José Antonio Narváez tiene 30 años y lleva 12 viajando a Francia para la vendimia, desde que decidió dejar los estudios y emprender su vida laboral. Es uno de esos 11.000 andaluces, 15.000 españoles (según datos de Gobierno y sindicatos) que este año han cruzado la península hasta el país vecino para trabajar en los viñedos franceses donde las condiciones de trabajo son mucho mejores que las del campo andaluz, “cinco o seis veces mejor”, dice él. En 20 días con una jornada media pueden llevarse a casa hasta 1.500 euros, con los gastos de vivienda y viaje pagados.
Vive en Alcalá del Valle (Cádiz), un pueblo temporero que prefiere no quedarse quieto y se revela contra la crisis y el paro buscando fuera ese trabajo que no llega. En tiempo de la vendimia su población se ve bastante reducida. De los alrededor de 5.500 habitantes casi unos dos millares, según José Antonio, se buscan el sueldo a más de mil kilómetros, familias enteras viajando en busca del sustento. Sin embargo, este año ha vuelto a haber más demanda que oferta.
Los pueblos temporeros se vacían durante la vendimia
Lo mismo ocurre en otros lugares de Andalucía, como explica Jesús Acasuso de la Federación de Industria y Trabajadores Agrarios (Fitag) de UGT Andalucía, que asegura que hay pueblos que cada año se vacían durante este tiempo, como ocurre en Huesa (Jaén). Allí en las campañas de la cereza y de la vendimia alrededor de un tercio de sus 3.000 habitantes viaja a Francia.
Padres, hermanos, hijos, sobrinos, familias enteras, unos porque se dedican todo el año a la ruta de la agricultura (cereza, fresa, melocotón, vendimia, y manzana en Francia, aceituna verde y aceite, o espárrago en España) y otros porque vienen del sector de la construcción. Pero también hay estudiantes que se pagan sus carreras con ese dinero, y licenciados que por la crisis se ven obligados a emigrar.
No es fácil encontrar trabajo en la vendimia francesa. Aquí funciona mucho el boca a boca. Hace siete años el encargado de la cuadrilla, tío de José Antonio, tenía problemas para encontrar jornaleros, era el boom de la construcción y no hacía falta viajar fuera para obtener un sueldo sin necesidad de tener una alta cualificación. Ahora con la crisis durante los meses previos a la recogida de la uva, la casa del manijero “es un sin parar de gente” pidiendo ser los elegidos para emigrar.
El perfil de un vendimiador español en Francia es el de una persona entre 35 y 55 años, con estudios primarios, y en los últimos tiempos se está detectando, según Acasuso, un desplazamiento de las mujeres a favor de los hombres. Antes había más familias de grupo, pero con la crisis los propios encargados se ven presionados por hermanos, tíos, sobrinos, para que les busquen un hueco y aumenta el número de hombres respecto al de mujeres.
El periodo de la vendimia se extiende desde finales de agosto hasta principios de octubre, especialmente concentrado en el mes de septiembre, este año las altas temperaturas han hecho que el comienzo de la salida de los vendimiadores españoles se adelante y algunos incluso ya han regresado, otros están terminando o se quedarán para enlazar con la recogida de la manzana, una campaña de mayor duración.
El Salario Mínimo, vigente durante 2015 para la vendimia, no puede ser inferior a 9,61 euros por hora trabajada y la duración legal del trabajo es de 35 horas semanales, con bonificaciones para las horas extraordinarias, de forma que a partir de 36 horas por semana y hasta 43 el salario aumenta un 25 por cien, y a partir de 44 horas por semana, mejora un 50 por cien. El trabajo realizado en domingos y festivos supone una mejora salarial del 50 por cien y ningún jornalero puede trabajar más de seis días consecutivos. También se generan derechos a prestaciones familiares por hijos a partir del segundo, o si es uno y tiene menos de tres años. Unas condiciones atractivas que saturan de peticiones de trabajo las sedes sindicales, aunque éstos insisten en que ellos no son mediadores sino meros informadores de las condiciones laborales.
Un servicio de empleo de andar por casa basado en el boca a boca
Ni gobierno ni sindicatos aconsejan viajar sin un contrato o un contacto seguro, ya que la mayoría de las ofertas agrícolas temporales no llegan a anunciarse en las páginas webs, oficinas de empleo o redes sociales. Se cubren por transmisión directa, familiares, amigos y conocidos de la cuadrilla o municipio que viajan juntos en autobuses autorizados. Las ofertas las remite el patrono directamente al trabajador porque se conocen de campañas anteriores, y estos buscan la cuadrilla, una especie de servicio de empleo de “andar por casa” y sin burocracias, donde pesan mucho las relaciones personales. Lo que para unos representa la seguridad en el trabajo, imposibilita el acceso a otros.
Este hecho, unido a la escasez de ofertas que ofrecen alojamiento y comida, hace que en la gran mayoría de las ocasiones no resulte rentable el desplazarse a Francia para la Campaña en solitario. Aún así, para los aventureros se encuentra APECITA, agencia nacional de empleo especializada en el sector agrícola y agroalimentario. En EURES, portal de empleo europeo, se puede encontrar todo tipo de ofertas laborales, pero si selecciona la búsqueda como peón agrícola en Francia, redirecciona a la página de Pôle Emploi, que es el Servicio Público estatal de empleo en Francia, con funciones similares al español y dispone de una red de oficinas en toda Francia. También se encuentra Anefa, la Asociación Nacional por el Empleo y la Formación en Agricultura.
En tradición se ha convertido también la parada que cada año realizan decenas de autobuses en un área de servicio de Bailén (Jaén), nudo de comunicaciones entre la A-4 y la A-44. Allí se dan cita la mayoría de los autobuses que salen de Andalucía, con jornaleros de casi todas las provincias, la mayoría de Jaén y Granada. Paran a comer y hacer un descanso en un viaje de casi dos días. Para algunos es el reencuentro, se conocen y se preguntan por sus cosas.
Ante ellos tienen casi un mes de trabajo cargado de experiencias. Se repartirán por Aquitania, Borgoña, Champaña Ardenas, Países del Loira, Saboya, el Valle del Ródano, Beaujolais, o la zona del Ródano-Alpes, que es la cuarta región francesa en importancia en producción vinícola, y una de las que más mano de obra temporal necesita. José Antonio, como muchos otros andaluces ha colaborado éste, como otros años, a que los vinos de Perpiñán tengan cierto regusto español.