En busca de la receta para sanar la política

Si el debate producido en el “4º Encuentro Global de Parlamentarios de Sanidad” sobre el creciente rechazo al ejercicio de la política hubiera tenido lugar en el Congreso de los Diputados, la iniciativa propuesta habría sido aprobada por unanimidad de todos los grupos parlamentarios. Y es que en este foro, inaugurado en Córdoba por la ministra Ana Mato ante senadores, diputados y parlamentarios dedicados a la Sanidad, todos los intervinientes han coincidido en diagnosticar la enfermedad de la política: la desafección y el rechazo que hacia ella muestran los ciudadanos.

“La política va mucho más allá de la opinión de los políticos, que sólo hablan de lo suyo”, ha señalado José Manuel Freire, del Grupo Socialista en la Asamblea de Madrid, para enmarcar el punto de partida de esta mesa redonda en la que junto a él han intervenido portavoces del PP, IU, PNV, UPD y CiU en distintas cámaras parlamentarias, que han asumido el distanciamiento que en la actualidad se ha producido entre los políticos y la ciudadanía.

“O nos cuestionamos los datos del CIS que señalan que la política es una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos o, si no, cerramos la persiana y nos vamos a casa”, dice por parte del grupo Vasco en el Senado José María Cazalis. “La ciudadanía está harta de los políticos y del sistema”, añade y pone sobre aviso: “Debemos dejar los debates cortoplacistas y personalistas o acabaremos mal”.

Instalados en la mentira

En este debate en el que, esta vez sí, todos han sido unánimes, coinciden en la necesidad de poner un tratamiento de urgencia al distanciamiento entre políticos y ciudadanos, donde la falta de transparencia, el incumplimiento de lo prometido, las medias verdades o directamente las mentiras hacen que la gente les vea como parte del problema y no como los buscadores de soluciones que se supone deben ser.

Consciente de ello, Gaspar Llamazares, representante de Izquierda Plural en el Congreso, es tremendamente crudo. “La gente piensa que los políticos no seguimos el interés general”, y cuando se trata de trasladar sus acciones a los ciudadanos “no tiene nombre cómo explicamos las cosas. Hemos pasado del eufemismo a la neolengua y ahora estamos directamente instalados en la mentira”, sostiene.

Buscar un gran pacto

Por eso, argumenta que la clase política tiene que hacer una profunda reflexión de estos momentos que vive y dar oportunidad a la participación de los ciudadanos. En concreto en el ámbito de la sanidad opta por “buscar un acuerdo porque, en tiempos de crisis, la desorganización del sistema sanitario es añadir sufrimiento a la gente. Tenemos que sanar la política”.

Y sobre la acción del Gobierno central en Sanidad es muy explícito. La aprobación del Real Decreto 16/2012 sobre la reforma del Sistema Nacional de Salud “pisa todos los callos posibles”, en alusión a quienes se ven afectados por ello, ya sean pacientes, profesionales de la medicina o proveedores sanitarios.

“Los recortes, los copagos, las privatizaciones, el desbarajuste y la desorganización” del sistema sanitario, que en su opinión conlleva la actual política de sanidad del PP, ha incrementado el distanciamiento entre gobernantes y ciudadanos.

Precisamente desde el partido en el Gobierno central, el PP, su portavoz adjunta en el Parlamento andaluz, Ana María Corredera, también asume la situación general de descrédito de la política y afirma en este sentido que actualmente “hay suficientes elementos para la desconfianza (del ciudadano en los políticos), y si no somos capaces de llegar a un pacto, esa desconfianza aumentará”.

“Cuando la sanidad se politiza, los ciudadanos empiezan a poner el sistema en cuestión, y cuando la sanidad se utiliza como arma arrojadiza y partidista, los ciudadanos desconfían”, admite.

Reforma de la Ley Electoral y más diálogo

Por eso, María Concepció Tarruella, del Grupo Catalán en el Congreso, afirma tajantemente: “Menos bronca y más diálogo”, que en su opinión es la base de la solución para enfocar bien los problemas reales de los ciudadanos. “Se toman demasiadas decisiones desde los despachos y se habla poco con la gente”, aduce.

Y es que, dice, “se han dejado a un lado los valores, e incluso la ideología, y se ha ido sólo a buscar el voto”. A su juicio, “mientras no se reforme la Ley Electoral para que cada diputado tenga que responder a sus ciudadanos y no al partido que le incluye en las listas, poco haremos para mejorar” en este sentido la relación con la gente.

Lo que parece evidente es que, aparte de la crisis económica, “hay también una crisis institucional”, en palabras de Enrique Normad (UPD), quien aboga también por la reforma de la Ley Electoral para que sea más representativa y, sobre todo, defiende aplicar en los debates parlamentarios algo que, por obvio, sorprende: la ética. “Hay que respetar la verdad, pero no se hace”, sentencia.