Cada cierto tiempo, desde algún ayuntamiento, se lanzan campañas de sensibilización contra la trata de personas con fines de explotación sexual. Son campañas del tipo “No pagues por Sexo” o “Sin clientes no hay trata”, que atacan directamente a la figura del cliente e intentan con este pretexto luchar contra la trata y, por extensión, contra la prostitución, sin diferenciar una realidad de la otra. Desde la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) vemos imprescindible que se diferencien la trata de seres humanos con fines de explotación sexual y la prostitución, para poder luchar adecuadamente por los derechos de ambos grupos y para minimizar las vulneraciones de los mismos.
Cuando hablamos de clientes, es importante tener en cuenta que no existe un sólo perfil. El tipo de persona que solicita servicios sexuales de una trabajadora del sexo es muy variado. Hombres con un alto nivel de formación y capacidad económica, hombres con baja formación y capacidad económica, casados, solteros, hombres de todas las edades y razas. Lo único que los diferencia son las zonas donde van a buscar los servicios de las mujeres que ejercen la prostitución.
A mayor capacidad económica buscan mujeres consideradas de más standing. Pero desafortunadamente no importa la formación o capacidad económica, estar casado o soltero, ser blanco o negro para que algunos de estos clientes no traten a las mujeres que ejercen la prostitución con educación y respeto en todos los aspectos (horarios, tarifas, condiciones, etc.) y lo más importante, respetándolas como personas. No es lo mismo solicitar servicios sexuales de una persona que ejerce este trabajo libremente, respetando sus derechos y su dignidad, que solicitar los servicios de una persona de la que se sabe o sospecha que está siendo víctima de trata.
Variedad de perfiles
Desgraciadamente, las administraciones no tienen en cuenta esa variedad de perfiles y sólo entienden una forma de dirigirse a los clientes: a través de campañas de criminalización, dirigidas de forma agresiva y amenazadora contra la persona que consume servicios sexuales, haciéndola culpable de la explotación y de la trata.
Los clientes son actores principales de esta realidad, y por tanto, es importante que participen activamente en todo lo que tiene que ver con la lucha contra la trata de personas con fines de explotación sexual.
Se debería apostar por responsabilizar a los clientes de la prostitución, realizando campañas que potencien el respeto por las mujeres que están trabajando y que animen a denunciar las situaciones de explotación y trata de seres humanos. En este momento, los clientes difícilmente tomarán la iniciativa de denunciar situaciones de vulneración de los derechos de las mujeres, ya que se sienten perseguidos y culpabilizados por solicitar servicios sexuales a cambio de dinero.
Desde las asociaciones que trabajamos con el colectivo de prostitutas, no nos resignamos a pensar que existe una sola manera de vivir la sexualidad, sino que creemos que un ejercicio del trabajo sexual digno y respetuoso es posible. Por ello pensamos que la mejor forma de tratar este tema es sensibilizando a los clientes, intentando hacer ver a la sociedad que la persona que consume prostitución no es irremediablemente una persona violenta o criminal, y que de hecho puede y debe ser un elemento fundamental para acabar con la trata de seres humanos con fines de explotación sexual.