Asperger y acoso escolar, una llamada urgente a la acción: “El bullying envenena, te arruina la vida”

Beltrán tiene 29 años y le diagnosticaron el síndrome de Asperger a los 11. Cuenta que, en esos años, la información que había y la sensibilidad de la gente era mucho menor a la de hoy en día. Define su etapa escolar en la ESO y en Bachillerato como infeliz, sobre todo en el segundo ciclo. “En el comedor me tiraban comida, me tiraban cosas, incluso me pegaban en clase y en el recreo”, comenta. “Con 15 años algunos ámbitos de mi vida mejoraron porque conocí más sobre el Asperger y también conocí a más gente como yo. Aunque también fue una etapa de mi vida, la adolescencia, en la que si no eres igual que el resto te apartan, te aíslan y somos más objeto de las burlas, de las agresiones”, refiere Beltrán.

Este domingo 18 de febrero se conmemora el Día Internacional del síndrome de Asperger, uno de los trastornos del espectro autista. Este año, en el manifiesto de Andalucía Asperger y la Confederación Asperger España, el foco y la denuncia se ha puesto en la falta de acción de la Administración y la poca colaboración de los centros escolares ante el acoso escolar que sufren los menores que lo tienen.

Durante el Bachillerato, Beltrán experimentó el mayor nivel de acoso. “Yo llegué a una situación que me produjo tal ira que estuve a punto de agredir a un compañero que me pegaba. Una vez me pegó tan fuerte que fue la primera vez que presenté a la directora un parte de lesiones del médico” y, a pesar de ello, el centro escolar no activó ningún protocolo contra el acoso ni hizo nada“, relata. ”La situación era tan continua y severa que mis padres tuvieron que ir al instituto a dar un ultimátum y le dijeron a la dirección que o se hacía algo o iban a llamar a la inspección“, recuerda apenado.

“El bullying envenena, te arruina la vida. Yo ahora estoy bien porque ya todo pasó. Tengo mis estudios y trabajo en algo que me gusta, principalmente porque lo he estado trabajando con psicólogos”, afirma Beltrán.

“Las familias sufrimos muchísimo”

“Las familias sufrimos muchísimo”, afirma Paloma, su madre, quien comenta que es la sociedad la que te aísla y no te deja integrarte si no cumples con los “estereotipos de persona normal”. “Rechazan el trato con ellos, la oportunidad de conocerlos y se pierden a unas personas maravillosas”, denuncia. Reclama que las personas con Asperger merecen la “oportunidad” de poder desarrollarse y en ocasiones “la sociedad les cierra las puertas a estas personas para que no se desarrollen, y te lo dice una madre”.

Maribel también es madre de una joven de 18 años y otro de 16, ambos con Asperger. Denuncia que en muchas situaciones se actúa de forma injusta con las personas que tienen Asperger debido al desconocimiento que existe sobre el síndrome. Reivindica más comprensión por parte de la sociedad y ayuda, y anima al tiempo a toda persona que no tenga información sobre ello a informarse. También pide que no se pongan etiquetas, porque “eso les afecta muchísimo”.

En su caso, ha sufrido mucho con el acoso del que han sido víctimas sus hijos en el centro escolar. Ambos han sido agredidos verbal y físicamente de forma muy grave, sobre todo su hijo, con el que llegaron a abrir un protocolo de actuación por acoso escolar, “pero no pudieron hacer nada porque era un menor”, afirma Maribel, quien finalmente tuvo que cambiar de centro a su hijo.

Los centros “no quieren manchar su imagen”

Rafael Jorreto, presidente de Asperger Andalucía, lamenta que se esté produciendo un incremento del acoso escolar en los centros educativos, especialmente entre las personas con Asperger. Según afirma, es raro encontrar a alguien que no haya sufrido este tipo de maltrato en el colectivo. “Los protocolos de acoso no funcionan, porque es el propio centro el que lo abre y lo cierra y no quieren manchar su imagen”. Jorreto insiste en que las escuelas y sus profesionales deben cumplir con la ley y no ignorar el acoso, “no se puede mirar para otro lado”.

Desde Asperger Andalucía han solicitado a la Consejería de Educación la instalación de cámaras en los patios escolares y la prohibición de los teléfonos móviles en las aulas, argumentando que esto ayudaría a prevenir el acoso y garantizar la seguridad de los estudiantes. Jorreto subraya la necesidad de una vigilancia activa por parte de los profesores y de una concienciación profunda entre los alumnos. Además, hace un llamamiento a convertir los colegios en espacios de aprendizaje, tolerancia e inclusión donde el acoso escolar no tenga cabida.