Envejecimiento y pobreza

“Pobres, lo que se dice pobres, son los que son siempre muchos y están siempre solos”. Lo dijo Eduardo Galeano, y el informe ‘Exclusión y Desarrollo Social en España. Análisis y Perspectivas 2012’ de la Fundación Foessa (Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada) para Cáritas los concentra al sur de España. “El riesgo de pobreza se sigue materializando de forma distinta en el territorio español, con una marcada concentración en el suroeste peninsular y en Canarias”. En el año 2010, la comunidad autónoma con mayor tasa de pobreza, Extremadura, superaba a Navarra, la comunidad con menor incidencia de este problema, en más de 30 puntos porcentuales (7,3% y 38,2%, respectivamente). Contrastan también las tasas del País Vasco (11,6%) y Asturias (12,3%) con las de las comunidades con los niveles más altos que, además de Extremadura, incluyen a Canarias (31,1%), Andalucía (30,1%) y Murcia (29,2%).

Y el avance de la crisis no ha alterado sustancialmente este patrón espacial. Algunas regiones, como Galicia y Castilla y León, han visto cómo se reducía su distancia respecto a la media nacional. Según Isabel García, del IESA-CSIC, en Andalucía, el modelo productivo agrícola y la especialización de su población en esas tareas, ha hecho que existan unas series de población que nunca tuvieron un trabajo industrial y no pudieron acumular patrimonio. “Por tanto, ha sido una población empobrecida, con unas condiciones de vida mejores que las de las décadas pasadas, pero pobres si tenemos en cuenta la cuantía legal de las pensiones no contributivas”.

Una de las razones de fondo es el mayor peso de la población mayor de 65 años, que, hasta la introducción de medidas correctoras del gasto en pensiones, soportó mejor la crudeza de la crisis por el mantenimiento de un ritmo de crecimiento de las cuantías de aquellas superior al de la renta media. El progresivo envejecimiento de la población andaluza (la edad media supera los 39 años y las personas de más de 65 años significan casi el 15% del total) tiene consecuencias que se derivan en el ámbito económico y social, en la reducción de la población trabajadora, el sostenimiento del sistema público de pensiones y el incremento de la población dependiente, asegura la catedrática de Geografía de la Universidad de Sevilla, Josefina Cruz Villalón.

Dicho envejecimiento poblacional, por estos motivos, es una de las principales preocupaciones de los países más desarrollados, donde se encuadra Andalucía. “Es un nuevo riesgo social en lo que atañe a los cuidados, pero esto afecta a la organización y extensión del Estado del Bienestar”, apunta Isabel García, del IESA-CSIC. El envejecimiento poblacional no es sólo consecuencia de la prolongación de los años de vida, sino también de la disminución de la natalidad: hay proporcionalmente más personas mayores, no sólo porque ahora se vivan más años, sino porque hay menos jóvenes, y así la edad media de la población se eleva.