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El Gobierno andaluz no conseguirá silenciar a la comunidad educativa frente al horror de Gaza
El 30 de enero se celebra el “Día Escolar de la No Violencia y la Paz” y la Consejería de Desarrollo Educativo y FP ha decidido utilizar esta fecha para imponer su agenda política e ideológica en los centros educativos de Andalucía. Para ello, los responsables de la administración educativa han publicado unas instrucciones que pretenden determinar la forma y el contenido de la celebración de esta efeméride en los colegios e institutos.
Mientras que, en años anteriores, el documento enviado a los equipos directivos se limitaba a recordar la importancia de esta fecha en los centros educativos y a referenciar el anclaje normativo para su celebración, la circular enviada este curso marca una serie de directrices y delimita el tema sobre el cual tendrían que desarrollarse las actividades en torno a esta efeméride: el discurso “constitucionalista” y el recuerdo a las víctimas de ETA.
A primera vista, haciendo abstracción del contexto actual, no parece ningún disparate que en los centros educativos se trabaje sobre la ley fundamental del Estado y se recuerde a las víctimas del conflicto vasco. Es un poco más sospechoso que la administración andaluza se olvide de otras víctimas, las del franquismo y la dictadura, sobre todo si tenemos en cuenta que existe una Ley de Memoria Democrática estatal y una propia de Andalucía que obliga a la Consejería a incluir este tema en los currículos. Es cierto que existe un día, el 14 de junio, para el trabajo de la Memoria Histórica, como también es verdad que las últimas instrucciones para su celebración son de 2019, el año en que Moreno Bonilla llegó al Gobierno de la Junta.
Más raro aún es que la administración andaluza no haya publicado jamás unas instrucciones para la celebración del Día de las Personas Migrantes, el 18 de diciembre, cuando la realidad es que gentes de todas partes del mundo llegan a nuestra tierra, a nuestras playas y a nuestras aulas, a costa de enormes sufrimientos. Se me ocurren pocas cosas más violentas que dejar tu tierra, arriesgar y perder el arraigo, a menudo la salud y, demasiadas veces, la vida. Pocas cosas más dignas de recordar en un día que debe servir para contribuir a una educación en la solidaridad y los derechos humanos y construir una sociedad más justa e igualitaria. Hay muchísimos temas y ángulos desde los que abordar las actividades del Día Escolar de la No Violencia y la Paz, más allá del manoseado discurso del consenso constitucional y de un conflicto que, en su vertiente armada, terminó con el abandono de las armas por ETA hace ya trece años.
Haciendo abstracción del contexto actual, no parece ningún disparate que en los centros educativos se recuerde a las víctimas del conflicto vasco. Es un poco más sospechoso que la administración andaluza olvide a otras víctimas, las del franquismo
La elección del tema central de las instrucciones publicadas por la Consejería responde a dos razones. La primera es cercenar la libertad en las aulas andaluzas, en un contexto de polarización, y utilizar el poder institucional que les confiere la mayoría absoluta para imponer sus valores y su posicionamiento político a la comunidad educativa, con especial gravedad en lo que se refiere a las niñas y niños. Para adoctrinar, que dirían ellos. La segunda es amedrentar al profesorado para que no opte por celebrar el Día de la Paz de la manera más obvia en este momento: trabajando con el alumnado las implicaciones, de dimensiones genocidas, de la ofensiva israelí en Gaza.
Los ataques de Israel a la población civil se han cobrado ya más de 25.000 vidas, más de la mitad de ellas de niñas y niños. Los bombardeos sobre Gaza, Cisjordania, Siria y el Líbano han destruido viviendas, campos de refugiados, escuelas, hospitales y todo tipo de infraestructuras. Las organizaciones internacionales, incluyendo a la ONU, advierten de que la falta de medicinas, comida y agua potable puede causar una catástrofe humanitaria aún mayor, al provocar miles de muertes por infecciones, enfermedades, hambre y sed. Nadie niega esta realidad y ninguna persona puede obviar este horror televisado. Tampoco quienes se dedican a la enseñanza en los colegios e institutos de Andalucía que, en muchos casos, están ya preparando actividades de concienciación y solidaridad con las niñas y niños, con el pueblo palestino, como antes hicieron con las víctimas de conflictos como el de los Balcanes, la guerra de Irak, la de Siria o la de Ucrania.
El Gobierno de la Junta y su Consejería de Educación pretenden que olvidemos el verdadero objetivo del Día Escolar de la No Violencia y la Paz; intentan disciplinar al profesorado e implicarnos en su estrategia de la crispación frente al Gobierno central, a costa de nuestro alumnado; quieren imponernos su ceguera consciente frente al pisoteo flagrante de los derechos humanos al otro lado del Mediterráneo. Algunos centros quizás optarán por seguir las perversas instrucciones y dar la espalda a la terrible realidad. Espero que sean la excepción y que esta infamia no se olvide porque, a su pesar, tenemos memoria histórica.
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