Vídeo: “Hasta el coño de que nuestro trabajo valga menos y nuestra lucha siempre sea la última”
Anunciado como 'akelarre' y enmarcado en la Semana de Lucha social de Sevilla, varios colectivos feministas salieron a la calle a reivindicar los derechos de las mujeres trabajadoras durante el primero de mayo. La protesta no sirvió solo para poner de manifiesto el machismo y las desigualdades en el ámbito laboral sino también para visibilizar “la represión del movimiento feminista”, su oposición a la reforma de la Ley del Aborto y otros temas que siguen perpetuando las brechas de género en la sociedad.
Así, convocaron la procesión de la 'Hermandad del Sagrado Coño Insumiso a la Explotación y la Precariedad', que transitó por varias calles del centro e hizo parada en la puerta de la Iglesia de la Macarena para finalmente unirse a la manifestación convocada por SAT, CGT y otros sindicatos. A modo de paso de semana santa, una vagina de cartón piedra adornada con mantilla y corona.
“Estamos hasta el coño de que nuestro trabajo remunerado valga mucho menos que el de los hombres y de que el trabajo doméstico y de cuidados que hacemos en los hogares no valga absolutamente nada, que no se vea, que no se valore”, explica una de las participantes, megáfono en mano y bajo una capucha cofrade de color azul. “Muy hartas de pasarnos la vida cuidando al resto y que a la vejez nos 'den' una pensión no contributiva ¿De verdad no hemos contribuido?”.
Algunas participantes llevaban el rostro cubierto con capuchas de nazarenos de colores vivos; otras iban de mantilla. La convocatoria ha estado promovida por colectivos feministas varios, algunos históricos, como Mujeres de Negro, otros más modernos, como la Asamblea Feminista de la Universidad y otros reagrupados en la Asamblea de Mujeres Diversas de Sevilla.
Antes de que la marcha arrancara desde el Centro Social Endanza, ocupado recientemente, un amplio dispositivo policial con seis furgones se encontraba en el Pumarejo. La comitiva inció la procesión e hizo su presentación y primera parada en la plaza. La lectura de un texto dio paso a 'rezos' apócrifos, salves, vivas, consignas y bailes por sevillanas; ensamblando con acierto la alegría y el carácter festivo de los mensajes con la seriedad de las realidades que se describen: violencia de género, marginación, explotación, trabas al aborto, acoso, indiferencia, precariedad laboral, homofobia, etc...
Además, sus reflexiones también apuntaron a los propios movimientos sociales y las dificultades que existen desde fuera por la “criminalización de sus protestas” y desde dentro: “Estamos hasta el potorro de compañeros que no son compañeros y de que nuestra lucha siempre sea la última”. Asimismo, su mensaje apuntó hacia la impronta de la cultura patriarcal en las relaciones sociales cotidianas que tiene su peor exponente en la violencia machista. “Estamos hasta el coño de la posesión, los celos, el control, la amenaza, la anulación, el grito, el insulto, el empujón, la hostia. No somos víctimas, tutorizadas, sensibles y protegidas, sino sujetos políticos con voz, agentes de cambio con poderío, fuertes, libres y así queremos que se nos trate y se nos respete”.
La protesta se desarrolló con normalidad incluso en tramos con mucha afluencia de gente devota o cofrade, como el arco junto a la Iglesia de la Macarena. Durante todo el recorrido las manifestantes estuvieron “escoltadas”, según palabras de un agente, por un dispositivo policial.
“Estamos hasta el chichi de que la Iglesia Católica, el Foro de la Familia, los pro-vida, la derecha, la conservaduría y las fuerzas vivas del poder y sus grupos afines nos digan qué debemos hacer con nuestro cuerpo; la maternidad ha de ser libre y voluntaria”, explicaron. ¿Y porqué una procesión?. “Nos reapropiamos de sus códigos, sus discursos y sus prácticas y le damos la vuelta hasta la subversión. No vamos a tolerar que se eliminen nuestros derechos, se nos reprima y se nos invisibilice”.
Quizás esta apropiación cuente con más metáforas a su favor. En la iconografía religiosa es habitual la mandorla, un círculo de forma ovalada en el que se integran imágenes religiosas. En la época medieval la mandorla representaba al “canal de nacimiento”, es decir la vagina de la Virgen María, que según esa interpretación es el camino por el cual Jesús “entró” al mundo físico.