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Maestros que cobran (religiosamente)
A lo mejor lo habéis visto en internet. Una agencia desconocida que busca aventureros que quieran viajar por el mundo, con todos los gastos pagados y además cobrando 3.000 euros al mes. O una remota isla del Pacífico que se ofrece a alojar a todo trapo al afortunado o afortunada que quiera convertirse en su embajador por el mundo. Un sueldo Nescafé pero a lo bestia, con playa, palmeras y piñas coladas. Una nunca se atreve a llamar, pensando que es un fraude a gran escala, una engañifa publicitaria, un sorteo dudoso o simplemente una manera de robarte tus datos, al estilo Cambridge Analytica.
Ahora imagina esta oferta: “Se busca profesor de Religión. No necesita trabajar ni dar clases. Sólo presentarse cada mañana en el colegio. Actividades sugeridas: estudiar oposiciones, hacer sudokus u organizar una boda. Sueldo: 1.400 euros al mes. Razón: Ministerio de Educación”.
Esta situación rocambolesca, aunque parezca propia de una estafa nigeriana, es real y se está dando en, al menos, una treintena de centros escolares de Andalucía, como han desvelado las informaciones de Daniel Cela en este diario. Maestros de Religión que, después de que sus centros recortaran las horas lectivas de esta materia (acogiéndose a un decreto autonómico), deberían haber salido del colegio porque ya no hacían falta. Pero no lo hicieron. Por algún motivo la Junta, que sabía que sobraban, les confirmó en sus plazas. Y el Ministerio, que también sabía que sobraban, les siguió pagando. Religiosamente. Y así llevan tres años. Contratados, cobrando y sin hacer nada, matando las horas como pueden en la sala de profesores.
Tres preguntas, por decir tres, siguen sin respuesta en este absurdo. ¿Cuántos maestros están en esta situación, no sólo en Andalucía, sino en toda España? ¿Cuánto le está costando a las arcas públicas? Y la más importante, ¿cómo demonios ha pasado esto?
Varias hipótesis emergen. Descartada la conspiración planetaria (sorry, Alaya), quedan la desidia administrativa, las resbalosas relaciones Iglesia-Estado y el castizo refrán político “no me vengas con marrones que igual vienen elecciones”. Y probablemente ha sido una mezcla de las tres. Una especie de triángulo de intereses que, como el de las Bermudas, ha conseguido que desaparezcan del radar decenas de profesores que, sencillamente, no tenían que estar ahí.
Y ojo, que esto no va de alegrarse de que nadie pierda su trabajo. Ni tampoco es fácil exigirle a estos profesores que se entreguen ellos mismos y renuncien a su sustento. Pero no me digais que, después de años de recortes, de que en Andalucía no pudiera contratarse a medio médico de más ni a medio profesor de más sin que viniera Cristóbal Montoro con la tijera y amenazando con recurrir al Constitucional; después de que la marea verde (esta semana, otra vez) haya tenido que echarse a la calle para defender la educación pública; que nos falten maestros de matemáticas, de lengua, de historia, hasta de latín; que nos hayan impuesto que la asignatura de Religión cuente para la nota; de la X de la Renta... Después de todo esto, enterarnos de que tenemos a sueldo, mano sobre mano, a no sabemos cuántos profesores de Religión, convertidos en maestros del crucigrama, qué queréis que os diga. Que clama al cielo.