Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar
'La oncocolumna'
Hola, me llamo Valentín García y tengo cáncer. El cáncer es lo que me trae a partir de este viernes a firmar cada semana esta 'Oncolumna' en diario.es desde Andalucía. Soy periodista, y desde que me diagnosticaron, hace ahora año y medio, he ido contando en las redes sociales y en mi blog cómo me siento y qué pienso. Además, emprendí la campaña denominada #yomecuro con la que pretendo modificar la forma de hablar del cáncer bajo un prisma de optimismo y buen humor. Y afortunadamente cada día hay más personas que se sienten identificadas con mis reflexiones y les sirven para, por lo menos, afrontar el cáncer con mejor ánimo. Tengo 51 años y dos hijos, estoy en una época fantástica de mi vida, así que ¡¡morirme me viene fatal!!
Como estamos de presentaciones, completo el cuadro: me diagnosticaron un cáncer de pulmón. Me han operado y pudieron sacarme el tumor, llevándose por delante la mitad de mi pulmón derecho, pero a las pocas semanas fueron apareciendo metástasis, hasta cuatro. Primero en las glándulas suprarrenales, luego otra en el cerebro y finalmente otras dos en las vértebras. Llevo encima 41 sesiones de radioterapia y 20 de quimioterapia.
Afortunadamente en estos momentos mi cáncer está en retroceso y estable; los médicos están consiguiendo su objetivo: dejarme la enfermedad como crónica. Sigo dándome mis quimios cada tres semanas y así voy a estar sine die hasta que los médicos digan otra cosa. Es un latazo darse una quimio cada 21 días pero, como comprenderán, yo firmo si ese es el precio que tengo que pagar para seguir vivo. Que me den todas las quimios que hagan falta hasta convertirme en un viejecito que se muera de otra cosa. Sé que esto es poco probable, así que, como muchos pacientes de cáncer, vivo de una manera distinta a antes de enfermar. Todo es distinto, pero no tiene que ser necesariamente peor. Es más, en aspectos fundamentales, mi vida es mejor. La principal diferencia es que, aunque cualquiera de nosotros puede morir cualquier día, en mi caso la amenaza de la parca está absolutamente presente.
Cada cáncer es un mundo, cada uno tiene su propio “código de barras” y yo sólo hablo de cómo me siento yo. De hecho, no me gusta nada que me cuenten el cáncer de otros, porque sé que sólo va a servir para confundirme y ponerme nervioso. Somos enfermos distintos, con tratamientos distintos, e intento evitar ese empeño -comprensible- que tiene la gente por contar el cáncer de su familiar o del vecino. Aún así, me he tragado casos como para escribir un libro de “cancerología de pasillo”.
El cáncer es una cosa muy seria pero no siempre es necesariamente terrible. De hecho, en España actualmente en el 65% de los casos el paciente sobrevive. Cáncer ya no es sinónimo de muerte. A pesar de ello, es una palabra innombrable para muchos. Y en los medios se repiten las referencias a “una larga y penosa enfermedad”, como si no hubiera otras que son igualmente largas o igualmente penosas. Es uno de los varios estigmas que, en mi opinión, tiene todavía el cáncer entre los españoles. Menos mal que por las calles y en los trabajos hay tantísimos supervivientes que lo desmienten.
Aquí tienen a uno que lo es, al menos por ahora. Siempre es por ahora,y yo quiero que por ahora dure siempre. “Hoy es siempre todavía”: no se puede mejorar a Machado cuando abro los ojos por las mañanas. Hoy, cada día, es un todavía. Vivo exprimiendo los adverbios de tiempo, instalado en un mientras. Mis meses duran 21 días, lo que separa una quimio de otra. Y el año -quizás una vida- dura el tiempo que transcurre entre cada revisión en la que me dicen si esto avanza, retrocede o se ha quedado pasmado ante el #yomecuro y mis ganas de vivir.