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¿Por qué recordar el asesinato de Blas Infante?
Nos gustaría no tener que acordarnos, eso sería una señal que se habría hecho justicia tanto a Blas Infante como a las miles de personas que aún están olvidadas de manera premeditada. Que fueron asesinadas en nombre de un ¡Viva España! escandalosamente injusto e innecesario para el bienestar de nuestro estado.
Solo hay que mirar en derredor nuestro, para darnos cuenta de la inutilidad histórica y social de la revancha canalla y asesina que está detrás del recordatorio de este día. Blas Infante era uno más de los andaluces y andaluzas que se sentían muy amenazados por las oligarquías españolas que querían acabar con el avance que había supuesto la II República.
Claro que Blas Infante era un revolucionario, pero no peligroso, sino un bendito revolucionario que quería que Andalucía tuviera su sitio en el estado español
Le costó la vida porque era un peligroso propagandista de la causa andalucista y formó parte de una candidatura de “tendencia revolucionaria”. Subterfugios que escondían las verdaderas razones: era molesto para los que se consideraban dueños de España y toda su gente. Era un problema para los que eran menos, pero que habían pisoteado a la mayoría, y Blas Infante quería que esa mayoría tuviera una presencia mayor en la sociedad andaluza. Claro que era un revolucionario, pero no peligroso, sino un bendito revolucionario que quería que Andalucía tuviera su sitio en el estado español y eso era una revolución para los que querían que nada se moviera y siguieran ganando los de siempre.
Esa justicia que se necesita, no solo es histórica y física, es también política. Mientras Andalucía no ocupe el sitio que debe ocupar dentro del estado español, mientras que las andaluzas y los andaluces estén al margen de las decisiones que le conciernen, mientras tanto, en definitiva, que Andalucía no sea un referente de modernidad, justicia, igualdad y bienestar, seguirá siendo necesario recordar el asesinato del padre de la patria andaluza.
Se lo debemos a él y a toda Andalucía, y hay que decir, alto y claro, que recordar el asesinato de Blas Infante no es un acto más, plural y protocolario; es un acto de afirmación andalucista, de reconocimiento de la aportación de Blas Infante a nuestra autonomía y de compromiso por la mejora de los derechos de las andaluzas y los andaluces.
En esta encrucijada, honrar la memoria de Blas Infante es construir, como él hizo, una expectativa de cambio para transformar Andalucía, lo que hoy implica trazar un camino para transitar, desde la dependencia y la subalternidad económica que seguimos padeciendo en esta crisis de la globalización, hacia una transición verde con justicia social, a través de acrecentar nuestra autonomía estratégica especialmente en energía, innovación, industria y alimentos, del desarrollo integral de nuestro Estatuto y del federalismo cooperativo para hacer frente a los grandes problemas globales.
¡Viva Andalucía Libre!!
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