
El viraje de la presidenta de la Junta obligó a todos sus contrincantes a girar también su estrategia. Díaz dio carta de naturaleza a la posible entrada de Vox en el Parlamento andaluz (en 2015 obtuvo un 0,45% de votos), después de que varias encuestas dibujaran ese escenario, y todos los medios se lanzaron a por sus rivales en la derecha para preguntarles si pactarán con la ultraderecha. “Rivera y Casado le han quitado los complejos a esa extrema derecha homófona, racista, xenófoba y machista”, ha vuelto a decir hoy Díaz, “después de años, esa extrema derecha vuelve a aparecer y esta tierra la reconoce porque tiene memoria, porque no olvida. Que nuestros niños no tengan que pasar por lo que pasaron nuestros abuelos”, subrayó, apelando directamente al franquismo y la Guerra Civil.
Susana Díaz ha sacado pecho por el PSOE en un alegato final de exaltación, en el que ha reivindicado a los expresidentes del Gobierno Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y a Pedro Sánchez, y al ex secretario general del partido, Alfredo Pérez Rubalcaba. “Estoy feliz, estoy contenta y orgullosa de este partido. Quiero ser la presidenta de la igualdad”, gritó. Díaz no ha mencionado en su discurso final a sus predecesores, los ex presidentes andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán, responsables de 23 años de Gobierno en Andalucía, y que hoy se sientan en el banquillo de los acusados del caso ERE. “Vamos a ganar y vamos a ganar por mucho”, concluyó.