Se trata de una de las pretensiones más demandadas por los jugadores y aficionados, que el pádel sea considerado un deporte olímpico. De momento, sin embargo, el debate ni se plantea para 2024, cerrado el programa de Tokio 2020. Si así fuera el deporte andaluz aseguraría metales. Y entre los pretendientes más fiables destacaría Paquito Navarro, una de las estrellas mundiales desde hace varios años, así como esos otros cinco andaluces que figuran entre los 50 mejores del escalafón mundial. Además, al gran nivel en categoría femenina, con Carolina Navarro entre sus estandartes, habría que añadir la miríada de jóvenes que viene pisando fuerte por detrás.
Paquito y Carolina no son hermanos aunque compartan apellido y un amplio bagaje de títulos a sus espaldas, triunfos que no cesan en la temporada corriente. Sin ir más lejos, el fin de semana pasado en La Coruña, donde se colgó la plata. Francisco Navarro Compán (Sevilla, 1989) acumula nueve campañas en el circuito profesional del Pádel Pro Tour, en el que aspira a conquistar el número uno mundial, aún defendido por el argentino Fernando Belasteguín y el brasileño Pablo Lima, que ganaron la final coruñesa el domingo. Son los grandes rivales de Paquito Navarro y Sanyo Gutiérrez, pareja del sevillano desde 2016, año en el que alcanzaron el número dos del mundo.
Para llegar a lo más alto del mundo, Navarro ha ido año tras año quemando etapas desde que comenzó a competir con sólo 6 años. Su primer proceso formativo lo desarrolló en la localidad almeriense de Aguadulce, donde veraneaba con su familia. Tres años después ya llamaba la atención en los torneos en los que participaba y poco a poco comenzó a ser el claro dominador del panorama nacional en las diferentes categorías. Con 10 años ya fue subcampeón del mundo. También lo hizo con 16 años, en categoría júnior. El ascenso fue meteórico, etapa a etapa. El sevillano es el único campeón de España desde benjamín a profesional.
Paquito ha tenido diversas parejas, desde Jordi Muñoz a Marías Díaz, pasando por Pablo Cardozo y Adrián Allemandi, sin olvidar a Juan Martín Díaz, con quien disputó el año pasado el Mundial de pádel por selecciones, en cuya final España perdió contra Argentina. Navarro perdió entonces frente a su actual compañero, Sanyo Gutiérrez, pareja en ese momento de su actual máximo adversario: Belasteguín. Ese triunfo, sin embargo, ya lo había ganado el sevillano para la selección en 2008, en Canadá, un éxito al que después sumó varios campeonatos de España y diversos torneos del World Padel Tour, en el que ha tocado la gloria recientemente tras sus victorias en Valencia, Barcelona o San Fernando, además del Master de campeones de 2016, sin olvidar sus triunfos esta temporada en el Abierto de Santander o de Miami.
La creciente afición por esta disciplina, que va ganándole terreno incluso al tenis, tanto en participantes como en seguidores, pero aún no ha obtenido el premio de formar a engrosar la nómina de deportes olímpicos, una aspiración que Paquito Navarro no espera que llegue con él todavía en activo. El motivo es espacial, pues el pádel apenas se juega en una quincena de países, mientras que el COI sitúa como criterio que existan competiciones en setenta y dos.
Navarro es de la opinión que el pádel vive una época dorada y apuesta por un crecimiento aún mayor con la retransmisión televisiva de los torneos en directo, algo que recién ha comenzado a suceder. El salto de calidad precisa previamente de la captación de un mayor número de seguidores.
En Andalucía el caladero es importante: los gaditanos Álvaro Cerero y Juan Lebrón, el malagueño Alejandro Ruiz, el granadino Javier Ruiz o el sevillano Gonzalo Rubio son ejemplos ilustres. Pero la cantera llega pisando firme: son jóvenes andaluces que ya copan los podios en las categorías amateur, como el júnior malagueño Luis Pozo o el sevillano Manu García, lista que podría continuar con chavales como el cadete malagueño Quique Pérez o los benjamines Curro Cabeza y Jairo Guerrero, ambos también de Málaga. Quizá sean ellos los que se cuelguen las medallas en los Juegos Olímpicos del futuro.