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Más chulos que un ocho
Termina el curso político y estamos donde estábamos cuando empezó: en los cerros de Úbeda, haciendo lo que mejor sabemos, que es mirar el dedo de Rajoy mientras él nos señala la luna. O Cataluña. Así, tenemos a la plana mayor del PP pasando por los juzgados, bien en calidad de imputados, bien como testigos, hasta un total de 800 casos aislados inmersos en 56 presuntas chorizadas ocurridas en los últimos 20 años. Y no pasa nada.
Entre las presuntas personas por las que usted me pregunta, ya si eso, están todos los tesoreros y secretarios generales que el PP ha tenido, mas casi todos los gerentes, media docena de presidentes autonómicos, otros tantos presidentes de Diputación y un sinfín de alcaldes, entre los que destaca el de la muy noble pero muy pardilla ciudad de Granada, detenido en su despacho por un malentendido, a decir del propio Pepe Torres Hurtado, y perdonen por la redundancia de decir PP y Hurtado.
Para abundar en lo de los cerros de Úbeda, está teniendo lugar en ese lugar, o sea el Congreso de los Diputados, las sesiones de la comisión de investigación sobre la financiación ilegal del PP en la que el partido, lejos de arrepentirse, se atreve incluso a reñir a la oposición, a la Guardia Civil, y a los fiscales y jueces desafectos. E incluso a contraprogramar otra comisión en el Senado, donde tiene mayoría absoluta, para fisgar en las finanzas de los demás partidos, que no tienen causas abiertas ante la Justicia. Una guerra en la que vencerá el PP, que a comisiones no le gana nadie.
Con estos antecedentes es normal que los líderes y muchos votantes del PP crean que lo de la corrupción es el mal menor para salvaguardar la unidad patria. De ahí la chulería con la que se presentan ante jueces y parlamentarios los presuntos delincuentes y los portavoces del PP, que a veces no son los mismos, como Luis Bárcenas y Rafael Hernando, que se atreven a reñirnos por interrumpir su virtuosa tarea de robarnos o de explicarnos de que para ladrones, los del PSOE y los de Podemos.
Cruzada Nacional
Para entender esta actitud hay que remontarse a tiempos pretéritos, cuando tras la Gran Cruzada Nacional, el bando ganador puso el país a su nombre para explotarlo de la forma más conveniente a sus intereses; eso sí, tras fusilar o exiliar a todos los que tenían algo, ya fuera conciencia o propiedades. Concluida la dictadura por consunción, nos hicimos la ilusión de que mandábamos nosotros, y así fue durante un tiempo, hasta que los salvadores de la patria se inventaron de nuevo la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), aunque esta vez le dieron el nombre de Partido Popular, que viene a ser como la continuación del franquismo por otros medios.
Las familias de ilustre apellido franquista (véase la lista VIP de diputados del PP), que ya se habían hecho con la banca, las constructoras, las grandes empresas y todo lo que daba dinero, se vieron en la necesidad de financiar el proyecto para mejor salvar a España y sus propios negocios, que viene a ser lo mismo. De ahí los maletines ‘gratis’ en las sedes del PP, empleados en recompensar el sacrificio de tan ilustres prohombres, organizar campañas electorales y comprar voluntades, todo ello por el bien de España. Lo malo es que en este discurrir natural de las cosas, algún choricete como Bárcenas y otros 800, se han quedado parte del botín, siempre en pago de sus desvelos. Y además, más chulos que un ocho, ni se arrepienten (de qué), ni se plantean devolver el dinero, que esto se arregla con dos añitos en el trullo y los millones para la buchaca.
Lo más preocupante es que quienes podrían haber evitado que el PP siga manejando jueces, fiscales, periódicos y policías afines para tapar sus vergüenzas, hayan preferido alimentar su ego que protegernos de tantos desmanes. El primer mamporrero es el Amado Líder Pablo Iglesias, que pudo desbancar a Rajoy aquel nefasto marzo de 2016. El segundo es el ciudadano Albert Rivera, que este sí que es cómplice en el sentido más literal, que por sus votos los conoceréis. Y el tercero es Pedro Sánchez, cuyas tres primeras preocupaciones son la plurinacionalidad, el rojismo y su relación con Podemos, para ver si le dejan de insultar.
Como espero muy poco de tanta vanidad (ojalá me equivoque) es por lo que doy por concluido el curso con el mismo pesimismo con el que lo empecé, en la seguridad de que en otoño estaremos incluso peor, con más recortes y más chorizos impunes, pero muy entretenidos mirando para el Ampurdá, hasta que se nos salga por la boca un sentido ¡Viva España!
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