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Sin bandera
No soy de banderas, aunque cuando casi nadie la reivindicaba y hacía falta, la llevaba bordada en los vaqueros. Por esa razón, no me conmueve que este domingo el Gobierno de Moreno Bonilla celebrara el Día de la Bandera. Esa bandera se aprobó en 1918 y su significado e intenciones ya nos vienen de la Constitución Federal de Andalucía de Antequera de 1883.
Lo importante es el 4 de diciembre, aquel de 1977, cuando estaba listo el guiso constitucional. Un día ignorado y temido por el PSOE durante décadas que Moreno recupera poniéndonos una bandera que ya es nuestra sin que nadie nos la tenga que dar. Pero ni el uno ni los otros han querido otra cosa que esconder en un cuarto lleno de humedades las reivindicaciones de los andaluces. Es más, las han dormido, y hasta aborregado a la gente para usar a los andaluces de ariete de su incapacidad para interpretar la pluralidad y la riqueza de matices de los pueblos de las Españas.
El 4 de diciembre fue también una promesa de que el pueblo estaba dispuesto y preparado para una Andalucía distinta que rompiera la inercia de siglos de abandono
El 4 de diciembre de 1977 metimos miedo, el pacto constitucional territorial saltó por los aires. Pero no fue solo el motor de la relectura obligada de la Constitución, fue también una promesa de que el pueblo estaba dispuesto y preparado para una Andalucía distinta que rompiera la inercia de siglos de abandono.
Tan fuerte fue que el PSOE se catapultó montándose en lo que parecía un potro sin domar para luego guardar aquellas ilusiones en el baúl institucional. Este domingo, Moreno Bonilla se hace camisa vieja del andalucismo, lo quiere manosear a su antojo en una suerte de populismo verdiblanco. Ha aprendido rápido, sabe que así se llevó el PSOE casi cuarenta años en el poder. ¿Por qué no ellos también?
Nunca más saldremos tantos a la calle, la decepción es galopante, ya no es el PSOE el partido de los andaluces, gobiernan los moderados, y más del 40% de los andaluces ni siquiera se molesta en votar. Misión cumplida.
El andalucismo, entonces y hoy, era liberador, republicano, federalista, laico, defensor del territorio y su patrimonio natural y cultural. Antirracista, pacifista, solidario, pionero de la igualdad de la mujer, como ya se recogió en los textos de 1883
La osadía y falsificación es tan grande que se afirma que el andalucismo es de todos, hasta de los que siempre lo han combatido sin piedad y malas artes, convirtiendo un pensamiento, que sin praxis no es nada, o en una mano de barniz electoral, para unos, o, para otros, en una suerte de pensamiento idealizado poseído por una élite de místicos alejados de las preocupaciones cotidianas de los andaluces.
El andalucismo de entonces era, como hoy, liberador, republicano, federalista, laico, defensor del territorio y su patrimonio natural y cultural. Antirracista, pacifista, solidario, pionero de la igualdad de la mujer, como ya de manera temprana se recogió en los textos de 1883.
Convertir el día de las movilizaciones de los andaluces en un día de la bandera es querer de nuevo neutralizar las energías renovadoras con una artimaña de fantasías y colores. No hay andalucismo ni bandera que tape la desigualdad, la brecha social y territorial, la destrucción del medio ambiente, el desmantelamiento de la sanidad y educación públicas, una política fiscal a favor de los poderosos.
No hay nada o poco que celebrar, las banderas no dan de comer, los andaluces seguimos ocultos de la misma manera del gran poeta sevillano, Luis Cernuda: “Andalucía es un sueño que unos pocos andaluces llevamos dentro”. Al menos que nos dejen soñar.
No soy de banderas, aunque cuando casi nadie la reivindicaba y hacía falta, la llevaba bordada en los vaqueros. Por esa razón, no me conmueve que este domingo el Gobierno de Moreno Bonilla celebrara el Día de la Bandera. Esa bandera se aprobó en 1918 y su significado e intenciones ya nos vienen de la Constitución Federal de Andalucía de Antequera de 1883.
Lo importante es el 4 de diciembre, aquel de 1977, cuando estaba listo el guiso constitucional. Un día ignorado y temido por el PSOE durante décadas que Moreno recupera poniéndonos una bandera que ya es nuestra sin que nadie nos la tenga que dar. Pero ni el uno ni los otros han querido otra cosa que esconder en un cuarto lleno de humedades las reivindicaciones de los andaluces. Es más, las han dormido, y hasta aborregado a la gente para usar a los andaluces de ariete de su incapacidad para interpretar la pluralidad y la riqueza de matices de los pueblos de las Españas.