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Feminismo para llegar a fin de mes

7 de marzo de 2021 21:34 h

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Conmemoramos este lunes otra jornada más de lucha feminista. El 8-M ya nunca será igual desde que en 2018 el movimiento feminista salió de las paredes institucionales para adentrarse en la epidermis de una sociedad que ha hecho de la igualdad una lucha hegemónica, popular y transversal y una autovía de transformación que lo quiere cambiar todo y no acepta la desigualdad en ninguna de sus versiones.

El 8-M de 2021 está marcado poderosamente por la pandemia que sufrimos desde hace un año, pero también es una buena fecha para remarcar que son mujeres las que han estado y están poniendo el cuerpo para poder hacerle frente al virus que en nuestro país se ha cobrado la vida de 70.000 personas y que ha cambiado la respuesta a todas nuestras preguntas.

La pandemia ha hecho visible lo que la economía feminista lleva décadas señalando, que existe una división sexual del trabajo por la que las mujeres ocupamos los trabajos de cuidados, vinculados a la reproducción y mantenimiento de la vida, y los hombres los relacionados con la producción. Nosotras no podemos parar, porque la vida no para, pero sin embargo, a la vez que son esenciales, los sectores feminizados son los más precarios, los más parciales y con los salarios más bajos. 

Sanitarias, empleadas domésticas, auxiliares de ayuda a domicilio, limpiadoras o cajeras de supermercados han sido tan imprescindibles como los conductores de mercancías o de transporte público y el personal de la construcción, farmacias, gasolineras, tecnología y comunicación o seguridad. La diferencia es que el primer grupo, vinculado directamente a los cuidados, está ocupado en su casi totalidad por mujeres y sus condiciones laborales no tienen nada que ver con el segundo grupo, que está plenamente masculinizado.

Las mujeres que nos han alimentado, han desinfectado los espacios públicos y privados y quienes nos han sanado y cuidado para que la vida transcurra con dignidad han puesto el cuerpo para frenar la pandemia, pero apenas cobran el salario mínimo. De los dos millones de trabajadores que cobran el salario mínimo interprofesional, su gran mayoría son mujeres.

Esta desigualdad económica se ve claramente al observar las pensiones contributivas. Las mujeres cobran de media unos 800 euros al mes, por 1.200 euros de los hombres. Una diferencia de 400 euros al mes. Los salarios bajos de hoy son las pensiones de miseria de mañana. Por eso subir el salario mínimo es una medida feminista y no se puede llamar feminista quien se niega a subirle el poder adquisitivo a las trabajadores que acumulan los salarios más bajos.

El 8-M puso en el centro de la agenda feminista la redistribución de la riqueza y la pandemia ha señalado con más luz si cabe la situación de dependencia económica que sufrimos las mujeres. Somos las más precarias, las más desiguales, las más excluidas, las más parciales, las más pobres y con los salarios más bajos, a pesar de que realizamos los trabajos más esenciales, aquellos sin los que la vida sería inviable. 

Necesitamos un feminismo que cuide y que tenga en su frontispicio la emancipación económica. No hay libertad cuando no se llega a fin de mes o cuando huir de la violencia machista se hace imposible porque no existen las condiciones materiales para proyectar una vida autónoma. Este 8-M pongamos en el centro a las esenciales, aplaudámosle, pero sobre todo hagamos que esos aplausos se traduzcan en mejoras de sus condiciones laborales y de vidas. Son las imprescindibles, pero por ser mujeres ganan menos, y acumulan los contratos precarios y parciales. Cuando la nevera está vacía, la libertad y la democracia saltan por la ventana. 

Conmemoramos este lunes otra jornada más de lucha feminista. El 8-M ya nunca será igual desde que en 2018 el movimiento feminista salió de las paredes institucionales para adentrarse en la epidermis de una sociedad que ha hecho de la igualdad una lucha hegemónica, popular y transversal y una autovía de transformación que lo quiere cambiar todo y no acepta la desigualdad en ninguna de sus versiones.

El 8-M de 2021 está marcado poderosamente por la pandemia que sufrimos desde hace un año, pero también es una buena fecha para remarcar que son mujeres las que han estado y están poniendo el cuerpo para poder hacerle frente al virus que en nuestro país se ha cobrado la vida de 70.000 personas y que ha cambiado la respuesta a todas nuestras preguntas.