ANDALUCÍA es, según la constitución, una nacionalidad histórica que vivió momentos de esplendor en el pasado y luego pasó a jugar un papel de cuartel, granero y mano de obra. Esta degradación llega a su punto álgido con el fascismo que deja a los andaluces en el imaginario popular como pobres analfabetos alegres y vagos -valga la contradicción- Ahora, hijas e hijos de Andalucía, intentamos contar nuestra historia con la dignidad, igualdad y justicia que esta se merece. (Columna coordinada por Juan Antonio Pavón Losada y Grecia Mallorca). Más en https://www.instagram.com/unrelatoandaluz/
Una Virgen que habla y la censura
Una persona disfrazada de la Virgen del Rocío hablando un intento de andaluz ha desatado la crítica de muchísima gente de distinta índole. Por un lado, la parte política reivindicativa de lo andaluz identitario, tanto de izquierda como de derechas, ha mostrado su molestia ante la forma de presentarse ese fenómeno del Rocío y la mala imitación del acento andaluz. El presidente lo ha tenido fácil en su enésimo intento por apropiarse de lo identitario andaluz desde la derecha. JuanMa quiere ser el PNV a la andaluza y ocupar el espacio que nunca tuvo la burguesía de estos lares porque esta nunca existió. Por otra parte, el obispo de Huelva y muchísimos y muchísimas creyentes han expuesto su disconformidad frente al uso de la imagen mariana para realizar esta parodia humorística.
Supongo que es normal que un pueblo tan insultado como el andaluz esté alerta a cada referencia que se haga a nuestras formas, pero en esta ocasión la reacción ha sido desmedida e injusta. Al ver la escena de la televisión catalana, se puede pensar perfectamente en una reacción contraria. Veo posible que en el Carnaval de Cádiz, por ejemplo, se parodie a la Moreneta con un acento catalán de discutible veracidad y no pasaría absolutamente nada. De hecho, creo recordar haber escuchado acentos gallegos, vascos, castellanos, rumanos, rusos, árabes, afrancesados (no todos haciendo alusión a cuestiones religiosas) y no se ha observado ninguna ofensa al respecto. En este sentido, supongo que si la Virgen del Rocío arrancara a hablar, pues creo que lo haría más o menos como yo y no como una persona de Burgos. Las formas de hablar de Andalucía existen para todo y no se puede decir que sean formas malas ni peores de hablar, pero sí se pueden imitar cuando se quiera imitar a un personaje andaluz. Y esto es posible por eso mismo, porque nuestros acentos existen y son válidos. Considerar su validez es considerarla por completo, también para cuando alguien haga una parodia sobre lo andaluz y hable como esa persona a la que se alude. Bueno, menos si el que imita es Joaquín Reyes, porque ahí, hasta la cantante Björk, habla como un señor de Albacete.
Creo que el mayor problema aquí es la reivindicación del respeto a la religiosidad por encima de la libertad del humor y se ha aprovechado la supuesta ofensa a la identidad para reivindicar las dos cuestiones
Creo que el mayor problema aquí es la reivindicación del respeto a la religiosidad por encima de la libertad del humor y se ha aprovechado la supuesta ofensa a la identidad para reivindicar las dos cuestiones. Son las sociedades y el tiempo las que determinan lo que es gracioso o lo que no lo es. También hay evolución en el ámbito del humor. Pero no debemos dejar que una individualidad o colectividad organizada, sea obispo, presidente de Andalucía, cualquier persona en su ofensa, iglesia católica o imán de la Meca determine qué es lo que se puede y lo que no se puede usar para hacer humor. Y menos exigir que se pida perdón por hacerlo. Se puede mostrar malestar y puede no hacerte gracia, pero hay un problema en el caso de los poderes. Porque ese malestar, si es acompañado y se observa como hegemónico, puede derivar en prohibición o en que suceda que alguien quiera y se vea en el derecho de tomarse la justicia por su mano o por la de la misma justicia. Y todo esto puede derivar en censura. Pienso en los titiriteros aquellos o en Javier Krahe, incluso en todo lo vivido en el ámbito del carnaval de Cádiz desde el golpe de estado fascista y durante mucho tiempo después e incluso en intentos recientes. En lo injusto de una condena por expresar una idea a través del humor porque a la iglesia, al gobierno o al juez de turno le parezca que se dio una ofensa imperdonable.
De hecho, hay algún caso relacionado con la Iglesia Católica, el poder judicial y una familia de ilustres vinculados con una hermandad de la Virgen del Rocío, en que se mantiene un ejemplo de censura que aún sobrevive en nuestros días. Viendo toda la reacción, recordé el caso del documental Rocío de Fernando Ruiz de Vergara. Aunque este caso no fue una cuestión de humor, sí se coartó la libertad de expresión a través de una manifestación artística como es el cine, y sucedió por mostrar, a través de una película, una verdad incómoda relacionada con el fascismo y con la iglesia.
La cuestión principal es que, a estas alturas, hemos de tener claro que no hay escarnio en reírse o parodiar el poder o las manifestaciones religiosas
El documental fue rodado entre los años 1976 y 1978. En el ámbito del cine documental, fue un periodo muy interesante en todo el Estado, con propuestas muy arriesgadas, estética y políticamente. Lamentablemente, esta forma de cine no se siguió produciendo con el mismo ímpetu por las dificultades políticas, económicas y las consiguientes represiones que vivieron algunas de las personas que se atrevieron a rodar algunas de estas historias (si les interesa la cuestión pueden consultar “La postcensura en el cine documental de la transición española”, tesis doctoral de Alejandro Ignacio Alvarado-Jodar). En el caso de Rocío la batalla judicial se saldó condenando un delito de injurias graves y ultraje contra José María Reales Carrasco, alcalde de Almonte durante la dictadura de Primo de Rivera y al que se señala en la cinta como responsable de la represión y la desaparición de 100 vecinos de la localidad durante la guerra civil. También se condenó un supuesto delito de escarnio a la religión católica por relacionarse la represión sucedida con la festividad del Rocío. Se condenó al director del documental y se prohibió la difusión del mismo a no ser que se eliminaran los fragmentos polémicos. Para su proyección en 1985 se sustituyeron las partes censuradas por una pantalla en negro con la leyenda “Supresión por sentencia de la Sala Segunda (de lo penal) del Tribunal Supremo del 3.4.1984”. Aún hoy sigue prohibida la proyección íntegra del documental. Por supuesto, no hubo ningún fallo ni exigencia sobre las 100 personas desaparecidas en aquel episodio que guarda relación con la imagen de la Virgen porque el señor José María Reales fue hermano mayor y fundador de la Hermandad del Rocío en Jerez de la Frontera.
En aquella ocasión el humor no tuvo nada que ver, como sí sucedió con casos como el de Krahe o en el carnaval (también cabría mencionar el caso de “Los tontos de capirote”, chirigota que tuvo que salir escoltada del teatro Falla), pero sirve de ejemplo como ejecución de censura que aún sobrevive. El resultado de dar cancha a reivindicaciones de este tipo, hace que se abra esa posibilidad de legitimidad de la prohibición y que se condene la expresión libre. Esto, como pasó en el caso del cine documental de la transición, nos privó de seguir disfrutando de obras irreverentes como aquellas. Y la cuestión principal es que, a estas alturas, hemos de tener claro que no hay escarnio en reírse o parodiar el poder o las manifestaciones religiosas. Y más claro aún que no hay que darle la razón a la Iglesia frente al libre desarrollo del humor o del arte.
Una persona disfrazada de la Virgen del Rocío hablando un intento de andaluz ha desatado la crítica de muchísima gente de distinta índole. Por un lado, la parte política reivindicativa de lo andaluz identitario, tanto de izquierda como de derechas, ha mostrado su molestia ante la forma de presentarse ese fenómeno del Rocío y la mala imitación del acento andaluz. El presidente lo ha tenido fácil en su enésimo intento por apropiarse de lo identitario andaluz desde la derecha. JuanMa quiere ser el PNV a la andaluza y ocupar el espacio que nunca tuvo la burguesía de estos lares porque esta nunca existió. Por otra parte, el obispo de Huelva y muchísimos y muchísimas creyentes han expuesto su disconformidad frente al uso de la imagen mariana para realizar esta parodia humorística.
Supongo que es normal que un pueblo tan insultado como el andaluz esté alerta a cada referencia que se haga a nuestras formas, pero en esta ocasión la reacción ha sido desmedida e injusta. Al ver la escena de la televisión catalana, se puede pensar perfectamente en una reacción contraria. Veo posible que en el Carnaval de Cádiz, por ejemplo, se parodie a la Moreneta con un acento catalán de discutible veracidad y no pasaría absolutamente nada. De hecho, creo recordar haber escuchado acentos gallegos, vascos, castellanos, rumanos, rusos, árabes, afrancesados (no todos haciendo alusión a cuestiones religiosas) y no se ha observado ninguna ofensa al respecto. En este sentido, supongo que si la Virgen del Rocío arrancara a hablar, pues creo que lo haría más o menos como yo y no como una persona de Burgos. Las formas de hablar de Andalucía existen para todo y no se puede decir que sean formas malas ni peores de hablar, pero sí se pueden imitar cuando se quiera imitar a un personaje andaluz. Y esto es posible por eso mismo, porque nuestros acentos existen y son válidos. Considerar su validez es considerarla por completo, también para cuando alguien haga una parodia sobre lo andaluz y hable como esa persona a la que se alude. Bueno, menos si el que imita es Joaquín Reyes, porque ahí, hasta la cantante Björk, habla como un señor de Albacete.