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Trabajar para la sanidad pública

Antonio Vergara de Campos y José Antonio Brieva Romero, de Marea Blanca Gaditana

8 de agosto de 2021 20:38 h

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Las políticas de Salud están desde hace muchos años bien definidas y estructuradas. Existe el modelo público-público, es decir, el sistema sanitario público, que se ocupa no sólo de combatir la enfermedad cuando aparece sino, y es fundamental, tiene recursos específicos dedicados a promocionar la salud para que el desarrollo de las enfermedades se retrase todo lo que sea posible. Los déficits en salud pública los estamos sufriendo desde la crisis del 2008 y sus recortes, y se han acentuado aún más desde el inicio de la actual pandemia.

El sistema sanitario privado no existe. Lo que existen son empresas de medicina privada que ofertan consultas, normalmente especializadas en órganos y aparatos o ingresos hospitalarios para intervenciones, normalmente programadas. Los tozudos hechos históricos nos evidencian, además, que abordan fundamentalmente enfermedades que no sean costosas o complicadas en el tiempo, es decir, las que son económicamente más interesantes.

La última posibilidad la reinventaron los asesores de Margaret Thatcher. Lo llamaron eufemísticamente “colaboración público-privada”. Lo que significaba en realidad era una estrategia del neoliberalismo para acabar con el estado del bienestar social y negociar con los sectores más comercialmente interesantes. Los hechos son incuestionables. Quieren colaborar en las enfermedades baratas o en la programación de entidades no complejas. La oncología, el sida, las enfermedades mentales, las infecciones óseas, la Covid-19, etc, no interesan.

Esta escuela neoliberal parece que impactó en los distintos gobiernos que hemos tenido desde la década de los ochenta del siglo pasado porque sus decisiones, de una manera más o menos explícita, han progresado hacia la privatización.

Una dinámica que permita y ahonde el deterioro de lo público para que la privatización aparezca como la única solución es, sencillamente, colaborar con las empresas de medicina privada

La cuestión que planteamos desde ya es para quién deben trabajar, y a qué sector deben dedicar todos sus esfuerzos, los responsables políticos de la sanidad pública y los técnicos que les asesoran. Nuestra respuesta es obvia. Para la mayoría de la población y para poner a tope todas las posibilidades al Servicio Nacional de Salud, para reponer y auditar la eficiencia de todos los recursos para que el rendimiento del sector público sea el máximo. Una dinámica que permita y ahonde el deterioro de lo público para que la privatización aparezca como la única solución es, sencillamente, colaborar con las empresas de medicina privada.

Una de las privatizaciones más escandalosas en la provincia de Cádiz, que ha sido denunciada por las Mareas Blancas desde siempre, son los conciertos entre la empresa Pascual y la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía.

Acaba de finalizar el último de estos conciertos. El análisis de los últimos años es altamente deficitario. El Tribunal de la Competencia de Andalucía ha sentenciado que dicha empresa viene mostrando un comportamiento hostil y de “posición de dominio” con la sanidad Pública, intentando cobrar sobreprecios exagerados si no se atendían sus intereses empresariales. El Tribunal sanciona a la empresa con una importante multa. Asimismo se ha conocido que, en el concierto que finaliza, la empresa ha cobrado cantidades millonarias por trabajos no realizados.

Por último, el aspecto que más denunciamos ha sido, y es, que la Delegación Territorial de Salud comunica a los profesionales de la Atención Primaria de la Sierra de Cádiz y de las comarcas de Sanlúcar de Barrameda y de El Puerto de Santa María (280.000 gaditanos) que cuando decidieran derivar a sus pacientes a otras especialidades tenían que hacerlo de forma obligatoria a los hospitales de Pascual. Se ha denunciado públicamente que dichos centros a los que ahora se derivaban a los enfermos desde los centros de salud no cumplían los requisitos de plantillas, especialistas, ratios de personal y medios que garantizan unos estándares de calidad asistencial similares a los de la sanidad pública.

Los déficits que caracterizan a las empresas privadas forman parte esencial de una estrategia lógica para conseguir el mayor beneficio económico posible para esas empresas

Estos déficits, que caracterizan a las empresas privadas, forman parte esencial de una estrategia lógica para conseguir el mayor beneficio económico posible para esas empresas.

La cuestión no es valorar la calidad de los facultativos de la empresa Pascual sino que simplemente no tienen en sus plantillas los especialistas (o los tienen localizados o sólo algunos días) ni los métodos de gestión clínica de calidad que la persona enferma necesita y podría tener en la sanidad pública.

Por todo lo anterior, la Marea Blanca Gaditana reivindica que se suspenda la orden de derivación actual, así como el concierto y que se establezca un programa de actuaciones conducentes, en el menor plazo posible, a que los hospitales concertados de la empresa Pascual se reconviertan en recursos públicos y se integren sus plantillas. No es posible tolerar que existan diferentes categorías en la atención sanitaria de la población de la provincia de Cádiz.

Las políticas de Salud están desde hace muchos años bien definidas y estructuradas. Existe el modelo público-público, es decir, el sistema sanitario público, que se ocupa no sólo de combatir la enfermedad cuando aparece sino, y es fundamental, tiene recursos específicos dedicados a promocionar la salud para que el desarrollo de las enfermedades se retrase todo lo que sea posible. Los déficits en salud pública los estamos sufriendo desde la crisis del 2008 y sus recortes, y se han acentuado aún más desde el inicio de la actual pandemia.

El sistema sanitario privado no existe. Lo que existen son empresas de medicina privada que ofertan consultas, normalmente especializadas en órganos y aparatos o ingresos hospitalarios para intervenciones, normalmente programadas. Los tozudos hechos históricos nos evidencian, además, que abordan fundamentalmente enfermedades que no sean costosas o complicadas en el tiempo, es decir, las que son económicamente más interesantes.