Junto a Cuca Gamarra, secretaria general del PP nacional, el consejero de Hacienda y Financiación Europea de la Junta de Andalucía, Juan Bravo Baena (Palma de Mallorca, 1974), es el único casadista que ha sobrevivido en la nueva cúpula del partido. Bravo es un agente tributario reconvertido en dirigente del PP de proyección nacional. Era secretario del área de Economía y Hacienda en la ejecutiva de Pablo Casado y el nuevo presidente, Alberto Núñez Feijóo, le ha ascendido al designarle una de las cinco vicesecretarías, la de la rama económica.
Feijóo cuenta con dos miembros del Gobierno de Juan Manuel Moreno en el núcleo duro del PP, consolidando así el peso de Andalucía en el nuevo rumbo del partido. La cúpula de los populares es un equilibrio de poder territorial entre gallegos, andaluces y madrileños. Al encargar a Bravo el diseño de la política económica del nuevo PP, Feijóo está apostando por “la continuidad” en la hoja de ruta de Casado, frente a la ruptura del discurso y la estrategia de su predecesor en otros ámbitos.
La bajada de impuestos como recurso sistemático para activar el consumo, ganar contribuyentes y mejorar los ingresos de las arcas públicas está en el frontispicio ideológico del PP. Bravo es un liberal ortodoxo que ha llevado esta tesis hasta el límite, habida cuenta de que el margen fiscal de Andalucía es mucho más reducido que el de Madrid, por ejemplo, que cuenta con una renta per cápita cinco veces superior.
El responsable de las arcas públicas andaluzas es un obsesionado de la consolidación fiscal, el déficit cero y el equilibrio presupuestario. Es el autor del concepto “egoísmo generacional”, que acuñó Pablo Casado en el Congreso para denunciar “un Estado de bienestar muy centrado en pagar las pensiones”. “El egoísmo generacional es que tenemos que hacer esfuerzos, que no debemos gastar lo que no tenemos. Es un concepto que va enlazado con el de justicia intergeneracional”, explicó en una entrevista con eldiario.es.
“Quiere decir que estamos generando una deuda pública y un gasto público disparatado que van a heredar nuestros hijos. Los padres trabajan para dejar las mejores condiciones a sus descendientes y ahora mismo les vamos a dejar una deuda pública del 125%. Eso hay que devolverlo, y eso resta recursos a los que vengan después. Ahí debemos tener la seguridad de hacer hoy las cosas bien pensando en el mañana, aunque sean sacrificios”, abunda el consejero.
Elecciones andaluzas
La designación de Bravo como vicesecretario de Economía y Hacienda del PP tiene dos lecturas políticas con dos ejes distanciados entre sí por 500 kilómetros: junto a Elías Bendodo, consejero portavoz de la Junta y nuevo coordinador general del PP nacional, son los hombres fuertes de Moreno en la dirección de Feijóo. Lo eran ya en su gabinete, donde sus compañeros han palpado fricciones entre ambos cuando el pulso entre la dirección de Casado y el PP andaluz se hizo más evidente. Ahora están llamados a entenderse y convivir en el mismo equipo orgánico, con Bendodo un escalón por encima de Bravo.
La otra lectura es interna: Bravo es el responsable de las cuentas públicas andaluzas, quien debe diseñar los Presupuestos Autonómicos para el año que viene, que en estos momentos están prorrogados. El consejero de Hacienda ha negociado los tres primeros presupuestos andaluces con su socio de Gobierno, Ciudadanos, y con su socio de legislatura, Vox.
Hábil negociador y de perfil dialogante, nunca ha encontrado la dificultad de otros compañeros de gabinete para entenderse con los de Santiago Abascal, con quienes tienen muchas coincidencias en materia económica. “Los votantes de Vox son los votantes del PP, al final el perfil político de cada partido lo marcan sus dirigentes y sus prioridades, y aquí hemos sabido entendernos razonablemente”, explica cuando le preguntan por la posibilidad de que la ultraderecha entre en el próximo Ejecutivo de Moreno Bonilla.
El cuarto Presupuesto andaluz de la legislatura no fue posible negociarlo, porque Vox cambió de estrategia, se situó en la pista electoral, y el pasado noviembre presentó una enmienda a la totalidad que terminaría tumbando las cuentas de este año, con 43.800 millones de euros [las izquierdas también presentaron sendas enmiendas y el Ejecutivo de Moreno se quedó en minoría].
Bravo se incorpora ahora a la planta noble de Génova 13, sede del PP nacional, pero sus compromisos en la política andaluza son ahora tan acuciantes o más como los de Bendodo. El consejero de Hacienda tiene previsto empezar en mayo el prediseño del Presupuesto del año que viene, con la incógnita de la fecha electoral. Bravo ha confesado al presidente andaluz que prefiere las andaluzas en el mes de junio, para poder cuadrar las cuentas y que salgan del Parlamento aprobadas antes de que finalice el año. Es una de las variables que maneja Moreno, pero no es la única ni la de mayor peso. “Las cuentas prorrogadas son buenas, las arcas están llenas y los fondos europeos se pueden ir definiendo sobre la marcha”, explican fuentes de la Consejería de Hacienda.
Claro que la aprobación del Presupuesto andaluz es el mayor síntoma de estabilidad política y uno de las banderas del Gobierno de Moreno. Hacer caso a Bravo implicaría disolver el Parlamento justo después de Semana Santa para convocar las autonómicas a mitad de junio. Si el PP, como esperan en el Palacio de San Telmo, lograse una mayoría holgada y sin hipotecas graves con otras formaciones -léase Vox-, el nuevo Gobierno podría constituirse en verano y en paralelo se trabajarían las cuentas del año que viene. El anteproyecto de ley del Presupuesto debe ser aprobado en Consejo de Gobierno antes del 31 de octubre.
Si, por el contrario, el presidente andaluz mantiene su idea de agotar el mandato y convocar “en otoño”, como se ha ratificado estos días, Andalucía no contaría con nuevo Presupuesto hasta marzo de 2023, aunque desde Hacienda admiten que “tampoco sería un drama”.