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Añoranza del 77

A dos años de la muerte de Franco, la ciudadanía española se echó a la calle para asistir a los mítines que llenaron las plazas españolas en la campaña electoral de 1977. Salvo la imagen de Fraga quitándose la chaqueta para disolver, él mismo, un pequeño grupo que molestaba, no sólo no hubo incidencia alguna digna de reseña sino que la gente, ávida por oír a los políticos, acudía a los mítines de todos los partidos que se enfrentaban en las urnas.

Y los resultados captaron la primera foto de la sociedad española. La UCD obtuvo 165 diputados y el PSOE 118. Ya a lo lejos, el partido Comunista obtuvo 20 y Alianza Popular 16, el resto se repartieron los 31 escaños restantes. Esta foto se repitió casi idéntica en las elecciones del 79. UCD subió tres escaños, PSOE otros tres, los comunistas alcanzaron la cifra irrepetible de 23 escaños y Fraga perdió en solo dos años casi la mitad de sus escaños.

Desaparecida la UCD y tras el periodo de hegemonía absoluta de los socialistas de Felipe González, la sociedad española se ha venido comportando electoralmente como en toda Europa hasta ahora.

Pero ahora los espacios políticos no han variado mucho desde el 77, aunque representados por más partidos. La derecha (PP) y el centro (C’s) ocupan casi los mismos escaños que obtuvo la UCD sin sumar la A.P de entonces, que era un residuo eminentemente franquista. Y la socialdemocracia del PSOE hasta la izquierda populista de Podemos y otros menores suman casi lo que PSOE y PC del 77.

De modo que la sociedad española sigue estando más o menos en el mismo sitio. Admitamos que no se ha equivocado. Lo que ha hecho, en este caso, es ponerle difícil a los partidos políticos responder adecuadamente al mensaje recibido por las urnas.

El PP retrocede a un espacio político inferior al de UCD en 77 y 79 en más de cincuenta escaños. Este cálculo me parece relevante porque muestra muy bien la pérdida del voto de centro que le convirtió en hegemónico en ese espacio, y si le sumamos los de C’s tampoco llegan a los resultados de Suárez.

Hay más votantes de izquierda en España y en ese ámbito es evidente que Podemos ha quitado, como poco, 20 escaños al PSOE y 9 a IU. ¿De donde les vienen los 40 escaños restantes? O dicho de otro modo ¿se encuentran en el mismo espacio de Podemos los escaños obtenidos en Galicia, País Vasco, Valencia o Cataluña por segundas marcas que incluyen a otros grupos? Esos son 27 escaños.

Habrá, pues, cuatro partidos, donde antes había solo dos. Pero los bloques siguen siendo dos sin grandes diferencias respecto de cómo ha sido siempre desde el 77.

Hay generaciones de españoles que no tienen a su alcance el recurso a la nostalgia de lo que representaba la política del 77. Pero si analizan los resultados, van a echar de menos un equilibrio de fuerzas que permita gobernar con estabilidad a alguien. Y en ese punto solo hay dos candidatos posibles: o el PP o el PSOE o mejor dicho, sin uno u otro no será posible gobernar en España por mucho discurso retórico que se haga acerca del fin del bipartidismo.

Nada queda ya de la épica y los deseos de vivir en libertad que inundó las calles en el 77. Y si aquel espíritu se da por muerto, no le veo la gracia al nuevo.

 

 

A dos años de la muerte de Franco, la ciudadanía española se echó a la calle para asistir a los mítines que llenaron las plazas españolas en la campaña electoral de 1977. Salvo la imagen de Fraga quitándose la chaqueta para disolver, él mismo, un pequeño grupo que molestaba, no sólo no hubo incidencia alguna digna de reseña sino que la gente, ávida por oír a los políticos, acudía a los mítines de todos los partidos que se enfrentaban en las urnas.

Y los resultados captaron la primera foto de la sociedad española. La UCD obtuvo 165 diputados y el PSOE 118. Ya a lo lejos, el partido Comunista obtuvo 20 y Alianza Popular 16, el resto se repartieron los 31 escaños restantes. Esta foto se repitió casi idéntica en las elecciones del 79. UCD subió tres escaños, PSOE otros tres, los comunistas alcanzaron la cifra irrepetible de 23 escaños y Fraga perdió en solo dos años casi la mitad de sus escaños.