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Espadas abre la caja de Pandora del PSOE andaluz y acusa a Susana Díaz de callar 8 años ante la “cacería política” de los ERE

El líder del PSOE-A, Juan Espadas, y su antecesora, Susana Díaz, ofrecen una rueda de prensa a 28 de junio 2021 en Sevilla.

Daniel Cela

Sevilla —

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En las últimas horas del curso político, bajo una tórrida ola de calor que tiene desiertas las calles de media Andalucía, Juan Espadas ha abierto la caja de Pandora del PSOE andaluz: ¿por qué en 10 años no defendió a los suyos del caso ERE?, ha preguntado, tras las sentencias del Tribunal Constitucional que han anulado las condenas por prevaricación y malversación a diez exdirigentes, entre ellos los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán.

El tribunal de garantías ha desmontado la teoría de una trama política, comandada desde la “cúspide de la pirámide del Gobierno socialista”, que facilitó el fraude de 680 millones de euros. Una tesis que recoge la sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla y del Tribunal Supremo -ahora anuladas- y sobre la que cabalgó el PP durante los más de diez años del proceso judicial, sin aparente resistencia del PSOE-A.

Sobre ese supuesto mutismo de sus antecesores ha decidido poner el foco, esta semana, el secretario general del partido, que ha sacado a Susana Díaz a pelear a campo abierto. El socialismo andaluz, aún sin un calendario congresual por delante, ha entrado en fase de disputa por el liderazgo y la candidatura para las elecciones autonómicas de 2026.

“No ha sido un acto impulsivo, el objetivo era este. Susana Díaz no ha dejado de estar en la pelea interna desde que perdió las primarias y nos conviene que salga a la luz”, explican fuentes del entorno del secretario general del PSOE andaluz, mientras el partido asiste “atónito” a este giro de guion.

“Esto no va bien, Juan”

Espadas se enfrentó el jueves pasado a un número inusualmente amplio de duras críticas en la reunión a puerta cerrada del comité director del PSOE-A, máximo órgano de decisión entre congresos. “Este proyecto está agotado, debería ser leal al partido y marcharse”; “Esto no va bien, Juan”; “Este PSOE no levanta cabeza, es irreconocible”; “Aquí no hay estrategia de oposición ni de comunicación”. “No tiene sentido una pelea entre moderados [Espadas vs Juanma Moreno], tiene que existir contraste, tensión política”.

Las voces le llegaron desde varios frentes: del susanismo, mayoritariamente, pero también del sanchismo de primera hornada; de dirigentes de su equipo actual que se sienten orillados del proyecto y no comparten las tácticas del líder; y de cargos medios que le apoyaron hace tres años en las primarias frente a Díaz. “Fueron cuatro críticos individuales entre 27 intervenciones y no responden a ninguna provincia”, apuntan desde la ejecutiva regional.

El líder de la federación socialista más extensa de España -en torno a 42.500 militantes- se apoya en los ocho secretarios provinciales del PSOE, que le sirven de termómetro más fiable para calibrar las corrientes subterráneas del partido -descontentos, afinidades, etc-. Quienes asistieron al último cónclave intervinieron con un análisis “tibio”, según los críticos, o con un tono “constructivo”, según la dirección actual. Sólo uno, el secretario provincial de Cádiz, Juan Carlos Ruiz Boix, verbalizó por primera vez una posición discordante.

Hubo críticas gruesas, pero nadie llegó a solicitar la convocatoria de un congreso extraordinario o de primarias adelantadas, toda vez que el calendario orgánico del PSOE aún no tiene fecha. Depende de que Pedro Sánchez convoque el federal, y seguidamente le sucedan, en cascada, los autonómicos, provinciales y locales, pero ahora nadie sabe si esto arrancará en otoño o en 2025.

“Una escaramuza organizada”

Sea como fuera, Espadas se sintió zamarreado por quienes le imputan las cuatro derrotas electorales consecutivas en los últimos dos años -autonómicas, municipales, generales y europeas-, los 18 puntos de ventaja del PP en las encuestas y la aparente solidez del Gobierno de Juan Manuel Moreno, al que la oposición socialista “no le ha despeinado una patilla”.

“Si la situación de la sanidad pública es tan desastrosa y la gestión de Moreno es tan mala como denunciamos a diario, ¿cómo demonios el PSOE no está capitalizando todo ese descontento ciudadano y por qué no ejerce el liderazgo de una alternativa al PP después de seis años?”, le preguntó el expresidente del Parlamento andaluz, Juan Pablo Durán.

El líder socialista encajó el golpe y respondió allí mismo con dos movimientos contraofensivos: el primero fue anunciar una conferencia política para el mes de septiembre, donde poder contrastar ideas y proyectos con quienes ponen en duda su hoja de ruta.

El segundo, el más sorprendente, es fruto del convencimiento de que aquellas críticas del comité director “estaban organizadas” y formaban parte de una “escaramuza coordinada por el testamento vital que dejó Susana Díaz, que no ha aceptado aún que perdió las primarias y quiere volver a disputar el control del PSOE”.

Tres días después del comité director, Espadas redactó un artículo para el Huffington Post sobre la revisión de las condenas de los ERE por parte del Tribunal Constitucional acusando directamente a la expresidenta andaluza de haber comprado el relato del PP sobre los ERE, asumiendo una “causa general” contra el PSOE y los 23 años de gobiernos de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, a cambio del apoyo de Ciudadanos en su investidura de 2015. “Contribuyó a dañar la imagen del PSOE y la honorabilidad” de los expresidentes, dejó escrito.

“La caja de Pandora”

El bombazo llegó el miércoles, con la publicación del artículo, y removió los cimientos del partido. A las pocas horas había tres secretarios generales del PSOE andaluz -Espadas, Susana Díaz y Rafael Escuredo- lanzándose cuchillos en público, cruzándose mensajes afilados en la red social X (antes Twitter), uno reprochando a la anterior ejecutiva haber regalado al PP “diez años de silencio”, en los que se instauró “el relato falso del robo de 680 millones de euros de los ERE” y se condenó al “ostracismo civil” a los expresidentes; otra revolviéndose contra las “tonterías” y los intentos “desesperados” de “reescribir la historia”; y un tercero demandando foco y autoridad para denunciar otro tipo de “reescritura del pasado” socialista.

En pocos minutos se abrió un escenario de guerra civil. Díaz y su entorno recordaron, con titulares de prensa, que siempre defendieron la inocencia y honorabilidad de Chaves y Griñán; que el propio Chaves negó esta semana la “leyenda política” de que su dimisión fue forzada por la expresidenta, a cambio del apoyo de Ciudadanos a su investidura en 2015; y que ella fue de las pocas que firmó la solicitud de indulto al Gobierno de Sánchez para sus antecesores.

“¿Y qué hizo Espadas en esos años? Era alcalde de Sevilla, tenía un altavoz importante, ¿acaso defendió entonces lo que defiende ahora, tras la sentencia del Constitucional?”, se pregunta un diputado díscolo. Espadas explicó en el comité director que entendía la posición que adoptó la ejecutiva de Susana Díaz en relación a los ERE, aquellos años de procesamiento judicial, pero añadió: “No fue lo más inteligente ni acertado. Lo puedo comprender y respetar pero, visto el resultado, nos equivocamos en regalar al PP un relato de causa ”universal“ contra el PSOE, sin diferenciar lo general de lo concreto, sin separar a quienes hicieron cosas deplorables de nuestros referentes políticos, que cumplieron con la ley”.

Entre los primeros, los responsables de la Consejería de Empleo, entre los segundos, los expresidentes y el departamento de Hacienda, que elaboró la Ley de Presupuestos, siempre según el relato de los socialistas.

“El foco sobre nosotros”

Estas horas de furia en el PSOE coincidieron, el miércoles por la tarde, con el último Pleno del periodo de sesiones, y los 58 diputados de la mayoría absoluta del PP contemplaban, entusiasmados, la repentina crisis interna en la que se habían enfrascado sus rivales políticos.

Una docena de dirigentes del PSOE andaluz consultados por este periódico, incluido personas de la ejecutiva y del núcleo duro de Espadas, vieron “inexplicable” el artículo del secretario general contra su predecesora. “Teníamos el foco de las sentencias nulas del Constitucional sobre el PP y su cacería política y lo hemos puesto sobre nosotros y nuestra crisis interna irresuelta”, coinciden.

Los más críticos hablan de “vergüenza ajena” por el “papelón que está dando el partido”. “Ha reventado la posición estratégica que nos había regalado el Constitucional con los ERE, después de 15 años a la contra, para estar atizando al PP en vez de atizarnos entre nosotros”.

Pero no todos lo ven así. Otros dirigentes consultados, dentro y fuera de su ejecutiva, piensan que ha dado un paso “arriesgado, pero inteligente”. “Susana Díaz es la enemiga que une. Sacarla a la luz remueve todo el partido por dentro, porque mucha gente aún no la ha perdonado, y Juan puede aprovechar eso para rearmarse ante las críticas”; “Hay muchos militantes socialistas que se están enterando ahora de que el robo de 680 millones de los ERE es una gran mentira, de que sólo hubo 70 intrusos, y están cabreados con quienes han dirigido el partido los últimos diez años sin levantar la voz”, explica una alcaldesa que estuvo en el comité director, y que oyó cómo Espadas respondió a los susanistas con este reproche y “hubo una ovación en la sala”.

Espadas defiende que tenía calculado este movimiento y la reacción “previsible” que tendría Susana Díaz al reprocharle que su “cortafuegos” con los ERE sólo la protegió a ella, pero dejó “en el dique a Chaves y Griñán”.

El líder del PSOE-A verbalizó algo que su ejecutiva -y muchos dirigentes de la vieja guardia del socialismo andaluz- llevaban años mascullando. ¿Por qué el partido lleva tantos años callado encajando, cabizbajo, la enmienda a la totalidad del PP a dos décadas de gobiernos socialistas? El artículo abre la caja de Pandora, pero abunda en un discurso que, efectivamente, ya hizo en la reunión del partido a puerta cerrada, en respuesta a sus críticos.

Cuatro derrotas electorales

Espadas ha agitado conscientemente el avispero de un partido que en los últimos dos años ha perdido prácticamente todo el poder institucional que ostentaba -el Gobierno autonómico, las diputaciones provinciales, los ayuntamientos-, muchos puestos de trabajo. Espadas conoce bien a Díaz y buscaba justo la reacción “explosiva” que tuvo la expresidenta.

Su primera reacción esa mañana fue un tuit de reproche, con una cita literaria de Leonardo Padura -“en el socialismo nunca sabes el pasado que te espera”-, escribió, acusando a Espadas, sin citarlo, de “intentar reescribirlo para quedar bien”. Cuatro horas después volvió a escribir, pero ya en un tono más visceral: “Algunos en su desesperación por buscar su sitio dicen muchas tonterías”.

Esta semana, el barómetro de la Fundación Centro de Estudios Andaluces (Centra), organismo dependiente de la Consejería de la Presidencia, daba a Moreno un índice de conocimiento del 94,2% entre los andaluces, y a Espadas un 68,6%. El círculo más estrecho del líder socialista ha valorado, entre otras cosas, que pivotar contra Susana Díaz en abierto le reportará una notoriedad pública que necesita y que aún no tiene.

“El escenario interno ahora es otro: se ha acabado la guerra fría en el PSOE andaluz, las críticas anónimas y las emboscadas a puerta cerrada. Nos conviene que Susana Díaz salga a la luz, que quien no esté de acuerdo con este proyecto dé la cara y plantee una alternativa, a ver cuántos son, a ver si están organizados y a ver qué proponen. No han digerido que perdieron las primarias de 2021 y quieren volver a pelearlas. Perfecto, hagámoslo de frente”, explican fuentes próximas al secretario general.

Los críticos: “No hay bosque, son árboles sueltos”

Espadas plantó cara en el último cónclave socialista, quiso saber quién estaba con él y si quienes están en contra él tienen “algo tangible”. Para eso ha propuesto la conferencia política de septiembre, un foro de debate para contrastar estrategias, proyectos y personas, “si hace falta”.

La dirección del PSOE andaluz resta importancia al peso de los críticos, admite que los hay, pero no los considera una corriente unitaria. “No hay bosque, hay árboles sueltos”, dicen. Estos, en cambio, dicen que “ahora mismo todos están hablando con todos” y que “se ha plantado una semilla, aún por definir, que va a derivar en una candidatura alternativa a Espadas”.

El malestar de fondo en el PSOE andaluz no es una cuestión política, no tiene que ver sólo con programas o estrategias. Son matemáticas. Los socialistas han sido desahuciados por los electores de todo el poder institucional que han ostentado, prácticamente sin interrupción, desde hace 37 años. El golpe más duro, el que alcanzó al mayor número de dirigentes, fue la derrota electoral de las municipales de mayo de 2023, que se llevó por delante decenas de alcaldías y seis de las ocho diputaciones provinciales, ahora en manos del PP.

“Mucha gente se ha quedado sin trabajo, sin cargo ni sueldo público. Espadas ha tenido que confeccionar listas electorales para cuatro comicios con malas perspectivas, sabiendo que muchos se quedarían fuera. Ha gestionado mucho descontento personal, mucho cabreo de gente que quería un puesto de salida y no lo tiene”, admite uno de los veteranos con más trienios del partido.

Esta situación es extrapolable, con mayor o menor grado, a las ocho provincias, donde también hay críticos a las direcciones. “Espadas se apoya en los ocho secretarios provinciales, pero el PSOE andaluz nunca ha sido una suma de ocho. No somos una confederación. Él tiene que tener un proyecto para una comunidad de 8,5 millones de personas”, le afea un diputado.

El desastre de las municipales

Este difícil equilibrio de poderes en las provincias tiene, según los críticos, un reflejo “tóxico” en la actividad parlamentaria. “Se dirige con mucho sectarismo, con veto, con inquina. Se potencia a los diputados afines a sus direcciones provinciales, para no perder su apoyo, y se orilla a los críticos”, explican estas fuentes. El equipo de comunicación del PSOE-A en redes sociales difunde las intervenciones de algunos parlamentarios, la de otros no. Algunos han aprendido a editar sus vídeos y lanzarlos al ciberespacio, y luego, unos y otros contrastan el número de visualizaciones que tienen.

Espadas ha encajado cuatro derrotas electorales consecutivas, pero en el comité director quiso compartir su responsabilidad con todo el partido, desde los ocho secretarios provinciales hasta la última casa del pueblo de Andalucía. “Hay alcaldes, concejales y dirigentes locales que no han hecho campaña electoral en las europeas en sus municipios y, al día siguiente, piden cuentas al líder regional”, se quejan.

Entre los críticos está José Ortiz, exalcalde de Torremolinos (Málaga), que es miembro del comité federal socialista y que viene denunciando desde hace tiempo “la falta de liderazgo social y de influencia que está teniendo el partido en las provincias de Andalucía”. O el alcalde de Fiñana (Almería), Rafael Montes, que alguna vez ha verbalizado la dimisión de Espadas.

Los susanistas defienden que las protestas a la dirección actual ya no se circunscriben sólo a la órbita de la expresidenta, que son muchos más quienes le reclaman “unir el partido”, “sumar sensibilidades”.

Pero hay dos exdirigentes susanistas que ejercieron su autoridad en el comité director: Manuel Jiménez Barrios, que fue su vicepresidente en la Junta y el cordobés Juan Pablo Durán. “Esto aún es reconducible, si entiende que no puede tener dos partidos, uno dentro y otro fuera”, advierte Jiménez Barrios. “Hace falta un congreso ya, ordinario o extraordinario. El federal tiene que solucionar la papeleta de Andalucía, al PSOE de España le interesa recuperar Andalucía, porque ahora no sumamos, somos una rémora”, machaca Durán.

Espadas cree que los críticos están “desvinculados” de la pulsión orgánica del partido, que no arrastran agrupaciones ni demasiados militantes, aunque admiten que en Cádiz se concentra el foco crítico más organizado ahora.

María Jesús Montero

Lejos de ese frente está otra voz crítica, de caracteres distintos, que representa el veterano diputado onubense Mario Jiménez, y que tomó la palabra en el comité director para verbalizar sus discrepancias con el proyecto de Espadas, con la estrategia, con el fondo y con las formas. “Quiero un PSOE de izquierdas y andalucista”, dijo, demandando un papel “más trascendente” en el debate nacional, en su posición respecto a la financiación autonómica, frente a la negociación bilateral de Sánchez con Cataluña.

Jiménez es un diputado fiero, de oratoria recia, que tiene el cometido de castigar a uno de los pesos pesados del PP y del Gobierno de Moreno, el consejero de Presidencia, Antonio Sanz. El timbre que emplea en sus intervenciones -hace meses que no sube a tribuna en un Pleno- dista mucho del registro de Espadas. El mar de fondo tiene que ver también con eso, con diputados que piden más energía, más mordiente. “Juan es un diesel, y ahora necesitamos un 4x4”, avisa una parlamentaria.

Detrás de todas estas reflexiones no ha aflorado, aún, un nombre que aglutine todas estas sensibilidades y tenga el cometido de tensionar la federación más numerosa del PSOE. Los socialistas lograron 883.000 votos en las andaluzas, con Espadas de cartel electoral, pero llegaron al 1,5 millones en las generales, que movilizó Sánchez con una pulsión más de izquierdas y un planteamiento más polarizado.

Se ronronea el nombre de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en el horizonte. Ella no le quita ojo a Andalucía, pero por ahora no ha mostrado un entusiasmo revelador en público.

El cambio significativo es que Juan Espadas quiere pelear tanto fuera como dentro del PSOE para defender su posición en las andaluzas de 2026.

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