Parece que la falta de respuestas adecuadas ante la realidad en crisis no es un reproche que se le esté haciendo solamente a la clase política y económica. A la Iglesia Católica también le salen estos días miembros respondones. Es el caso de un grupo de jóvenes de Mairena del Aljarafe (Sevilla) que aseguran haber sido “desahuciados” de su parroquia y que hoy sábado se han concentrado en la puerta del Palacio Arzobispal de la capital hispalense para denunciar, no sólo su situación, sino lo que llaman la “involución” de la Iglesia, que se encuentra, según afirman en un manifiesto presentado, desfasada “e incapaz de dar respuestas sólidas y reales frente a problemas como los desahucios, el desempleo o los recortes en los derechos de los ciudadanos”.
En este mismo manifiesto reivindican el “diálogo interreligioso”, la supresión de “la estrucutura jerarquizada de la Iglesia”, “el celibato opcional”, “el reconocimiento de categoría familiar a dos personas con un proyecto de vida en común”, o el papel de la mujer “en las responsabilidades eclesiales” y “como persona de igual valor y derechos”.
Con este manifiesto están logrando algunos apoyos de Redes Cristianas, Comunidades de Base y de teólogos, como el caso de Juan José Tamayo, Doctor en teología, voz crítica de la Iglesia y Secretario general de la Asociación de teólogos y teólogas Juan XXIII.
Tamayo se pronunciaba así en un escrito de apoyo a este grupo: “Excelente y muy certero Manifiesto, que resume las más graves patologías de la iglesia católica, especialmente en España y de manera particular en Sevilla. Lo apoyo de principio a fin, lo firmo y distribuyo para su apoyo por colectivos cristianos de base, teólogos y teólogas, pastores y pastoras, laicos y presbíteros. El Manifiesto y la Concentración del 8 Junio constituyen la primera acción de los Indignados dentro de la iglesia”.
Desde la Diócesis, según publica el portal Religión Confidencial, prefieren no darle importancia a una cuestión que solo sirve para dar voz a grupos que “solo se representan a sí mismos”.
Empezó con una queja
Todo empezó en septiembre de 2012. Hubo una queja al arzobispado sevillano por parte de algunos miembros de la comunidad de la parroquia del Espíritu Santo que estaban en desacuerdo con la línea de formación y catequesis que se estaba llevando a cabo por este grupo pastoral a jóvenes de 14 a 20 años desde hace, al menos, diez años.
“Como en todas las familias, hay discrepancias. En nuestra comunidad también. Nosotros somos gente que nos hemos formado como catequistas, incluso en cursos en el seminario. Pero abogamos por buscar la madurez del joven a todos los niveles. Eso significa tocar aspectos como la sexualidad comprometida, como el debate de género”, explica David Pineda, de 40 años, y ahora excatequista de la parroquia. Para David es evidente que lo que se está mostrando en este conflicto es “la existencia de dos formas de entender la iglesia”.
Inmaculada Bellido, 29 años, 9 de catequista y antes “niña catequizada”, se pronuncia de forma más dura: “Esto es un problema de poder y autoridad; quieren imponerla y nosotros también somos iglesia. Para nosotros se está insultando el proyecto de libertad, denuncia y compromiso social de Jesús de Nazaret”.
Ante la queja, el arzobispado tomó cartas en el asunto y cambió al párroco que trabajaba allí. Mandó a un nuevo sacerdote para que recondujera la situación y solucionara las “desviaciones” en la Doctrina Social de la Iglesia. “Nos hemos reunido con él pero no ha habido entendimiento y creemos, tampoco voluntad de diálogo, sino imposición”, afirma David. Según cuentan, las puertas de las dependencias parroquiales se les han ido cerrando y ahora sólo están abiertos “el despacho del párroco, el de su secretaria y un salón”. “Nos han echado de la que es también nuestra casa”, lamentan.
No es la primera vez
La concentración, de unas 100 personas, cuenta con representación de todas las edades. Manifestantes de más edad aseguran que “esto ya lo hemos vivido antes. No es la primera vez que ocurren estas discrepancias, claro que no. Siempre que se levanta la cabeza, la Iglesia opta por la expulsión”.
Francisco Valle, padre de uno de los catequistas y miembro de la comunidad parroquial, afirma: “La Iglesia se está quedando estancada. Tienen que sintonizar con los tiempos. Así están consiguiendo que haya mucha frustración entre los jóvenes”.
El debate, en la Red
Mientras en Mairena dirimen el problema en esta comunidad concreta, el debate se ha trasladado a la red también. En foros católicos tradicionales y en comentarios a la convocatoria se califica la acción de este pequeño grupo de jóvenes como “apostasía”, “herejía”, y “Progresismo eclesial de los 70”. Y a ellos, como “niñitos mimados y adinerados disfrazados de católicos utópico”. En su propia página de Facebook han recibido comentarios donde se les acusa de “hacer el juego al demonio”.
En otros foros de corte más progresista, como la web Redes Cristianas, aseguran que “Ni al sacerdote ni a sus superiores le gusta que piensen por ellos mismos”. Y también han recibido mensajes de “apoyo” y “solidaridad” por su empeño porque el mensaje de Jesús, el “de amor y tolerancia” llegue a los más jóvenes “con lo que cuesta”.
La realidad es que este pequeño conflicto destapa un conflicto más amplio. Como explica David, “dos formas de entender la iglesia”. Mientras el debate vuelve a estar de actualidad, esta decena de catequistas ya se han puesto a trabajar para constituirse como asociación y poder seguir con su actividad. “Lo primero es buscar un lugar porque muchos chavales siguen viniendo a la catequesis”. “por supuesto, estaríamos dispuestos a convivir con diferentes maneras de entender la religiosidad y la Iglesia”, dice Inmaculada, aunque ve difícil solución. “Siempre se silencia las voces que piden respeto y tolerancia”.