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¿Nuevo modelo productivo andaluz?
Tengo que comenzar estas líneas por agradecer a los consejeros de Economía y Hacienda de Andalucía la sinceridad de sus palabras, porque de ellas se deducen con claridad prístina cuales son la auténticas intenciones del Gobierno de Moreno Bonilla con relación al cambio de modelo productivo andaluz. “Queremos transformar la cultura reguladora de la Administración Pública… y apostar por una economía liberal”, ha afirmado el consejero Velasco, para aseverar después que “esto no es de derechas ni de izquierdas, está sustraído de ideologías”. Huelga decir que el contrabando ideológico del señor Velasco es manifiestamente burdo: justamente porque pretende ir hacia un modelo liberal de economía en lugar de un modelo más regulatorio está haciendo un posicionamiento ideológico, pero hace contrabando al pretender presentar sus preferencias como algo técnico y no ideológico; por eso él pertenece a Ciudadanos, supongo. El consejero Bravo dijo en su día en un ataque de sinceridad que “las reformas las hemos hecho de la mano del sector privado”. La convalidación del Decreto ley sobre simplificación administrativa en el parlamento con los votos de PP, Ciudadanos y Vox supone la ratificación de una estrategia política en materia económica que ya venía siendo aplicada desde el inicio de esta legislatura, pero que ahora termina de dotarse de los instrumentos jurídicos suficientes para conducirnos a ese cambio de modelo productivo que nuestras tres derechas ambicionan.
Es casi un tópico hablar de la necesidad de cambiar nuestro modelo productivo, excesivamente centrado en un sector servicios potente, gracias sobre todo al turismo, con un sector industrial débil, y un sector agrario muy vinculado a las políticas comunitarias en la materia. Pareciera que había unanimidad entre todas las fuerzas políticas sobre esta cuestión, pero ahora sabemos que cuando unos hablamos de cambiar el modelo productivo lo hacemos pensando en una economía más diversificada, no tan dependiente del turismo, y más centrada en la innovación en todos los sectores, respetuosa con nuestro medio ambiente y el desarrollo equilibrado de nuestro territorio, y socialmente responsable, mientras que otros –el mix de conservadores, turbo liberales y ultras de nuevo cuño que nos gobiernan– en lo que están pensando es en una economía más liberalizada, con una administración pública con menos capacidad para ordenar y equilibrar los efectos indeseables del mercado, con una menor preocupación por nuestros recursos naturales y la ordenación territorial, en la que el sector privado (los empresarios, no los trabajadores) es quien lleva las riendas, y el papel del gobierno consiste en favorecer la actividad privada a toda costa.
Esa visión tan liberal de nuestra economía es la que en su día sirvió para justificar que mientras millones de ciudadanos se iban al paro con escasa cobertura en la crisis de 2008, el Gobierno destinaba milmillonarias cantidades para cubrir los desmanes de la banca privada, es la misma que permite en nombre del liberalismo y de las leyes del mercado que la mayor empresa andaluza en innovación tecnológica y energías renovables se haya ido al garete y miles de sus trabajadores a la calle, y la misma que en nombre de la competitividad ahondará en la crisis y cierre de pequeños comercios para favorecer a las grandes superficies, o la misma que preferirá agotar los recursos hídricos de Doñana en nombre de la modernización de no se sabe qué cultivos, en suma. Esa visión tan liberal, por cierto, alcanza también a la educación y a la sanidad, como ponen de manifiesto las cifras por las que aumenta de forma preocupante la privatización de esos dos grandes pilares de nuestro modelo de bienestar, aunque de eso hablaremos otro día. De eso se trata, finalmente, de acabar con un modelo de estado de bienestar que es imperfecto y mejorable, sin duda, pero que ha dado cohesión social y territorial a nuestra tierra, y de implantar de la mano del sector privado un modelo en el que cada cual se busque la vida como pueda, y en el que –el mercado manda– el pez grande se come al chico. Ya estamos avisados.
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