Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar
Los escombros tapan el bosque en llamas
Recuerdo esa Feria de 1998 en que la becaria de EFE que yo era flipaba con que los cargos de la Junta de Chaves siguieran en el festejo como si el vertido de la balsa minera de Aznalcóllar que amenazaba Doñana no importara. Veinte años después, me pasma más aún que, frente a un derrumbe de mayor peligro, del que somos igualmente conscientes, no se acabe de atisbar una reacción sociopolítica eficaz.
¿En serio que Cifuentes no se va? ¿El PP la va a seguir apoyando con el mismo descaro con el que pasa de puntillas sobre las anotaciones “M. Rajoy” o “María Dolores” de los papeles de Bárcenas? ¿El PSOE continuará negando lo impresentable de los ERE y de que Chaves y Griñán se defiendan alegando ignorancia? ¿PP y PSOE, pilares del bipartidismo en los 40 años de democracia, no se plantean reforma urgente que garantice la independencia del poder judicial para contrarrestar la falta de credibilidad que está en la base de la insumisión del independentismo catalán?
¿Con la gravedad del contexto, la alternativa de los partidos nuevos es, en Ciudadanos, ser muleta del PSOE en Andalucía y del PP en Madrid, aparentar luchar contra la corrupción, sin actuar porque, según las encuestas, les da rédito electoral y, en Podemos, auto-lesionarse a base de conflictos internos por choques de egos?
Coyuntura incendiaria
No es ya que los árboles nos impidan ver el bosque. Somos hasta incapaces de atisbar cada árbol y eso que las hojas ya titilan por efecto de las chispas. Vivimos una coyuntura incendiaria. No sólo el cambio climático que hace que estos días Ciudad del Cabo, la segunda localidad más poblada de Sudáfrica afronte el instante de grifos secos. Ni que el destino global esté en manos de líderes tan antidemocráticos y testosterónico-volátiles como Trump, Putin, Xi Jimping. O que la ONU se consolide como entidad inútil frente al belicismo alentado por el comercio de armamento.
Sino que se acumulan violaciones de derechos humanos no aclaradas, ni juzgadas, ni reparadas. Ignoradas. Lejos, pero también en el contexto europeo y hasta nacional.
Este domingo 22 de abril en la isla griega de Lesbos ha ocurrido un brutal ataque fascista contra un grupo de afganos demandantes de asilo, incluidos mujeres y niños. Ha sido en la céntrica plaza Safo –que homenajea a la poeta- ante una policía que activistas europeos presentes han calificado de “cuanto menos pasiva”. Cien personas de Afganistán –país calificado de seguro por la UE pese a continuas masacres como la de este mismo fin de semana- protestaban desde el martes. Salieron del campamento de Moria –que duplica su capacidad de 2.500- para denunciar las condiciones de vida allí tras el colapso de un interno que murió al día siguiente en el hospital. La parada militar tradicional los domingos en Lesbos acabó, esta vez, con decenas de ultras “organizados, llegados de Grecia continental, incluso de Amanecer dorado”, cuentan activistas, rodeando a los afganos, al grito de “¡A quemarlos vivos!” y lanzándoles piedras y cócteles Molotov, “en una batalla campal de ocho de la tarde a cinco y media de la madrugada” que acabó con una treintena de heridos y el arresto de 120 afganos y dos activistas griegos de derechos humanos, “acusados de ocupación de plaza pública” mientras a los autores de la agresión, según declaraciones policiales a medios griegos, “aún se les trata de identificar a través de Internet” .
Incluso nosotros, pendientes como estamos del juicio el 7 de mayo en esa ciudad de Mitilene de tres bomberos españoles, de la ONG Proem-Aid arrestados el 14 de enero de 2016 acusados de tentativa de tráfico de personas, ¿hemos oído que se esté celebrando otro juicio en la cercana isla de Quíos contra “los 35 de Moria”, africanos en prisión desde julio por protestar contra el hacinamiento en el campamento?
Si lo he sabido es gracias a La ruta de la solidaridad, cuya etapa en los Balcanes fue la pasada semana. Una iniciativa de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, la ONG italiana Un Ponte Per, la griega Antigone y la croata Udruga PANK para la unión de europeos de este Mediterráneo en que mueren, desde 2014, 4.000 personas al año. Para que los centro-europeos sepan de Manuel Blanco, Julio Latorre y Enrique Rodríguez, que afrontan más de 10 años de cárcel por salvar vidas y nosotros de la niña afgana Madina Husseini, que sobrevivió al Egeo quizá gracias a ellos o a los socorristas de Proactiva, para acabar arrollada por un tren cuando con su familia era devuelta en caliente de Croacia a Serbia. Para divulgar que el espanto no es exclusivo del mar y que, en los Alpes, entre Italia y Francia, gente buena, cada noche, se la juega yendo a buscar migrantes en sus coches porque conocen ya a demasiados a los que ha habido que amputarles pies y manos.
Esto está pasando. Como que han aparecido dos cadáveres en la valla de Ceuta. Lo urgente y lo importante están coincidiendo. No nos distraigamos.
Recuerdo esa Feria de 1998 en que la becaria de EFE que yo era flipaba con que los cargos de la Junta de Chaves siguieran en el festejo como si el vertido de la balsa minera de Aznalcóllar que amenazaba Doñana no importara. Veinte años después, me pasma más aún que, frente a un derrumbe de mayor peligro, del que somos igualmente conscientes, no se acabe de atisbar una reacción sociopolítica eficaz.
¿En serio que Cifuentes no se va? ¿El PP la va a seguir apoyando con el mismo descaro con el que pasa de puntillas sobre las anotaciones “M. Rajoy” o “María Dolores” de los papeles de Bárcenas? ¿El PSOE continuará negando lo impresentable de los ERE y de que Chaves y Griñán se defiendan alegando ignorancia? ¿PP y PSOE, pilares del bipartidismo en los 40 años de democracia, no se plantean reforma urgente que garantice la independencia del poder judicial para contrarrestar la falta de credibilidad que está en la base de la insumisión del independentismo catalán?