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Dos violaciones y unas gafas
Esta semana, un juzgado de Córdoba ha dictado el procesamiento de cuatro de los cinco miembros de la 'Manada', acusados de abusar sexualmente de una mujer durante las fiestas de Pozoblanco en 2016. Hace unos meses, lo recordarán, la Audiencia de Navarra los condenó a nueve años de prisión por abusar -llamémoslo por su nombre, violar- a otra mujer en los Sanfermines aquel mismo año.
Si se están preguntando en qué cárcel están estos ciudadanos ejemplares, dejen de hacerlo. Están todos en libertad bajo fianza. Perdón, todos menos uno, Ángel Boza, en prisión preventiva desde el pasado 2 de agosto por el robo de unas gafas de sol en unos grandes almacenes. Sí, unas gafas. ¿Le salen las cuentas? A mí tampoco.
Una de las luchas históricas del movimiento feminista es intentar que la sociedad, la administración, la Policía, la Justicia, sean capaces de observar la realidad con perspectiva de género, es decir, teniendo en cuenta las especiales circunstancias que se dan en una cultura marcada por la profunda desigualdad y discriminación de las mujeres. Lo llaman, tiene narices la ironía, ver las cosas con “gafas violeta”. Y claro, una se pregunta: ¿de qué color eran las gafas que robó Ángel Boza? ¿De qué color serán las gafas de los jueces del caso para que, a día de hoy, este ratero de hipermercado sea el único encarcelado de un grupo condenado -y ahora procesado de nuevo- por delitos tan graves?
¿Nadie en la Audiencia de Navarra, en la Audiencia de Córdoba, piensa que a lo mejor es el momento de revisar la libertad provisional de esta manada desbocada? ¿Cuántas dioptrías tiene un sistema judicial que no observa un patrón delictivo evidente?
Ya me han explicado que vídeos grabados a la víctima de Pozoblanco, por vomitivos que sean, no permiten seguramente probar nada más allá de los abusos sexuales. Poco importa que se despertara desnuda y desorientada en el asiento trasero de un coche. Poco importa que tuviera la ropa desgarrada. Que intentaran forzarla de nuevo y la arrojaran a golpes del vehículo. A lo mejor no puedo llamarlo violación. Pero lo llamo.
Esta semana, un juzgado de Córdoba ha dictado el procesamiento de cuatro de los cinco miembros de la 'Manada', acusados de abusar sexualmente de una mujer durante las fiestas de Pozoblanco en 2016. Hace unos meses, lo recordarán, la Audiencia de Navarra los condenó a nueve años de prisión por abusar -llamémoslo por su nombre, violar- a otra mujer en los Sanfermines aquel mismo año.
Si se están preguntando en qué cárcel están estos ciudadanos ejemplares, dejen de hacerlo. Están todos en libertad bajo fianza. Perdón, todos menos uno, Ángel Boza, en prisión preventiva desde el pasado 2 de agosto por el robo de unas gafas de sol en unos grandes almacenes. Sí, unas gafas. ¿Le salen las cuentas? A mí tampoco.