19 fosas comunes y 67 personas, con tres mujeres y varios sujetos preadultos, uno de 16 años. Son las cifras que presenta la intervención arqueológica desarrollada en el antiguo cementerio de Benamahoma (Grazalema, Cádiz) y que culmina con la excavación con más víctimas del franquismo exhumadas hasta ahora en zona rural de Andalucía.
El volumen de restos óseos localizados confirma las tesis que apuntaban testimonios orales e investigaciones históricas: la pequeña aldea fue, tras el golpe de Estado que provocó la guerra civil española, un lugar de ejecución donde fueron asesinados vecinos de Benamahoma y de poblaciones cercanas como Villamartín, El Bosque o Prado del Rey.
Este epicentro de la represión fascista en la sierra gaditana confirma de nuevo la pedagogía del terror aplicada en el genocidio fundacional de la dictadura de Francisco Franco. Andalucía es la región más castigada por estas matanzas golpistas, con un tercio de las víctimas de toda España.
La comunidad andaluza suma al menos 45.566 asesinados por los franquistas y arrojados a 708 fosas y cunetas, según el Mapa de Fosas oficial. Andalucía, por sí sola, supera de este modo los números de sangrientas dictaduras como la de Jorge Rafael Videla en Argentina o Augusto Pinochet en Chile.
Pero por el momento el nuevo Gobierno de PP y Ciudadanos en la Junta de Andalucía no ha activado la apertura de nuevos procesos arqueológicos para rescatar a personas ejecutadas por el franquismo.
Diputación de Cádiz, a pie de fosa
El equipo científico, contratado por la Diputación de Cádiz, ha culminado la tercera campaña de trabajo. La primera fase transcurrió de octubre de 2017 a febrero de 2018 y la segunda de junio a octubre del pasado año. Las dos primeras intervenciones sumaron 57 víctimas recuperadas de 16 fosas, completadas ahora con otros diez represaliados en tres nuevos enterramientos ilegales.
Los datos han sido comunicados a pie de fosa por la responsable de la delegación de Desarrollo Democrático de la Diputación, Lucía Trujillo (PSOE). El organismo provincial confirma que, ante la parálisis actual de la Junta de Andalucía, seguirá financiando estos trabajos de campo “con el objetivo de lograr la justicia que reclaman las familias de las víctimas y las entidades memorialistas”.
En la misma línea se ha expresado el alcalde de Grazalema, Carlos García Ramírez (PSOE), que también ha visitado el viejo cementerio de Benamahoma, reconvertido en Parque de la Memoria. Tanto el Ayuntamiento como la Diputación tienden la mano “a todo aquel que busque a sus parientes y quiera cotejar su ADN con el de las víctimas”, subraya.
Los huesos recuperados corresponden a unos 60 hombres, entre los que predomina la franja de edad entre 30 y 45 años. Además, se han recuperado los restos óseos de un adolescente de unos 16 años y de otros cinco individuos que apenas superan la veintena. También hay tres mujeres, mientras el análisis de uno de los esqueletos determinará el sexo que aún se desconoce. Gran parte de las víctimas presentan pruebas de muerte violenta, como fracturas perimortem y orificios de bala, como confirma a eldiario.es Andalucía el equipo científico dirigido por el arqueólogo Jesús Román y el antropólogo forense Juan Manuel Guijo.
La crónica genocida de los falangistas
El propio alcalde de Grazalema ha recordado junto a la fosa todavía abierta “las vivencias de vecinos que rememoraban el trágico final de sus familiares”. Una crónica genocida que firmaron un grupo de falangistas conocidos como Leones de Rota, entre agosto y septiembre de 1936.
Pero en el pequeño pueblo gaditano no hubo guerra civil. Ni en la comarca, más allá de algunos conatos de resistencia. La fácil conquista del suroeste de España, clave en la postrera victoria fascista en la guerra civil, no evita que los golpistas pongan en marcha la estrategia de aniquilación del adversario social y político.
El propio régimen de Franco certifica por escrito aquel relato del terror ejecutado en Benamahoma. La matanza está recogida en el Procedimiento Sumarísimo Nº 1098 de 1940 incoado al cabo de la Guardia Civil Juan Vadillo. Lo cuenta Francisco Espinosa Maestre en uno de los capítulos del libro La Justicia de Queipo.
Vadillo es el máximo responsable de la carnicería y, tras varias denuncias anónimas, queda acusado de esos crímenes y condenado a 17 años de cárcel. Aunque el criminal solo responde ante la justicia franquista por un crimen: la violación y el asesinato de una mujer. El resto de las muertes quedan impunes y justificadas por la aplicación del Bando de Guerra, según consta en la sentencia.
Pero el cabo no es un lobo solitario. Tiene el animoso soporte de la centuria falangista Leones de Rota, liderados por Fernando Zamacola Abrisqueta. De sus terroríficas hazañas dan fe los propios criminales en la causa: “Asesinatos perpetrados por él mismo en personas menores de edad o de reconocida buena ideología, varios de ellos en personas del bello sexo con el exclusivo fin de violación por parte del citado Juan Vadillo Cano, y sobre saqueos e incautaciones verificados con el solo objeto de lucro”.
“Ejecuciones y asesinatos, detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, saqueos, violaciones, amenazas, coacciones, torturas...”, narra el arqueólogo Jesús Román. La memoria oral repite uno de estos crímenes: los falangistas ejecutan a una mujer “recién parida”, que yace tirada a los pies de la iglesia junto a un grupo de asesinados. Pero está viva. Acaba arrastrándose calle abajo y los fascistas, avisados, siguen el rastro rojizo dibujado en el suelo hasta rematar a la mujer agonizante.
Es la historia que todos repiten en el pueblo. Aunque otros retuercen el caso. “El sepulturero la encuentra y la remata dándole con la pala en la cabeza”. Cuentan “que la sangre se mezclaba con la leche” de aquella mujer “recién parida”. Es la retahíla que traza las secuelas del terror. De la barbarie silenciada que el equipo arqueológico, con un proyecto de la Diputación de Cádiz, ha sacado del olvido recuperando los huesos de 67 víctimas del franquismo en 19 fosas comunes del antiguo cementerio de Benamahoma.