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Todos con Proteo
A última hora de la noche del seis mayo ardía la librería Proteo, la más emblemática de Málaga. Yo me enteré a la mañana siguiente. Una subida en la tensión de la red eléctrica había afectado a varios edificios de la calle, sin mayores consecuencias, pero en Proteo, que albergaba 80.000 volúmenes, había saltado una chispa.
A mi pareja y a mí nos llegaron al móvil las sobrecogedoras imágenes de las llamas consumiendo, principalmente, la primera planta de la librería, “la planta de Carlos”. Así es como muchos llamamos familiarmente a la planta de los ensayos. Nuestro amigo Carlos, uno de los libreros, y además hijo de dos de los fundadores de Proteo, lleva años mimando especialmente esos estantes, en los que nunca falta ninguno de los ensayos políticos, sociológicos o históricos de nuestras editoriales favoritas. Él forma parte de los once trabajadores que configuran esa plantilla coordinada por Jesús Otaola, una de esas personas sobre las que nunca oirás una mala palabra, como pueden constatar en CEGAL, la principal plataforma del gremio.
Fue precisamente CEGAL quien en 2017 premió la labor cultural de Proteo, poniendo así un broche a una librería que se fundó en 1969 y que desde entonces ha sido una verdadera dinamizadora del mundo literario malagueño. En esos últimos tiempos del franquismo fue un punto de venta de libros prohibidos, en la Transición sufrió ataques de grupos fascistas, y posteriormente se consolidó en la ciudad hasta abrir varias sucursales más, que las sucesivas crisis terminaron por clausurar. En su edificio más icónico, el de Puerta de Buenaventura, se llevó en 2004 una reforma integral que tuvo en cuenta, como no podía ser de otra manera, su imbricación con la historia de la ciudad, de manera que un trozo de muralla del siglo XIII fue integrado en la planta baja. Gracias a esa reforma, el fuego no ha echado abajo el edificio, lo que permite confiar en una reapertura que, de momento, resulta muy difícil fechar. Porque las llamas han causado destrozos gravísimos, además de la pérdida de todo el fondo de libros.
Hasta este último fin de semana no he podido comprobar de primera mano esos destrozos. Es descorazonador. De la mano de Jesús Otaola, mi pareja y yo recorrimos todas las plantas con un nudo en el estómago.
Hasta este último fin de semana no he podido comprobar de primera mano esos destrozos, puesto que la mañana en la que me llegó la noticia tenía que irme de Málaga debido a una urgencia familiar. Es descorazonador. De la mano de Jesús Otaola, mi pareja y yo recorrimos todas las plantas con un nudo en el estómago. En esa librería he participado en actividades por el Día del Libro, he impartido talleres, he asistido a otros, he presenciado charlas con escritores, he comprado novelas de autores malagueños que publican en Genal, el sello lanzado por Proteo, y he colgado fotos, orgulloso, cuando en su escaparate habían seleccionado alguno de mis libros. Ahora, un manto de cenizas y de restos carbonizados cubre buena parte de sus dependencias. Pero, en contra lo que pueda parecer, no hay silencio en Proteo: sus libreros siguen atendiendo a pie de calle pedidos online, y el propio Otaola no da abasto porque quiere mostrar en persona cómo ha quedado el inmueble al incesante goteo de malagueños que se acerca para expresar su solidaridad.
Ahora toca esperar el proceso entre aseguradoras y compañía eléctrica, que en cualquier caso no será suficiente para cubrir las cuantiosas pérdidas. Ese es el motivo principal de la emocionante ola solidaria que, bajo el lema Todos con Proteo, se ha desatado en la ciudad, y en realidad por todo el país: autores que organizan firmas de sus libros en la puerta de Proteo, librerías que piden a su clientes que “hoy compren en Proteo”, distribuidoras que les ceden un despacho, un ordenador para gestionar los pedidos. Y es que Proteo, que no se plantea hacer un ERTE ni despedir a nadie de su plantilla, sigue funcionando online. A través de su página, www.libreriaproteo.com se pueden hacer donativos y pedidos de libros.
Hoy, tiznado por el humo, el trozo del lienzo de la muralla contempla impertérrito la herida del fuego. Es esa muralla centenaria la que nos da esperanzas, la que nos recuerda que Proteo lleva el nombre del dios que mejor sabe cambiar de forma, y que por eso, lo mismo que ella, también ahora resistirá.
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