Ni una sola agrupación femenina en la final del Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz, que echó el telón hace unos días. Ni este año, ni los anteriores. Tan sólo algunas agrupaciones mixtas –como los míticos coros de Adela del Moral en los 80–, han logrado alzarse con un primer premio en el certamen. Sin embargo, en el carnaval de calle, en esa misma ciudad, las mujeres echan un pulso en pie de igualdad con las agrupaciones masculinas.
Es el caso de 'Las Juanis Joplin' de Susana Ginesta, las legendarias 'Cádiz Woman', entre otros tipos desternillantes y críticos las legendarias 'Cádiz Woman', entre otros tipos desternillantes y críticos, marcadamente feministas. O las 'Sirigotas' que este año fleta la poeta Blanca Flores, donde militan escritoras como Aida Agraso o Belén Peralta, críticas teatrales como Desirée Ortega, comunicadoras como Ana Cristina Doñoro o cineastas como Mercedes Moncada, entre otras muchas creadoras. También los romanceros hablan ya en femenino plural, desde la veterana y aclamada Koki Sánchez -genial Rocío Jurado o Maribel Burton- a una joven diosa criticando a su marido, Dios, un vago que desde el sofá dijo hágase la luz pero fue ella quien tuvo que empalmar los cables
Las niñas de Cádiz
Incluso algunas de estas aventuras musicales han traspasado los límites carnavalescos y han pasado al teatro, en formatos tan atractivos como el de 'Chirigóticas', bajo la dirección de Antonio Alamo, y 'Las niñas de Cádiz', capaces de hacer que Lisistrata hable como en el barrio de La Viña. Ahora, el grupo actúa, en la calle o en la escena, bajo la batuta de una de sus integrantes, Ana López Segovia, junto con sus hermanas Rocío y Alejandra o Teresa Quintero.
Ana López Segovia corrobora que hay pocas autoras en el carnaval gaditano –apenas tres entre las 137 agrupaciones inscritas en el concurso carnavalesco de 2018–: “Yo creo que es por una pura falta de costumbre. Como nunca se ha hecho, las mujeres realmente tienden a pensar que no tienen talento para hacerlo. Habrá tantas como hombres, no hay impedimento objetivo. Después dicen que una voz de mujer, de chica, no está bonita; diciendo groserías, no está bonito –ironiza–. Lo peor es que eso lo decíamos las propias mujeres. El machismo está en todo, es estructural. A las mujeres que escriben novelas les ha ocurrido lo mismo. En realidad, han hecho falta siglos para dar fe de que la mujer puede escribir, dirigir cine o que tiene la misma inteligencia que un hombre. Por eso, las mujeres no escriben”.
El coro de las niñas
“La mujer es capaz de hacer el tonto lo mismo que un hombre”, defiende entre risas Adela del Moral, sin duda una de las principales referencias del empoderamiento femenino en el carnaval. En la final de 1986, los improperios del respetable –llegaron a llamarla “puta” ante las cámaras de TVE–, fueron acallados por el estribillo de su coro mixto 'La viudita naviera', que se hizo con el primer premio ese año por encima de agrupaciones enteramente masculinas: “¿Esto es un coro o esto qué es?/ A la una, a las dos y a las tres,/ aquí canta el hombre/ también la mujer/ y a quien no le guste lo siento por él”.
El coro mixto o también el coro de las niñas, así le decían. Su historia acaba de ser recopilada en un libro, bajo ese título, por su esposo, Luis Frade, director habitual de aquella formación legendaria. En 1987, volvieron a revalidar el primer premio con 'Watusi'. En 1981, Adela fue una de las primeras mujeres en pisar las tablas del Gran Teatro Falla durante el concurso, como integrante del coro 'Los Mariscadores Gaditanos', aunque al año siguiente ya firmaría la música de 'Piconeras y franceses'.
Ella había debutado fuera del concurso en 1980 con el coro callejero 'Jomeini y sus secuaces', también llamado 'Gaspar el Gusanillo del Carnaval'. Y, con letras sucesivas de Antonio Rivas y de Antonio Segura, se mantuvo en pie de compás hasta 1987, con 'La Gran Cabalgata'. Después se sacó la espinita con un romancero, 'El faro de las puercas', con Marisa de las Cuevas, que le acompañaría luego en política, dentro del grupo municipal socialista. Y es que en la calle, la mujer ha conquistado su propio espacio dentro del carnaval: “Quizá es que en la calle estamos menos expuestas. En el escenario, muchas mujeres pueden creer que están más expuestas a hacer el ridículo por extraños complejos”.
En los años 80, como cuenta Adela del Moral, “a las mujeres las insultaban en el escenario, las llamaban putas y las mandaban a fregar. El público del Falla puede ser muy guay, pero también ocasionalmente ha sido agresivo. Decidir sacar una chirigota y salir al escenario no es fácil… El público de la calle, en cambio, es distinto. Si no te gusta algo, por cualquier motivo, te vas y no pasa nada. Nosotras no vamos al Falla al concurso de carnaval, sino con nuestras obras de teatro. Así que el sueño de pisar este teatro, ya lo tenemos cumplido”.
Carnaval feminista
“Mujeres empoderadas de libertad, guerreras de la igualdad y carnavaleras empeñadas en conquistar el espacio que durante años nos ha sido arrebatado en la principal expresión cultural y colectiva de nuestra ciudad, el carnaval”, así se presentan las integrantes del Colectivo de Mujeres del Carnaval de Cádiz que se presentó recientemente en la Asociación de Autores, con un texto escrito por la periodista Socorro López, de Canal Sur. Más de un centenar de mujeres inició este proyecto, que ha multiplicado ya las adhesiones y que agrupa a un variado elenco de lo que hoy es el carnaval gaditano en femenino plural: intérpretes, maquilladoras, periodistas, artesanas, diseñadoras, escritoras y simplemente aficionadas a don Carnal. En parecido planteamiento al de Carnaval Feminista, pretenden desmantelar estereotipos en clave de igualdad.
Entre sus promotoras, junto a Soco Flores, la propia Adela del Moral, las hermanas Ginesta –Marta y Susana–, la periodista e investigadora Ana Barceló (más conocida por Mari Pepa Marzo en las retransmisiones de Canal Sur donde describe a la perfección los distintos tipos), Laura Jurado, fotógrafas como Carmen Romero, Carmen Jiménez Barea, Bea González, Laura Rivero, Aurora Martínez Bouza, las artesanas Aurora de la Rosa y Encarna Higuera, entre otras.
Reclaman, eso sí, más voces femeninas en los órganos de decisión del carnaval, aunque celebran que, al menos, en esta y en la anterior legislatura, son mujeres quienes han asumido la concejalía del ramo.
Un poco de historia: Las petits criollas
“En la historia del Carnaval –escribe Mercedes Sánchez Gago-, el papel de las mujeres ha sido praÌcticamente secundario. Nunca eran componentes de agrupaciones, sino que eran ”esposas“, ”madres“ o ”hijas“ de los participantes, y el papel que teniÌan era como costureras para los disfraces, o cocineras para las agrupaciones. La funcioÌn maÌs importante a la que podiÌan aspirar era ser nombradas como ninfas, aunque este no dejaba y no deja de ser un papel repleto de simbologiÌas machistas. Por suerte, hoy en diÌa, este papel ha ido cambiando y la mujer cada vez aparece maÌs en las agrupaciones, aunque en minoriÌa, por lo que queda un largo recorrido hasta que se incluya con normalidad”.
Javier Osuna, que hoy interpreta al Tío de la Tiza en el pregón de David Palomar, ha explorado parte de la historia del carnaval femenino en obras como 'Cádiz, la ciudad de los dos cantes', en torno al flamenco y las carnestolendas. Ana Barceló se ha adentrado, específicamente, en el papel de la mujer en la fiesta. 'Las petits criollas parte de un lío de Cañamaque y Palomino, dos personajes históricos del carnaval gaditano; pero salvo casos excepcionales, no es hasta finales del siglo XX, con Adela y con las callejeras, cuando la mujer toma protagonismo cierto en el carnaval. Hasta entonces, su papel no había pasado más allá del trabajo de modistas o de servir de musas a los autores. O como reinas y demás de las fiestas. Pero hay que reivindicar a figuras históricas como Antonia Utrera Domínguez'La Carabinera' o personalidades poco conocidas hoy como Mari Chari de Barbate, que en los años 80 es capaz de sacar una comparsa de la que sólo forman parte las mujeres y la directora también lo fue“.
Hay mucho que afinar, piensa Ana Barceló, en esa línea de investigación histórica: “Las criollitas cantaban cosas de cuplets y tres años después aparecen en la programación de un club de variedades. Estaban allí dos personajes de carnaval, Cañamaque y Palomino, y no cantaban nada de carnaval. En el año 28, aparecen 'Las trovadoras Modernistas' que no consta que cantaran, iban en una carroza y lo organiza uno que el año anterior había sacado bailes regionales; mujeres vestidas con un pantalón que permitía ver sus piernas en 1928 causó sensación. Llevaban cítaras y mandolinas, pero no está documentado que cantaran nada. Tampoco podemos olvidar a 'Las Molondritas' o el show de Wald, una marca de radio para los coches: vino una modista de Barcelona con minifalda corta, en 1967, cantaron para ayudar a una asociación benéfica, ni concursaron ni nada. Eran unas chicas de colegio bien a las que pusieron de minifalda yeyé y con botas altas para hacer monerías en los escenarios”.
Un antecedente de las majorettes de Perpignan que reinaron en las cabalgatas de los años 70. Hasta que 'Las Petites Criollas' –o Las Petits Criollitas- irrumpieron en la escena carnavalesca en 1913 o durante quince días en el Circo Price de Madrid, la figura de la mujer apenas pasaba por disfraces masculinos, hombres a la usanza femenina, como 'Las Manolas' en 1884, al año siguiente y en 1886 con el título de 'Las Manolas y Viejos a la Española', de los que Ramón Grosso dice que “vestían traje de medio paso y mantillas blancas, sin perjuicio de sendos bigotes de los comparsistas”. Tras la guerra civil, cuando en 1956 se recuperó el Concurso de Coros y Chirigotas, quedaron prohibidos los disfraces de mujer, lo que impidió que “Las Viudas de Los Viejos del 55” aparecieran feminizados, por lo que tuvieron que salir con ese nombre pero con el tipo del año anterior.
Adiós a las reinas y a las diosas
La figura de la mujer como puro ornamento en esta fiesta prosiguió hasta 2017 cuando desaparecieron las ninfas, una figura de referencia femenina que carecía de relevancia real, aunque algunas de quienes habían desempeñado dichas funciones defendieran lo contrario y amagaran incluso con crear una asociación. Antes de ninfas y diosas, existieron reinas y damas, sobre todo cuando el 22 de octubre de 1953 la Comisión Mixta de Festejos y Propaganda del Ayuntamiento de Cádiz acuerda la organización de una “gran Cabalgata con motivo de las tradicionales Fiestas de los Coros”, que era en lo que había quedado el carnaval tras su prohibición por la dictadura franquista.
“Para su organización, gana una oferta de Jerez, un manual de instrucciones para hacer una cabalgata. Tomás Brotons tiene impreso el folleto sobre cómo se tiene que hacer una cabalgata. Propone que para darle esplendor, se ponga una chica que sea guapa y de buena figura que encarne a la reina de Andalucía. No tienen a quién y el propio Ayuntamiento manda con un oficio a los policías locales para buscar entre sus propias hijas que tengan ese aspecto. Van a reclutar muchachas, casi todas familiares de municipales o de directivos de Falange. Ocho o diez muchachas bonitas. El nombre de la primera reina ni siquiera aparece en la prensa. Es una señora que vive ahora en Alemania y es un encanto de mujer. En 1955, ya lo hacen por institutos y el Ayuntamiento se pone a pedirle dinero a las empresas para hacer las carrozas y resulta que solamente contesta Astilleros. Al año siguiente decide nombrar a hijas de empresas que tuvieran dinero para que se sientan obligadas a pagar las carrozas. Luego, vendrán las hijas de ministros y las nietas de Franco”.
En efecto, para sufragar sus gastos, el Ayuntamiento se dirigió a numerosas empresas, de la que sólo alguna como Astilleros Españoles se aprestó a facilitar fondos para carrozas como la del coro de 'Las máscaras prodigiosas'. Al año siguiente, se celebra la primera gran cabalgata y se consolida la figura de la reina. La primera de ellas, Rosa Terrada Doncelmoriano y, en 1955, Dolores Solino Sánchez. Para conseguir la financiación, a partir de entonces, se recurrió a otorgar el título de diosas y damas a familiares de las empresas que hubieran participado en pagar las costas del desfile. Así, sucesivamente, ocuparán dicho cometido hijas de concejales, empresarios o incluso ministros, como, en 1963, María del Carmen Martínez Bordiú, nieta de Franco y entre cuyas damas figuraba su hermana Mariola.
Casilda Varela, hija del general Varela y futura esposa de Paco de Lucía, fue reina en 1961 y un año después ocupó dicho cargo, Carmen –'Tita'– Cervera, meses más tarde de haber sido coronada como Miss España. Andando el tiempo, en dicho palmarés, figurará Maribel Fraga Estévez, hija del ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga en 1965, o Catín Oriol y Bustamante, hija de Antonio Oriol y Urquijo, titular del Ministerio de Justicia al año siguiente.
Una mujer en la comparsa de Bienvenido
Olvidadas ya las reinas, las damas, las ninfas y las diosas –como fueron rebautizadas durante la transición democrática--, a las mujeres del carnaval les siguen tildando de poco virtuosas, de que sus voces son muy agudas, que suenan todas iguales y que se apoyan en los músicos para los tonos graves. La primera mujer en desmentir todo ello en una comparsa masculina fue Milian Oneto, fichada por Jesús Bienvenido y que figuró, con el resto de los componentes de la agrupación, como ganadora en 2017, a bordo de la comparsa 'Los irracionales'.
“Yo no viví nada negativo en esa experiencia. Lo más negativo, que se terminara –asegura ella ahora–. No sé si me criticaron por incorporarme a una comparsa masculina, pero a mí no me llegó, aunque entiendo que a alguno le incomodara”.
Su voz de mujer se incorporó “de una manera muy natural” al elenco masculino de la comparsa: “Hay que olvidarse de los prejuicios. Hay compañeros que suben más y mejor de lo que subiría yo; las voces de Andrés Cruz, José Helmo, Bubu o Arturito tienen tesituras más altas, yo soy tenor, tengo una tesitura más aguda para ser mujer, más facilidad para llegar a algunos pasajes concretos de música. Arturo tiene mucha más dulzura. Nunca hubo nada preestablecido, de una forma muy natural, es más fácil de lo que puede parecer. No siempre porque haya hombres tienen que hacer la segunda ni la mujer tiene que asumir necesariamente la octavilla o contralto. Cantar hombres y mujeres en el mismo grupo es más fácil de lo que pudiera parecer”.
Sí, hombres y mujeres cantan juntos pero a menudo no revueltos. Y el camino hacia la igualdad plena sigue siendo largo. También en carnavales.