Todos contra todos

Admitida a trámite una medida electoralista del copón. Los candidatos juegan a la ruleta rusa en este casino supramunicipal. Apuestan todo o nada. Apuestan por el dinero, apuestan por la igualdad, por la justicia, por lo que más quieras. Y recurren, por la vía administrativa, al alquitrán. El alquitrán electoral de esta Expaña tuya, esta Expaña nuestra. Para levantar este país, nada mejor que empezar por las calles, avenidas y rotondas. Y si hay que levantarlas dos veces, mejor. El domingo sueltan al concejal de incultura, siestas y asfaltado, vaya embolado. Si no lo has hecho en cuatro años, ahora o nunca.

Ya lo advirtió Pujol: el árbol, las ramas, el viento, los papeles del camión, los pactos inconfesables.

Madre del cordero, el acuerdo, la negociación. Llegó el día de la impostura. Reconozcamos que en este rincón no hay cultura de diálogo, o así, y que nos mola la contraprogramación. Aquí hacemos las cosas adrede. Por ejemplo, no comer ni dejar, poner calzos, difundir insidias, practicar el chantaje y la extorsión.

Este todos contra todos tan lindo y pinturero se torna a veces en contra de uno, varios o todos. Rock and roll bumerán. La subida salarial es un puerto de montaña. El énfasis del locutor, un boleto premiado. Floriano, un pijo discontinuo. Rajoy y Chaves, gente despistada que no se da cuenta. Y el diccionario, una trampa. Todavía no han imputado a los académicos de la real infamia que comparan a los gitanos con los trapaceros. Decía Galeano que el mundo se divide entre indignos e indignados, mayormente, y que hay que saber de qué lado eres o estás. Agregamos a quienes saltan al vacío y a los que dirimen la partida con dos barajas.

En la radio hablan y hablan acerca del “tema de Andalucía”. Esta burbuja demoscópica nos va a volver turulatos. Somos todos unos tontos por ciento de los encuestados que saben pero no contestan lo que piensan para no dar ideas al enemigo. Digamos, con temor a equivocarnos, que parecemos todos mercenarios del olvido, voluntarios que acuden a declarar en calidad de invitados de piedra, espectadores de lujo de esta mentira a medias..

Susana iba a pactar con la gente, pero la gente ya no está, la gente está muy ocupada (?) con sus cosas. Susana cree que es urgente. Los demás también son urgentes, por eso se largaron de vacaciones con los penitentes. Si no se dan prisa, les pillará trabajando el puente del Día del Trabajo Basura. Nos vamos a hartar de alquitrán de aquí al 24 de mayo.

“Nos van a decepcionar”, vaticinan por aquí. La suma de los días se reirá de las mayorías impolutas, doblarán las esquinas los que nos gobernaron, los que nos gobiernan y los que quieren gobernarnos. Ojo a los sondeos de la temporada otoño infierno: unos se desploman, otros resisten, los nuevos se desinflan o irrumpen con un montón de ilusión y pundonor. No cesan las campañas de apoyo y acoso descarados. Díganme quiénes son aquí los trapaceros. Si no se entienden en casa, será complicado que estos tipos sellen algún acuerdo a domicilio. Sus representados tampoco somos angelitos, precisamente, y pedimos sangre. Sangre con tomate. Acusaremos a los dialogantes de vendidos y a los intransigentes de mequetrefes. No tenemos remedio, por mucho ibuprofeno que nos metamos entre pecho y espalda. Muchas pesetas y pocos euros. Ahí nos duele. Por lo demás, anestesia en precario, dinamita pa’ los pollos.

Vamos a arbitrar una serie de medidas, vamos a establecer mecanismos de control, vamos a hacer lo que nos dé la gana.

Admitida a trámite una medida electoralista del copón. Los candidatos juegan a la ruleta rusa en este casino supramunicipal. Apuestan todo o nada. Apuestan por el dinero, apuestan por la igualdad, por la justicia, por lo que más quieras. Y recurren, por la vía administrativa, al alquitrán. El alquitrán electoral de esta Expaña tuya, esta Expaña nuestra. Para levantar este país, nada mejor que empezar por las calles, avenidas y rotondas. Y si hay que levantarlas dos veces, mejor. El domingo sueltan al concejal de incultura, siestas y asfaltado, vaya embolado. Si no lo has hecho en cuatro años, ahora o nunca.

Ya lo advirtió Pujol: el árbol, las ramas, el viento, los papeles del camión, los pactos inconfesables.