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OPINIÓN | Aldama, bomba de racimo, por Antón Losada

Ocho días

Ocho días han dado algunos estados miembros de la UE, sin esperar una posición común de la UE, a Nicolás Maduro, -que debe ser el presidente venezolano-, para que convoque elecciones y ver si así algún disidente llega a sucederle, ya que habría que presuponer que autoproclamarse no vale. Entre ellos está el Reino Unido, que se va para marzo porque no le hacemos caso. Pedro Sánchez se ha arrogado la iniciativa, dice que porque España tiene una responsabilidad en Latinoamérica. No sé de dónde se sacan el calendario, pero lo de ocho días me suena a ocho de espadas del Tarot. Dicen las brujas que es la carta de las salidas emocionales cuando, en casos difíciles,  por el contrario, deberían utilizarse la razón y el intelecto.

Conocía la noticia mientras me hablaban en la tele de Puducherry, la ciudad más importante de la India francesa. Allí estuvieron nuestros vecinos hasta 1954. Una señora vestida con sari, contaba que el francés sigue siendo la lengua materna. Cocinaba un plato de curry de notable influencia francesa, con vinagre; las calles, en la ahora ciudad india, están rotuladas también en francés y la policía local se toca con un nostálgico kepí, algo ridículo, recuerdo de la dominación francesa. Nostalgia.

En Filipinas, apenas se habla ya español, a pesar de que las mejores poesías y novelas de su héroe nacional, José Rizal, -murió fusilado -, y de que sus primeros textos fundacionales estén redactados en español. Quedan la paella, con chorizo, el adobo y el flagelamiento sangriento en carne viva de los cristos tágalos cuando llega la Pasión.

Manuel Chaves Nogales, en sus crónicas de la última aventura colonial española en Ifni, nos habla de los últimos oraníes, españoles errantes al servicio del ejército colonizador francés en Marruecos y Sáhara. España abandonó Orán en 1792, y el Sáhara, hace nada, después de que nos echaran a culatazos de Ifni. En el Sáhara, en la lista de territorios a descolonizar de la ONU, españoles de carnet sufren la represión de Marruecos, se persiguen los derechos humanos, y no se respetan las resoluciones de la ONU, que piden un referéndum. A pesar de ello, la potencia administradora, España, mira para otro lado o, mejor dicho, para el Majzén de Rabat. En Tetuán y en casi todo el norte, el español se ha perdido y los que lo chapurrean tienen una deuda impagable con el fútbol y todo mi reconocimiento. Y Guinea.

Y Pedro Sánchez dice que Latinoamérica es nuestra responsabilidad. Supongo que como en Chile, El Salvador, todos golpes de la CIA, Honduras, Guatemala, por citar unos pocos. Como con la columna migratoria de latinoamericanos hacia Estados Unidos, sometida al maltrato inhumano por  Trump, que, por cierto, también ha maltratado a Puerto Rico, tras la descomunal catástrofe del huracán María. De perfil.

Trump, antes criticado por ultraderechista, lo tiene claro. Pero además, Venezuela es la gran ocasión para tapar el cierre de su administración, sus relaciones delictivas con Rusia. Pero lo pusieron los suyos y al  poder nunca se defrauda.

Los nuestros tampoco lo hacen. Felipe González, el gran criollo, da otra vez una muestra de deslealtad situándose fuera del apoyo institucional a las políticas de estado, como lo es la internacional. Como su primo Aznar, el locuaz presidente, vendiendo sumisión en español dialectal de Texas, sin subtítulos. Aznar fue el instigador, aplaudido por la gusanera de la Florida, de la infame posición común de la UE contra Cuba. La deslealtad de estos dos presidentes, junto a la oposición española de Casado y Rivera, ambos con ansias de ser pronto expresidentes criollos ,  frente al presidente Sánchez, es rayana a la traición.

Pero no le hacía falta a Sánchez tamaña deslealtad. Han podido más otros intereses que los de la oposición y los presidentes criollos para que se sume, y dice que lidera, a la posición unilateral europea frente a Venezuela. Que ciertamente, sí, necesita una solución democrática al autoritarismo de Maduro. Como Arabia Saudí, Marruecos , los primos del Golfo, China y muchos más, por no seguir. Por cierto, dicen siempre en la corte de nuestros lazos con los árabes, también históricos, culturales y fraternales. Recuerde Palestina, hablando de reconocer, señor Sánchez.

Estos movimientos europeos tienen un muy pestilente olor azoriano. Pero nada, nadie responde hoy de Iraq, ni de Afganistan, Libia... ¿Recuerdan la primavera árabe, iniciada en Egipto? La guarda en una caja fuerte Al-Sisi, otro autócrata al servicio de EEUU. Ninguna son hoy democracias homologables.

La UE ha perdido otra vez la oportunidad de empezar, al menos, a construir una política exterior común. En realidad no quiere, como tampoco hace ni caso al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Y España, qué. ¿De verdad, señor presidente, que tenemos responsabilidad con Latinoamérica y queremos construir políticamente Europa? La verdad es que España no lidera nada, y así, menos en America. En todo caso, somos la capital inmobiliaria y financiera de los intereses de todos los autócratas latinoamericanos y sus aliados de la beauty.

Ni siquiera hay memoria patria para recordar  las palabras, en una desgraciada y absurda Guerra del Pacífico, esta vez contra Chile, Perú, Ecuador y Bolivia ,- otra historia irredenta-, del almirante Méndez Núñez: “más vale honra sin barcos”.

“Dichosísimo aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la política y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto” (Simón  Bolívar).

Ocho días han dado algunos estados miembros de la UE, sin esperar una posición común de la UE, a Nicolás Maduro, -que debe ser el presidente venezolano-, para que convoque elecciones y ver si así algún disidente llega a sucederle, ya que habría que presuponer que autoproclamarse no vale. Entre ellos está el Reino Unido, que se va para marzo porque no le hacemos caso. Pedro Sánchez se ha arrogado la iniciativa, dice que porque España tiene una responsabilidad en Latinoamérica. No sé de dónde se sacan el calendario, pero lo de ocho días me suena a ocho de espadas del Tarot. Dicen las brujas que es la carta de las salidas emocionales cuando, en casos difíciles,  por el contrario, deberían utilizarse la razón y el intelecto.

Conocía la noticia mientras me hablaban en la tele de Puducherry, la ciudad más importante de la India francesa. Allí estuvieron nuestros vecinos hasta 1954. Una señora vestida con sari, contaba que el francés sigue siendo la lengua materna. Cocinaba un plato de curry de notable influencia francesa, con vinagre; las calles, en la ahora ciudad india, están rotuladas también en francés y la policía local se toca con un nostálgico kepí, algo ridículo, recuerdo de la dominación francesa. Nostalgia.