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Almadén de la Plata: el futuro está escrito en las estrellas

José Carlos Raigada, alcalde de Almadén de la Plata

Charo Solís

Sevilla —

El pasado de Almadén de la Plata fue brillante. Refulgía por los yacimientos de este y otros metales, por el mármol de sus canteras, pero también por la bonanza de sus explotaciones agrícolas y ganaderas y ser parada del Camino de Santiago. Así fue durante siglos, un municipio próspero que rebosaba vida. Tanto, que en la década de los 60 llegó a rozar los 4.000 habitantes. A partir de ese momento, coincidiendo con el fin de la dictadura y la llegada de la democracia, comenzó un declive imparable que, hoy día, sus 1.379 vecinos parecen estar dispuestos a revertir. Y tienen las miras puestas, nada más y nada menos, que en el cielo.

Limpio, sin contaminación lumínica alguna, el firmamento de este pueblo es único. No se podía desperdiciar, de ahí que en 2007 se construyera un observatorio astronómico y centro de divulgación científica. Era el gran sueño, la gran oportunidad de buscar alternativas a una economía local en caída libre, abriéndose al turismo de las estrellas y al turismo rural, pero la ilusión languidece doce años después. Nunca se inauguró. Ni siquiera tras la declaración internacional de Almadén como Reserva Starlight en 2014, que comparte con otras localidades de Sierra Morena sevillana, en la que es la reserva más grande del mundo con sus 400 kilómetros de extensión (este reconocimiento está avalado por la Unesco y la Organización Mundial del Turismo). Los melojeros tienen aún esperanza en su recuperación para que su pueblo no se acabe convirtiendo en una enana blanca.

La enmarañada situación administrativa de este observatorio entre la Junta y el Ayuntamiento, fruto de los vaivenes políticos a nivel municipal por una alternancia entre PP y PSOE durante los últimos 25 años (sólo el PCE e IU gobernaron en 1979 y 1991, respectivamente), lastraron durante años el proyecto. Su actual alcalde, José Carlos Raigada, el único regidor de la provincia de Ciudadanos, está plenamente convencido de su rápido desbloqueo. “Nos hemos marcado como reto un año”, afirma, ya que este recurso es un filón porque “si no genera mucho empleo directo, sí lo hará indirecto, porque además de atraer a un turismo vinculado a la astronomía y la ciencia, que primero puede venir un fin de semana y luego acabar comprándose una casa, podrá llamar a otro tipo de visitantes como el alumnado de Primaria y Secundaria o universidades”, argumenta.

Los edificios que conforman este complejo astronómico, dotado con un observatorio principal y otros cuatro auxiliares, equipados con potentes telescopios, están además ubicados en el área recreativa de La Traviesa, otro espacio en desuso pese a estar concebido como área de acampada con bungalós, dos piscinas y un cortijo. En definitiva, un complemento más para potenciar ese turismo que tanto necesita Almadén.

Pilar Escribano, la dueña del supermercado que está en la plaza del Ayuntamiento, tiene claro que el futuro está ligado en exclusiva al turismo. El peregrino que recala a lomos de una bicicleta o apoyándose en dos bastones no deja dinero. “Los que hacen el camino de Santiago no se dejan más de tres euros: una botella de agua, pan o chacinas como mucho. Haría falta una apuesta seria por el turismo rural, potenciando el observatorio y La Traviesa, y también las áreas recreativas de El Berrocal o La Rivera”, analiza, mientras que con contundencia reafirma que nadie se puede engañar: “Aquí ningún inversor va a venir a poner una fábrica”.

Ser o no ser una aldea

La única empresa que hay de cierto calado es Aromasur y amenaza con su marcha. La compañía recaló en los años 50 en este enclave de la geografía sevillana por la calidad de sus hierbas aromáticas, en especial, de la jara. “Llevan tiempo demandando ampliar sus instalaciones, pero como no les dejan por estar en parque natural, han advertido de que si en tres años no lo consiguen, se van a Francia”, informa molesta María José Lucas, dueña de la única ferretería de la localidad.

Su tía Adela Lucas recuerda que su marido participó en la construcción de esta factoría de esencias, y lamenta que esto pueda llegar a pasar. “La culpa es del medio ambiente”, protesta, en clara referencia a las restricciones que supone este espacio protegido. “Ahora no se puede coger ni un palo”, asegura, mientras su sobrina refuerza señalando que “si te ven cogiendo tila de un tilo sin haber pedido permiso, te multan”.

Al corsé del parque natural, se suman otros factores para que Almadén no levante cabeza. Antonio, un joven veinteañero que entra en la tienda buscando una herramienta, añade que “hay decadencia en todo: económica y social. Los políticos hablan ahora de despoblación pero se han olvidado siempre del mundo rural y no ayudan a los pueblos de 1.000 habitantes, que son los que corren el riesgo de convertirse en una aldea”.

En su diagnóstico coincide Manolo, que ronda la cincuentena y, como Antonio, tampoco quiere dar su apellido. “No hay trabajo, no hay vida ninguna y la juventud se marcha. Antes, la finca El Berrocal (10.000 hectáreas) daba trabajo para todo el pueblo, venía gente de Santa Olalla, Castilblanco y hasta Aznalcóllar, pero desde que se hizo finca pública, ya sólo es para que los señoritos vayan de montería. Vamos a acabar en aldea”, se queja, casi repitiendo palabra por palabra el mismo mantra que Antonio.

Éxodo de las familias

María José se rebela. Rememora cómo en los 80 y en los 90 el pueblo era el preferido por los jóvenes de localidades vecinas para divertirse. Había varios pubs y discotecas. “Era la bomba”, afirma, mientras otra vecina, Vicky Galeano, incide en cómo afecta a la despoblación esa falta de alternativas para quienes son el futuro. Más deporte, más cultura y más educación adaptada a las necesidades del entorno para luego generar empleo local son las apuestas de esta colombiana afincada en Almadén desde hace catorce años.

José Ortiz, agente de dinamización de la juventud, tiene precisamente esa misión y también recuerda aquellas décadas doradas en las que Almadén era pura vitalidad. Como responsable del Registro Civil, es capaz de recitar de memoria las cifras de nacimientos y fallecimientos del último lustro. El resultado es una pirámide de población invertida: una media de 40-50 fallecimientos y de siete nacimientos al año. Al envejecimiento de la población, se une la despoblación. Lo sabe bien porque su pandilla, todos millenial, eran 36 y hoy solo quedan dos, él y otro más. “Recuerdo que había hasta seiscientos jóvenes y hoy difícilmente reúnes a cincuenta. Almadén lo hemos conocido lleno de vida y es triste”, lamenta, mientras recuerda que el año pasado se fueron cinco familias, “y lo peor, eran numerosas”, apostilla.

No es capaz de dar una razón concreta por la que este municipio se vacía, hasta el punto de que ya el 51% de sus viviendas están desocupadas, según un reciente estudio del INE. Hubo una importante migración hacia Catalunya, una generación de padres que quiso tener hijos universitarios y estos ya no volvieron al pueblo, negocios que no prosperan y una actividad agrícola en declive. Pero José, al igual que sus otros cinco vecinos, no se quieren dejar arrastrar por el pesimismo porque tienen claro que su pueblo tiene potencial: calidad de vida, buenas comunicaciones con Sevilla, Huelva y Badajoz al estar al pie de la autovía Ruta de la Plata, y muchos recursos para salir adelante.

“Un diamante en bruto”

Más lejos va el alcalde, quien defiende a pies juntillas que su pueblo “es un diamante en bruto”. Para que vuelva a lucir como antaño, tiene proyectos con los que insuflar ánimos a sus vecinos y reactivar su economía dando todas las facilidades a la iniciativa privada para impulsar el turismo, la industria del ibérico o para explotar la concesión de unos terrenos municipales junto al pantano de Melonares, “que pueden albergar proyectos de agricultura ecológica que abarquen más allá de la siembra y la recolección y lleguen hasta su transformación y venta”, detalla.

La mano también está tendida para quien quiera emprender desde el vivero de empresas y para quien se va a hacer cargo de la residencia de ancianos, que cuenta con casi setenta plazas (47 de residencia y 20 de centro de día), que lleva construido y equipado desde 2011 pero sin abrirse al público. Otro proyecto frustrado por las divergencias políticas y administrativas, pero que Raigada quiere poner en marcha por su impacto directo e indirecto en las tasas de empleo del pueblo, en especial del femenino.

“Pulsando las teclas, con mucha ilusión, lo podemos conseguir”, concluye el regidor, desde el convencimiento de que Almadén “va a salir adelante, va a dar la vuelta a la despoblación y va a tener un efecto arrastre en toda la comarca”.

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