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Las sombras de un delirio de grandeza y la altiva respuesta del ministro De Guindos
Felipe Benjumea separó la actividad tradicional de fabricación, montaje, e instalación de equipos eléctricos, desarrollada por su padre con el esfuerzo de muchos, de la multinacional que él intentó forjar con dinero prestado, basada, fundamentalmente, en la propiedad y explotación de plantas de producción de electricidad y de tratamiento de agua.
Para soportar esa nueva Abengoa creó un grupo de empresas, organizadas por áreas de actividad (energía, agua, etcétera), cuyo buque insignia es Abengoa Yield. Las plantas de tratamiento de agua, las de generación, y las líneas de transporte de electricidad construidas por Abengoa, eran traspasadas así a Abengoa Yield (literalmente Abengoa Rendimiento, o margen), que vive de gestionarlas y explotarlas.
De hecho, un acuerdo de exclusividad firmado entre filial y matriz otorga a Abengoa Yield un derecho de adquisición preferente ante la venta, traspaso, “o cualquier otra disposición de todo activo operativo de Abengoa” en las áreas de energía renovable, convencional, transporte de electricidad, o de tratamiento de agua, que esté situado en EE.UU, Canadá, México, Chile, Perú, Uruguay, Brasil, Colombia y la Unión Europea.
Antes de la espantada del Grupo Gestamp, se nos había dicho que el plan de salvamento de Abengoa, diseñado por sus bancos acreedores, incluía vender activos de la compañía por un total de 1.200 millones de euros, para obtener así liquidez con la que pagar parte de su desorbitado endeudamiento. Pero se callaban cuáles eran esos activos a los que se les podía sacar tanto dinero.
Ahora que la crisis de Abengoa se ha acelerado temerariamente, los detalles guardados bajo siete llaves empiezan a salir a la luz. Así, se nos dice que se desprenderá de Abengoa Yield, y de de sus plantas de biocombustibles, y de las de generación de energía, y de desalinizadoras que no están bajo el paraguas de su filial. Sin entrar a discutir si con la venta de todos esos activos es posible sumar 1.200 millones de euros, especialmente ahora que todo el mercado conoce su desesperación por vender, la pregunta es ¿Qué le queda, una vez vendido tanto activo?
Y la respuesta es Inabensa. Es decir, su negocio original, el que levantó su padre y cuya sombra debe amargar hoy día las noches de sus hijos. Una actividad que, pese a los pesares, sigue funcionando. Consiste en competir con talento para ganar proyectos con los que diseñar y montar instalaciones eléctricas de terceros.
Vaya que si funciona. Ya en plena crisis de la matriz aireada en la prensa económica mundial, Abengoa se hizo el pasado día 22 de noviembre con el diseño, ingeniería y construcción de una planta de ciclo combinado en Jamaica, que se refrigerará con agua de mar. Ese mismo día inauguró una desaladora en Abu Dhabi, diseñada y construida por ella. Y tres días antes consiguió en ese mismo emirato la adjudicación de la ingeniería y construcción de una planta de cogeneración de electricidad. Una semana antes era Argentina la que le proporcionaba nuevos contratos para levantar tres líneas eléctricas y varias subestaciones. Y eso es sólo en este mes que aún colea. Dinamarca, Reino Unido, Uruguay, Sudáfrica, México, Israel, Estados Unidos, Chile, Ghana, Colombia … son sólo algunos de los países en los que ha conseguido proyectos este año.
En definitiva, son los delirios de grandeza los que se han ido al garete, la Abengoa de los equity funds, de los financieros de tirantes y la contabilidad creativa. La Abengoa de siempre, la del esforzado trabajo comercial seguido del bien hacer de un equipo de técnicos bien formados durante años de trabajo, esa sigue funcionando.
Pronto sabremos si sobrevivirá, o si perecerá arrastrada por el remolino generado por el hundimiento de la matriz. Como advierte el hoy consejero de Economía andaluz, pero aún influido por su anterior cargo de rector de la Hispalense, el físico Antonio Ramírez de Arellano, Andalucía se juega “retener el talento de sus empleados”.
Esperemos que el Gobierno que salga de las elecciones del 20 de noviembre tenga la “inteligencia y diligencia” que pide Rámirez de Arellano para evitar que tanto talento se vea obligado a seguir el camino de la emigración. Este Gobierno, desde luego, no las tiene. Ya lo ha demostrado el exconsejero del Ibex, el exdirectivo de Lehman Brothers, el ambicioso financiero, el neoliberal ministro Luis de Guindos con su altivo “ya hemos hecho bastante por Abengoa en estos años”.
Felipe Benjumea separó la actividad tradicional de fabricación, montaje, e instalación de equipos eléctricos, desarrollada por su padre con el esfuerzo de muchos, de la multinacional que él intentó forjar con dinero prestado, basada, fundamentalmente, en la propiedad y explotación de plantas de producción de electricidad y de tratamiento de agua.
Para soportar esa nueva Abengoa creó un grupo de empresas, organizadas por áreas de actividad (energía, agua, etcétera), cuyo buque insignia es Abengoa Yield. Las plantas de tratamiento de agua, las de generación, y las líneas de transporte de electricidad construidas por Abengoa, eran traspasadas así a Abengoa Yield (literalmente Abengoa Rendimiento, o margen), que vive de gestionarlas y explotarlas.